El candidato socioliberal Emmanuel Macron, líder del movimiento En Marcha, es el favorito en las próximas elecciones al Elíseo, que se celebrarán el 23 de abril, según la última encuesta del prestigioso diario Le Monde.
En la noche del lunes 20 de marzo se produjo un evento histórico en Francia: por primera vez, antes de la primera vuelta, los cinco candidatos favoritos para la elección presidencial de 2017 se reunieron en un plató de televisión para discutir sus programas de gobierno.
Los cinco principales aspirantes a la presidencia de Francia participaron este lunes en un acalorado debate televisado, a un mes de la primera vuelta de unos de los comicios más imprevisibles de la historia reciente de Francia.
Francia ha sobrevivido a un quinquenio de grandiosa incompetencia en su primera magistratura -incompetencia política, se entiende; en otros terrenos, como el sentimental, el talento de François Hollande es mucho más patente-, y posiblemente pudiera sobrevivir a otro después de las elecciones presidenciales de este año. Pero, por ella misma y por el interés bien entendido de los españoles -que somos sus vecinos- y de todos los europeos, habría que esperar que no sea así y que logre enderezar el rumbo. En la hora más difícil en las relaciones internacionales del último cuarto de siglo, cuando entre Putin, Trump, el Brexit y los nacionalismos y populismos sobrevenidos están a punto de liquidar la construcción europea, lo mínimo que se debe desear es que el eje fundacional de ese viejo sueño, Francia-Alemania, recobre su pulso socioeconómico y su firmeza política. Porque, si no, se nos hunde el tenderete y acabaremos muy mal.