Un vídeo inédito de los Beatles en Japón sale a la luz tras una larga batalla judicial
En las imágenes se puede ver a los cuatro músicos descender sonrientes del avión, vestidos con kimonos, y luego tocar delante de una multitud enloquecida
En las imágenes se puede ver a los cuatro músicos descender sonrientes del avión, vestidos con kimonos, y luego tocar delante de una multitud enloquecida
Los Beatles han fascinado a varias generaciones y aún hoy debaten los sabios qué los hizo incomparables
Fue un viaje que intentó superar —sin éxito alguno— la crisis interna que balanceaba el ambiente de tensión. Sólo era un espejismo. Al llegar a Londres, nada había cambiado
En Penny Lane hay un barbero, y seguramente también habrá algún banquero en la oficina de TSB que ocupa el cruce con Allerton Road. La tarde de mayo del año pasado que estuve por allí no vi ningún bombero, pero en la esquina frente a la peluquería hay un wine bar -en realidad un pub bastante corriente- que se nutre de locales y también atraerá de vez en cuando algún turista despistado como yo.
Puede parecer una contradicción y de hecho lo es, pero existen famosos a los que no conoce nadie. Son esos a los que Xavi Sancho llama en este artículo “nanofamosos”. Celebridades de Instagram, o de Youtube, o de Vine, con cientos de miles de seguidores, a veces millones, y cuyos nombres suenan a chino fuera de su ¿minúscula? ¿gigantesca? burbuja de popularidad digital. Son gente como Cameron Dallas, Cory Kennedy, Dulceida o Gianluca Vacchi. Anónimos sin mayores méritos, cuyos quince minutos de fama no suelen durar más de un par o tres de años y a los que, aun sin profundizar demasiado en su obra, resultaría fácil confundir con macarras de bolera zumbándose el dinero de papá, adolescentes insustanciales capaces de ametrallar faltas de ortografía incluso hablando y exhibicionistas del esperpento que avergonzarían hasta a un tertuliano de deportes.
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