Jorge Raya Pons
Las intimidades literarias de Gabriel García Márquez, al descubierto
El archivo con todos los manuscritos que sobrevivieron de Gabriel García Márquez está en Estados Unidos. Él, que se rebeló contra todos sus gobiernos, nunca lo habría imaginado. Vendieron el fondo de documentos que había escoltado durante años por más de dos millones de dólares a la Universidad de Texas –a través de la institución Harry Ransom Center–. Parece mucho dinero cuando Gabo –como le llamaron quienes le conocían– vivió con lo justo durante casi media vida. Aquella circunstancia cambió, sin embargo, cuando alguien quedó deslumbrado por Cien años de soledad.
Carlos Marques-Marcet: "Si tengo que elegir entre el talento y la suerte, elijo la suerte"
Carlos Marques-Marcet (Barcelona, 1983) tocó el cielo en 2014, cuando ganó el Goya a mejor director director novel por 10.000 kilómetros, que sumó otros cinco premios en el Festival de Málaga. Ahora espera con cierto nerviosismo que su nueva película, Tierra firme, eche a volar –como le gusta decir– y cobre vida propia. “Desde el momento en que está acabada, ya no pintas nada, va por sí sola”, dice. “A mí siempre hay un momento cuando termina la película en que me entra el bajón y me digo: ‘¿Ahora qué?’. La película es como parte de tu pasado, deja de ir contigo porque cuando la hiciste eras otra persona”.
Benedict Wells: "Nada puede protegernos del fracaso"
Benedict está acostumbrado a firmar sus libros con el apellido Wells, pero lo que la verdad oculta es que se apellida von Schirach y que Wells, más que un alias artístico, es un homenaje al personaje de John Irving en Las normas de la casa de la sidra. Lo escogió con un motivo poderoso: “Él es la razón por la que escribo”.
Pénélope Bagieu: "Pienso que mi trabajo es una mierda incluso cuando me dicen que es genial"
Pénélope Bagieu (París, 1982) posa para la cámara con la parte interior de los brazos hacia fuera, como haciendo un esfuerzo por que se vea la corona que tiene tatuada en el antebrazo. Su piel es blanca y tiene pequitas en la cara, un rostro dulce, y a veces esconde la mirada tras un largo tupé pelirrojo. Bagieu es una de las ilustradoras más conocidas del mundo: sus viñetas se leen en decenas de países por sus libros y por la fama que adquirió con aquel blog llamado Ma Vie Est Tout À Fait Fascinante. Tiene tantos seguidores en Twitter como un primer ministro.
Pablo Navascués: "El boxeo me ha hecho mejor persona"
En un pasillo entre dos calles altas de las Ventas, cruzando el puente de la M-30 y a cinco minutos a pie de la plaza de toros madrileña, el campeón Pablo Navascués entra en su gimnasio: El Origen-Thai Martin. Viene sonriendo y saluda con un abrazo. El campeón Pablo Navascués tiene 41 años, alguna cicatriz en el rostro, y peleó su último combate el pasado 14 de mayo en el Palacio de Vistalegre. En una entrevista previa a su retirada, dijo que no sabía qué sería de él después del combate: no conocía la vida después del boxeo. Lo comparó con el día que murió su padre. Han pasado casi cinco meses desde la pelea y Navascués sigue en pie y no en la lona, aunque nunca lo tuvo fácil.
Ignatius Farray: "Sigo siendo un puto loser"
Es importante que sepan esto: he visto dos veces a Ignatius Farray y la primera fue en una sala de espera. Era junio y hacía tanto calor que sus gafas estaban empañadas. La segunda fue en el bar Picnic, en Malasaña, y a falta de media hora tenía el recinto lleno. Era septiembre y volvía a los monólogos. Hizo esperar al público una hora. Salió con energía, nos miró a todos y, en un paréntesis de intimidad, dijo: “Sabíais que esto iba a empezar tarde”. Y todo el mundo respondió con risas.
