«Algo les costó aceptarlo a esos viejos que fueron niños de la postguerra y que siendo abuelos han preservado la escasez en la memoria y el ahorro como primer mandamiento, pero al fin asumieron que ahora les tocaba a ellos estar como nosotros les rogábamos. Encerrados»
Alfredo Pérez Rubalcaba ha muerto, y con él se va el ser humano y entra el personaje histórico. Aunque lo cierto es que este político socialista y profesor de Química Orgánica de la Universidad Complutense de Madrid, nacido en un pueblo de Cantabria en 1951, tenía ya algo de leyenda en vida, especialmente durante los últimos años de su carrera política.
Una de mis películas favoritas de los últimos años es Declaración de guerra (2011), de Valérie Donzelli, coescrita con Jérémie Elkaïm, y basada en su historia: a su primer hijo le detectaron un tumor en el cerebro cuando aún era un bebé.
Morir de manera digna en España es algo que aún depende del compromiso personal del médico que nos atienda y del riesgo que esté dispuesto a asumir. Por eso aplaudo al Parlamento belga.