
Inteligencia artificial: el mito de las máquinas autoconscientes
Garry Kasparov era un joven entusiasta y soberbio que no podía imaginar que enfrentándose a una máquina podía salir derrotado. Pusieron frente al tablero del ajedrecista ruso, en febrero de 1996, un ordenador IBM que prometía una tecnología nunca vista; aquella supercomputadora se permitía analizar hasta 100 millones de movimientos por segundo y había recibido el nombre de Deep Blue. Cuentan los cronistas que Kasparov se llevaba las manos a la cabeza, que su gesto altivo inicial se fue transformando en un gesto preocupado y que finalmente ganó la partida por un margen muy estrecho.