«Lo mejor de la civilización pasa por el reconocimiento del valor de cada vida individual»
Pernando Barrena, en 2009, uno de los líderes políticos de la mafia etarra, escribió que “los terroristas de hoy puede que mañana no lo sean; depende de quién escriba la historia”, razonamiento que explica perfectamente cuáles son las intenciones de la banda terrorista una vez que asumió que ha sido policialmente derrotada por el Estado de Derecho y especialmente por los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado.
Mientras tanto, los ricos son hoy más ricos y los pobres más pobres que hace cien años. Los gobernantes de izquierda no han cumplido sus promesas: El anterior presidente, también del FMLN, terminó su gobierno salpicado por escándalos de corrupción. Y la violencia urbana produce más muertes que la guerra civil del pasado.
Las mujeres gritamos Basta y eso no basta. Los gobernantes no salen de minuto de silencio por cada una de las asesinadas. Los medios de comunicación hablan de mujeres que mueren y desaparecen, como si desaparecieran voluntariamente o murieran de muerte natural. Estamos ante un problema mayúsculo de la sociedad que hay que enfrentar con educación, leyes y el compromiso de los hombres. No podemos mirar más para otro lado. No podemos recluirnos en ciudades de mujeres para que no nos maten.
165 civiles murieron en ataques producidos entre el 3 y el 15 de julio, según cifras oficiales las bajas en momentos de pausa humanitaria se mantuvieron en proporciones regulares y desde el inicio del conflicto hasta hoy 17.302 personas han resultado heridas.
Después de cualquier consulta telefónica, en la que te hacen una encuesta para valorar la satisfacción del cliente tras el servicio recibido tendríamos que mandarlos a todos a ese paraíso llamado tomar por el culo
No se trata de saber quien tiene la culpa, ni quien empezó primero, ni si es justo responder a la ofensa con evidente desproporción de medios, ni sirve de nada contabilizar los muertos de uno u otro bando. Detrás de cada uno de ellos hay una tragedia que no debió producirse nunca.
Gastamos millones de dólares en aparatos para medir la intensidad de una gran tormenta, la dimensión, y el lugar afectado, pero no hay dinero para ayudar a estos países a preparase para la tragedia
Cuando escribo esto miles de personas siguen desaparecidas y decenas de localidades aisladas