Paul Auster: "No culpo a Trump de ser un psicópata, pero me desconcierta que 60 millones de personas le votaran"
Siempre se imagina uno que Paul Auster será más alto, más grande, más fuerte. Con todo, Auster conserva a sus 70 años un aspecto formidable: un hombre elegante que peina unos largos mechones blancos hacia atrás, con los ojos grandes como pomelos, una voz honda y algo rasgada. Paul Auster visita Madrid unas horas después de la muerte de John Ashbery y tiene todos los focos apuntándole: se cuentan con los dedos de una mano los escritores que despiertan esta expectación. Paul Auster está tranquilo, apoya los hombros en la pared, cruza las manos, levanta un poco el pie izquierdo. Su presencia en el Espacio Fundación Telefónica, en un lugar privilegiado de la Gran Vía, es casi digna de un jefe de Estado. Luego se sienta frente a la prensa, que se cuenta por decenas, y se coloca un audífono para la traducción.
¿Cómo afectará el atentado de Barcelona en su turismo?
Barcelona sufrió el pasado jueves el peor atentado desde Hipercor: una furgoneta arrolló a toda velocidad y en La Rambla a cientos de personas y al menos 15 han muerto, según cifras oficiales. Los días pasan y el miedo permanece; ahora el sentimiento de seguridad se ha transformado en un anhelo y la conciencia de la vulnerabilidad se extiende en los barceloneses. Es un temor comprensible y muchos ciudadanos se preguntan si este podría afectar a la imagen de Barcelona en el mundo. Lo cual se puede trasladar en forma de pregunta: aquellos viajeros que habían pensado en volar a Barcelona, ¿mantienen el interés tras el ataque yihadista?
El recuerdo eufórico y arrepentido de un periodista adicto al crack
David Carr vivió una larga cuesta abajo disparado y sin frenos cuando descubrió los senderos de la droga, que le transformaron en un hombre terrible. Muchos años después, siendo un periodista exitoso y reverenciado en The New York Times, quiso explorar aquella sala oscura que era su pasado y abordarla en un libro que se llamaría La noche de la pistola, editado ahora en España por esa caja de sorpresas que es Libros del K.O. Carr dejó cadáveres en el camino –en un sentido figurado– y viajó a los lugares donde vivió, entrevistó a docenas de personas que conocieron al antiguo yo y le quitó el polvo a un buen puñado de documentos archivados que incluían fichas policiales y sentencias judiciales.
Esteban Crespo: “María Pedraza es el mayor descubrimiento del cine español en diez años”
Esteban Crespo (Madrid, 1971) es el ejemplo de que uno no sabe hacia dónde lo llevará la vida. Por supuesto que a Esteban siempre le apasionó el cine, que nunca dejó de escribir, que no se le pasó por la cabeza decir basta. Pero cuando tuvo que elegir, por azar o por convencimiento, se decantó por la Arquitectura. “Lo que hice antes de decidir fue visitar la Escuela de Cine (ECAM), que estaba haciendo el traslado a la Ciudad de la Imagen», cuenta. «Fui hasta allí y no me atendió nadie. Tuve una sensación malísima, malísima, y salí por patas”.
La vida de Ahmad en España después de la guerra
Antes de venir a Madrid, Ahmad era arquitecto en Alepo y se había comprado un coche nuevo, tenía un piso y esperaba su segundo hijo junto a su mujer, que es española, de origen árabe. La conoció en unas vacaciones que ella pasó en Siria. “Yo la vi, y ahí empezó todo”, me cuenta. Se casaron en 2008 y un año más tarde nació su primera hija. La vida avanzaba tranquila y en calma: Ahmad tenía su oficina de arquitectura y un negocio de decoración y reformas y su mujer trabajaba en casa y cuidaba de su hija, muy pequeña. “Éramos felices”, me dice.
Hunter S. Thompson, un salvaje alarido de libertad y parodia
Escribió Tom Wolfe que la vida de Hunter S. Thompson, como su obra, fue «un alarido largo y salvaje de libertad y parodia».
Carla Simón en la Berlinale
Hace año y medio estudiaba un máster de cine en Londres, parece poco, y un año después se puso a rodar una película que es la fotografía del verano en que perdió a mamá.