El día de Año Nuevo amanece distinto. El mundo puede ser el mismo, objetivamente hablando, pero la mirada personal cambia el color del cielo y enfría más la helada. Yo siempre pienso que es el día más frío del año, como si estrenáramos una casa extraña en el monte en la que aún no se ha encendido la calefacción.
La nieve es esa lluvia que no suena, que nos hipnotiza por el silencio que deja y que tan sólo el recuerdo trata de hacer repicar. Como la memoria, funciona por acumulación: bastan unos cuantos recuerdos para que se desencadene la melancolía. Siempre que veo caer los copos del cielo me acuerdo de aquellos versos primigenios de Julio Llamazares: «Mi memoria es la memoria de la nieve./ Mi corazón está blanco como un campo/ de urces».
Aunque en la imagen de Vadim Ghirda, bellísima, observamos a un humano bien pertrechado contra el frío, con buen gabán y sombrero clásico, pero de moda, la ola de temperaturas polares bajísimas que recorre Europa se ha llevado por delante ya a más de 80 personas, buena parte de ellas refugiados que huyeron del horror y deambulan buscando una vida digna y no han encontrado ni un lugar donde poder resguardarse de la nieve y el hielo que les ha reventado el corazón.
…que en invierno lo natural es que los niños enfermen de gripe igual que el capitalismo enferma con las crisis de vez en cuando porque es un ciclo natural de su crecimiento.
Los fotógrafos norteños que hicieron su agosto en febrero parecen volver a hacerlo en marzo: esas olas tremendas saltándose todos los rompeolas llegan a formar imágenes formidables de la naturaleza desatada.
La imagen es bonita. Eso hay que reconocérselo. Melosa como un cruasán francés recién sacado del horno y tierna como una edulcorada película Disney. El tren que vemos nos recuerda a tiempos de zares y zarinas.
Las imágenes de las olas gigantescas de hasta 13 metros azotando el norte de España abren todos los telediarios. Las cosas están peor en el norte de Europa.
¿Cuántos nos acordamos ayer de Bill Murray al ver a la marmota Phil realizando su predicción meteorológica en manos de un señor con sombrero?
La diferencia es que la fractura de Merkel cicatrizará en unas semanas y la de la Monarquía amenaza con enquistarse.