Mientras está lloviendo, todo lo demás
«– ¿Qué es peor, la ignorancia o la indiferencia?
– Ni lo sé ni me importa»
«– ¿Qué es peor, la ignorancia o la indiferencia?
– Ni lo sé ni me importa»
El mismo esfuerzo que Marta Sánchez culminó el otro día en el teatro de la Zarzuela, al cantar con letra propia y mucho énfasis y convicción el himno nacional— se viene repitiendo periódicamente. “Cómo es posible que el himno no tenga letra, vamos a resolverlo ahora mismo.”
A lo largo del día de ayer supiste que un enfermero alemán llamado Niels Högels ha asesinado a más de cien pacientes en el hospital en el que trabajaba hasta ser descubierto. Su modo operativo era el siguiente: inyectaba un cóctel tóxico en el cuerpo del paciente para provocarle un paro cardíaco y luego, cuando estaba al borde de la muerte, se esforzaba ostentosamente en reanimarle, para así demostrar ante sus colegas su excelencia profesional. A la segunda o tercera exposición al procedimiento, el enfermo, ya muy débil, solía fallecer. Niels hacía ese teatro en parte para ganarse una buena reputación como enfermero pero sobre todo para distraerse, porque se aburría mucho.
¿Cuánto se tardará en programar seres humanos más inteligentes, o geniales, mediante la selección y manipulación genética? Esa es una de las revoluciones del futuro inmediato llamadas a cambiar la naturaleza del ser humano. Yo creo que todo lo que se puede hacer, se hace, y por consiguiente también aquí se trabajará y se obtendrán, a no mucho tardar, resultados extremados y polémicos.
El Papa Francisco ha sugerido, en una intervención en un canal italiano de televisión, que sería conveniente un cambio en la versión inglesa de la oración del Padrenuestro; concretamente, en el versículo que en español dice “Y no nos dejes caer en la tentación”. En francés, la frase tiene el mismo sentido que en español, pero en las versiones más difundidas y rezadas en el mundo anglosajón dice “lead us not into temptation” (no nos conduzcas a la tentación).
A falta de instrumentos de análisis muy pero que muy precisos, a falta de datos fiables de la máxima fiabilidad, no podemos estar seguros a ciencia cierta de cuál es el país más tonto del mundo, y de hecho hay una fuerte competencia entre varios para alzarse con ese discutible blasón.
Donald Trump ha demostrado una inteligencia de categoría superior, que no imaginábamos que tuviera, al descalificar (al publicar) cientos de miles de folios sobre el asesinato de Kennedy… pero mantener en secreto doscientos documentos: ¡precisamente los más comprometedores!
El mensaje de facebook con el que Rosa María, una mujer separatista bastante alterada, manifestaba el otro día, con palabras impresionantes por su violencia y grosería, sus sentimientos hacia Inés Arrimadas, la jefe de Ciudadanos en Cataluña, es un fenómeno del todo insignificante y a la vez significativo. Insignificante, porque Rosa María está con toda probabilidad algo perturbada, o tiene limitadas sus funciones intelectivas, y porque su opinión no tiene valor, no cuenta salvo en su justa e infinitesimal proporción, cuando se celebran comicios y ella mete su papeleta en la ranura de la urna, mientras a su lado una voz dice “ha votado”. Es lamentable y digna de lástima quien no pudo refrenar su coprolalia aun sabiendo, como ella misma escribió, que le iban “a llover críticas de todos los lados, sé que lo que voy a decir es machista y todo eso, pero…”. Pero aún así, lo dijo.
La idea subyacente es que si dejamos de decir “cambio climático” el cambio climático deja de existir, de la misma manera que si no mencionas la “extinción”, los animales siguen triscando alegremente por selvas y sabanas.
Bárcenas declara ante la comisión de investigación del Parlamento. Naturalmente, no dice nada relevante. Ni siquiera se molesta en responder a las preguntas de sus adversarios: le ampara el pretexto de la investigación judicial. Que es como decir que la comisión parlamentaria es secundaria, y hasta insignificante. Además de que responder a sus señorías sería del género tonto, ya que ni ellas saben nada que no hayan publicado los periódicos o revelado la policía, ni para él se derivaría beneficio alguno de hablar.
Al enterarnos ayer de que Marine Le Pen plagió el lunes un discurso pronunciado semanas atrás por François Fillon deduje que sus posibilidades de ganar las elecciones del próximo domingo han aumentado mucho. Tenemos el precedente de Trump en su triunfal carrera hacia la presidencia de los Estados Unidos. Un jalón importante fue aquel momento en que su “trophy-woman” o petarda internacional leyó en público un sentido discurso… calcado al que semanas antes había pronunciado Michelle Obama.
En cuanto supe que había muerto Chuck Berry fui a escuchar “You never can tell”, su alegre canción de 1964, también conocida como “C’est la vie”: música rock, letra bien articulada y tono afectuoso, levemente burlón, sobre el matrimonio de dos adolescentes de Nueva Orleans sin un chavo, que –“you never can tell”, nunca se sabe– sale bien; “Pierre” y la “mademoiselle” prosperan, él encuentra trabajo, ella aprende a cocinar, con el paso de los años su modesto piso se va llenando de estupendos artículos de consumo, incluidos 700 discos de jazz y rock, y, en fin, hasta trucan un viejo coche para volver a Nueva Orleans y celebrar el aniversario de su boda.
En el desfile de Chanel en París, un poco coqueto, un poco ramplón, con sus espejos y sus jarrones con calas, y sus modelos desfilando por la pasarela en traje chaqueta rosado, y su decadente público de desocupados, me consterna ver que las chicas siguen llevando, como en los tiempos de la antigüedad más oscuros y represivos, zapatos con tacones altos, so pretexto de que realzan su figura, la estilizan.
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