Las ambiciones del papa Bergoglio
Al ser elegido papa, Jorge Mario Bergoglio escogió el nombre de Francisco en honor a San Francisco de Asís, el santo italiano de los siglos XII y XIII caracterizado por su desapego de lo terrenal. El Pontifex Maximus, sin embargo, se ha destacado mucho menos como figura espiritual que como actor político dispuesto a colocar la Santa Sede entre los poderes rectores de la geopolítica mundial, una acción eminentemente terrenal. En lugar de puente espiritual de comunicación con la divinidad, el papa ha fungido como puente de diálogo entre las facciones que se disputan el poder en diversos lugares del mundo. Pero a pesar de sus recurrentes llamados “a la apertura y el diálogo sincero con los demás, a reconocer los derechos y las libertades fundamentales”, sus diálogos han mostrado un particular sesgo.