«Deberíamos preguntarnos qué juraron entonces y cómo han podido mantenerse fieles a ello durante los últimos cuarenta años. Porque lo jurado en 1964, pongamos por caso, no pudo ser la defensa de un Estado democrático»
«Los españoles somos, por clima, temperamento e infraestructuras, un pueblo a la intemperie. El país con mayor densidad de bares del planeta»
Ayer el pueblo venezolano se echó de nuevo a la calle, valiente como siempre, para evidenciar por enésima vez el rechazo social al régimen de Nicolás Maduro, sucesor del narcoestado instaurado bajo la dirección del régimen castrista de La Habana, en esa “invasión consentida” que ha sumido a Venezuela en la miseria con un Gobierno ilegítimo que se mantiene imponiendo el terror.
Cataluña arde. Y Rajoy busca bomberos. Los ha encontrado en Bruselas y en otras capitales, y ahora cruza el Atlántico a traerse bajo el brazo un titular, una palmadita en la espalda, un “Mariano, Make Spain great again”. La reunión con el presidente estadounidense –lo saben los adláteres de Dastis y las gentes de Moncloa–, sin embargo, es de alto riesgo. Las cosas en esta Casa Blanca no funcionan de manera tan linear como antaño.
A veces fantaseo con soluciones sencillas a problemas complejos. Ya saben, con eso que los cuñados llaman “cuñadismo”. Es vox populi que a los problemas complejos les corresponden soluciones igualmente complejas y únicamente al alcance de unas pocas mentes privilegiadas iniciadas en los arcanos del embrollo padre. Y yo estoy de acuerdo con ello. Pero lo que me pide el cuerpo cuando dejo que mi troglodita interior prevalezca sobre ese barniz de socialización que llevo a cuestas es cortar por lo sano y que sea lo que Dios quiera.
En la foto de Baz Ratner observamos a un soldado israelí encendiendo un cigarrillo. No sabemos qué fuma. Alrededor suyo un tanque, unos colegas y la impedimenta al uso. El Ejército israelí va a reducir las sanciones a la soldadesca que sea castigada pecuniariamente por fumar marihuana o hachís durante sus permisos, hecho que hasta ahora se penalizaba severamente con hasta penas de dos meses de prisión. Pero van a seguir sancionando a quienes fumen porros de servicio. O sea, que creen que las guerras y los porros no son compatibles.
Según la agencia Reuters, la escuela rusa ‘General Yermolov’ “motiva a sus mejores valores con formación militar y patriotismo” y “permite a los alumnos experimentar cómo es un entrenamiento militar. Realizan ejercicios físicos como los de los militares profesionales, e incluso se les instruye en el manejo de armas”.
Ésa fue una de las lindezas que los animales de Alsasua escupieron sobre los dos guardias civiles y sus parejas mientras les pateaban: “Molestáis por existir”. ¡Claro! Y, si molestáis por existir es lógico -¿qué digo lógico? casi justa correspondencia- que la alegre y combativa muchachada vierta su odio contra los molestos. Porque el odio, además, no es ningún significante vacío sino uno muy lleno de sí mismo. Y tiene un objetivo muy claro: amedrentar; llenar el espacio público de miedo para vaciarlo de democracia, para hacer imposible la convivencia en respeto y libertad.
El Credo del Legionario es ese ángel poético con el que se soporta el polvo del desierto, la comida prefabricada, la lejanía del hogar y la novia por carta. Un credo sacado del bushido, ideado por Millán Astray, que es que Millán-Astray no daba para más en lo lírico, pero aquí lo clavó. La Legión, la mejor tropa de infantería del mundo, rindió el miércoles (como todo el Ejército) honores al Jefe del Estado, y lo que queda para el telediario es lo de siempre: la cabra haciendo de cabra frente a la Princesa, que hace de Princesa. España tiene esas cosas: nuestros más avezados mártires quedan para el aplauso de cuatro ‘jubiletas’ cuando desfilan un 12-O o un Jueves Santo.