En su célebre Derecho natural e historia, Leo Strauss reflexionó sobre las normas de justicia que deberían guiar el ejercicio de la política. En una ocasión concreta, lo hizo leyendo a Aristóteles y pensando en esas normas morales que van dirigidas al sostenimiento del bien común.
Cualquiera se atreve a fiarse de una sombra. Tal y como están las cosas, la privacidad no parece garantizada. El timbre de llamada en el bolsillo en un sitio público, el mensaje de whatsapp interceptado por la centralita, la violación del correo electrónico, la contraseña de la tarjeta en el cajero, la grabación fortuita de un androide “a un móvil pegado” (con su permiso, Quevedo) nos convierte a todos en objetivo de otro ojo humano. Digo ojo, pero también cuento con el oído, el odio, la envidia o la insana curiosidad insaciable de los cazadores de imágenes, palabras y conversaciones.
Los socialistas claman al cielo cuando la derecha quiere hacer una ley que recorta libertades. Cuando la hacen ellos, la ley ya no va contra las libertades, es la Biblia. Amén.
Hay un cierto halo de misterio que envuelve a los hackers. Si yo fuera hacker haría un llamamiento a los colegas para destapar a este sujeto y ponerlo a disposición de la justicia. La dignidad hackeriana lo exige.
Cuando oigo lo de pues que no se hagan fotos guarras de boca de quien sea me hierve la sangre. ¿Si me hago una foto desnuda me merezco que me la roben y la publiquen? ¡Lo que faltaba!
El semanario alemán Der Spiegel, a través de una nueva filtración de documentos por Edward Snowden, revela que los servicios secretos norteamericano y britanico tienen acceso a las redes de telecomunicación alemana.
La situación actual de la diplomacia internacional me recuerda demasiado a Leslie Nielsen. Sin menospreciar el talento del histórico actor fallecido que ha logrado que hasta al más desaborío arranque a reír, la relación entre países occidentales es de película.
Hace ya tiempo que la relación entre Estados Unidos y Alemania viene soltando bastante basura. Ahora al parecer se incrementa la cantidad de esta en sus relaciones anunciando que Alemania también espía al gigante americano.
Fisgamos y nos acechan. Birlamos información y nos la roban. Distinto sería si este artículo lo estuviera aporreando desde una máquina de escribir, como una Jessica Fletcher con escote, pues más de un crimen he escrito.