Premio merecidísimo que recibió con la humildad de quien nunca se ha creído importante. Porque a Núria Espert la fama jamás se le ha subido a la cabeza y eso se nota en las entrevistas, en sus intervenciones, en su emotivo discurso al recibir el prestigioso galardón el pasado mes de octubre. Y se nota también en sus interpretaciones.
Cuando el jurado le concedió el Princesa de Asturias lo hizo por “ser una de las personalidades más sobresalientes y prolíficas del panorama interpretativo, trascendiendo todos los géneros escénicos”. Ella, en su discurso explicó y resumió a la perfección quién es Núria Espert: “El teatro se apoderó de mí a los 13 años. Me eligió. Al principio, suavemente, pero en tres, cuatro años, se había convertido en dueño absoluto de mi vida, de mis deseos, de mis sueños. Cada vez con más fuerza, con más exigencia”.
Su carrera está llena de éxitos, con inolvidables representaciones en obras como ‘Yerma’ de Federico García Lorca, ‘Divinas Palabras’ de Valle-Inclán, o ‘Salomé’ de Oscar Wilde, interpretando también a otros autores como Brecht, Sartre, Casona, Spríu, por no hablar del teatro clásico. El Princesa de Asturias es el último de los numerosos premios que ha recibido, entre los cuales están el Nacional de Teatro, la Medalla de Oro del Gran Teatro del Liceo, o el Premio del Círculo de Críticos de Teatro de Londres a la Mejor Dirección, concedido por su exitosa dirección en 1986 de ‘La Casa de Bernarda Alba’ en Londres, entre otros muchos, dentro y fuera de España. Su aportación a la cultura es, sin duda, una deuda que el país tiene con ‘la Espert’, la gran Dama de los escenarios.