«Alfredo constituía uno de esos últimos perfiles políticos que se pueden denominar hombres de Estado»
En 2013, en un acto de conmemoración a Margaret Thatcher, el político tory Boris Johnson dijo que “la desigualdad es esencial para despertar la envidia y permitirnos estar a la altura del vecino; es, como la codicia, un valioso estímulo de la actividad económica”. A continuación elogió a los “Gordon Gekkos” (el personaje del inversor en la película Wall Street, interpretado por Michael Douglas) de Londres y su papel en el crecimiento económico.
La pasada semana, la escritora Laura Freixas escribió un tuit en el que difundía unas líneas del último ensayo del filósofo político Manuel Arias Maldonado, editado en Anagrama. El texto del tuit, que a su vez acompañaba una foto con el párrafo del libro, decía así: “Juro que he empezado este libro sin prejuicios, con buena voluntad. He resistido 59 páginas (de argumentos sinuosos, tramposos, tirar la piedra y esconder la mano) y lo he dejado al llegar a este párrafo. No hará falta que lo comente, ¿verdad?”.
María Jesús Espinosa de los Monteros
El líder político de un partido de ultraderecha -con el que, por cierto, comparto apellido pero no consanguinidad- dijo el otro día: “Me cuesta creer que el cine sea cultura. La cultura es ballet, música, zarzuela, ópera… El cine ha sido el gran mimado de los progres, y eso se va a acabar. Los productores han usado el cine como arma cultural y eso se ha acabado». Más allá de ese tono de sheriff fanfarrón, lo que desvelan las palabras de Iván Espinosa de los Monteros, vicesecretario de VOX, es una profunda ignorancia y una anemia cultural que parece ya irrecuperable.
1. Despiértese. 2. Lávese los dientes. 3. Saque a pasear al perro (u observe al gato). 4. Hágase un café. 5. Llame al Congreso. Una llamada diaria al Congreso, una visita mensual a su representante local ante la Cámara o el Senado, la creación de un grupo de respuesta rápida formado por familiares y amigos para protestar allí donde sea necesario… y así hasta 10 recomendaciones.
Casi a la vez que Pedro Sánchez llegaba en helicóptero a la finca toledana de Quintos de Mora, como para un safari de queseros con sus ministros, Quim Torra se reunía con Puigdemont en Bélgica, tras su Línea Maginot.
No es un mal ejercicio pedagógico en este asueto sofocante recuperar la serie-documental La Transición de la periodista Victoria Prego.
La película de Robert Zemeckis Regreso al futuro partía de una fantasía comprensible: todos queremos saber cómo eran nuestros padres antes de nosotros, incluso estaríamos dispuestos a viajar al pasado siempre y cuando tuviéramos la vuelta al presente asegurada.
Tras su huida a Bélgica, Carles Puigdemont se ha erigido como el máximo baluarte de la aplicación del 155 en Cataluña. El expresidente catalán sigue convencido de que le pertenece a él la legítima presidencia de la Generalitat de Cataluña y ha arrastrado a sus fieles representantes en el Parlamento catalán a bloquear la formación de un Govern durante meses, impidiendo que prosperase cualquier alternativa algo menos frentista, hasta que ha logrado encontrar a un acólito dispuesto a guardarle el sitio.