«Siempre que muere algún escritor famoso lo primero que hago es pensar en los periodistas que tienen que hacer la nota rápido para que esté lista para el cierre»
María Jesús Espinosa de los Monteros
«Muchos de los periodistas que hoy frecuentan congresos, sedes y senados saben que mantener conversaciones cabales con ciertos políticos se ha convertido en algo tan difícil como perseguir a una ballena blanca»
«En la política democrática se pueden hacer muchas cosas, menos perder las formas: porque son la sustancia»
«Sánchez se reúne con quien haga falta e incluso visita fábricas pese a estar rodeados de positivos, pero los periodistas no pueden preguntarle cuando se viste de Churchill»
«En México el silencio es tan letal como una bala. Es un arma de doble filo: si no callas, pagas con tu vida; si lo haces, pagan otros –y este año ya van más de 20.000 personas asesinadas–»
En la Vida de Gnaeus Robertulus Gravesa, ese ligerísimo divertimento en el que Robert Graves recrea su vida como la de un poeta romano, aparece un epigrama sobre un artista que descubre el éxito con una fórmula para pintar “conejos cómicos”. En esta vida es importante descubrir tu fórmula para pintar conejos cómicos. ¡Que me lo digan a mí, que me he hecho columnista a los cuarenta después de intentar que me tomasen en serio! A cierta edad, preferiblemente antes, conviene darse cuenta de que no se puede crear cada día de la nada y que, si miras bien en las carpetas del ordenador del curro, seguramente alguien ha hecho ese trabajo antes y se puede cortar y pegar.
Hace poco me escribía con un amigo ruso, disidente veterano, mediante correo electrónico Barcelona-Moscú. Hablamos del concepto “democracia de imitación”, acuñado por el historiador Dmitri Furman, para describir la Rusia de las últimas décadas. Un término que enmarca lo que hay entre la democracia liberal y el autoritarismo. Cáscara democrática —elecciones, pluralidad de partidos y medios— y fondo autoritario. “Es útil incluso hoy en día, para explicar la situación en Venezuela”, me decía mi amigo. Yo, arrastrado por mis propias obsesiones, establecía la comparación con China.
Me he pasado al mal llamado “lado oscuro”. Muchos periodistas calificamos así a los consultores políticos. Quizá porque la mayoría de las veces desconocemos su labor y la imperiosa necesidad de trabajar juntos. Ambos actores se necesitan. Ahora lo sé. En estos diez años como cronista política he observado que los pocos que se han acercado, enseguida los hemos calificado de “vendehumos”. Sobre todo, cuando matizaban lo pronunciado por su candidato para que la frase, un poco salida de contexto, no abriera portada al día siguiente.
María Jesús Espinosa de los Monteros
Cuando escribí mi primera reseña para la revista Mercurio sentí que había entrado en un grupo selecto, en el corazón de un conjunto de escritores y periodistas a los que admiraba