El referéndum ilegal del 1 de octubre es el verdadero mito fundacional del independentismo. 1714 está demasiado lejos. El 1 de octubre es una herida abierta que ha de mantenerse así. A partir de ese otoño, y de sus consecuencias políticas y jurídicas, el independentismo extrae toda su legitimidad hoy.
Como todo movimiento de masas, el independentismo ha sufrido un empeoramiento ético y estético con el pasar de los años
El mayor Trapero confirmó esta semana ante el Tribunal Supremo lo que hace unos días había declarado el exjefe de los servicios de Inteligencia de los Mossos, Manuel Castellví: el Gobierno de la Generalitat, con el President Puigdemont al frente, decidió no desconvocar el referéndum, a pesar del alto riesgo de desórdenes públicos que preveían los mandos policiales.
En el programa de sátira política de TV3, Polònia, se representa regularmente a los jueces del Tribunal Supremo como figuras casposas y con el crucifijo siempre a mano en esta suerte de nacionalcatolicismo 2.0 que es, para ellos, la democracia española.
Como en las obras de Shakespeare, la vida. Hasta el final no se sabe si estamos ante una comedia o una tragedia. A ver, por tanto, cómo acaba el procés.
Laura Fàbregas opina en el Subjetivo sobre el juicio del procés contra los 12 líderes del 1-0, un juicio que «no es una valoración que impugne a nuestra democracia; servirá para perfeccionarla».
Dentro de unos días, se iniciará en el Tribunal Supremo la vista oral del juicio contra los instigadores del procés, circunstancia que con previsible automatismo ha renovado la atención de los medios extranjeros sobre España. Hemos leído comentarios editoriales sobre la inquisición medieval y recomendaciones de indulto, mientras el independentismo redoblaba su campaña para presentarse como víctima de un injusto delito de opinión.
Imagino a la joven víctima de “la manada”, cómo debe estar pasándolo durante el juicio contra los cinco hombres que abusaron de ella, la vejaron y la violaron, y encima ha de soportar escuchar sandeces y barbaridades como que si no tenía lesiones y arañazos es porque no se resistió, y que no debía estar muy traumatizada cuando desde que ocurrieron los hechos hasta la fecha, según el informe de unos detectives, salió a veces con amigos a tomar una cerveza o a alguna fiesta. Imagino a esta joven de 18 años, lo que estará viviendo, e imagino su voz, y en ella todo el dolor y la rabia concentrados.
Las imágenes del juicio de Gürtel en las que ha declarado como testigo el presidente Mariano Rajoy están pixeladas, como granuladas, son de mala calidad. Son fotografías de pantallas de televisión, de la señal de vídeo de la Audiencia Nacional, porque no se permiten cámaras de la prensa en la sala. El efecto es potente.