El alcalde republicano busca, con esta medida, la simpatía del presidente Trump, que ordenó el miércoles cortar los fondos federales a las cerca de 300 «ciudades santuario» del país que se niegan a arrestar y contribuir a la deportación de inmigrantes sin papeles.
Ciudades santuario como Nueva York, Los Ángeles, San Francisco y Chicago anunciaron que, pese a las amenazas de Trump, van a continuar protegiendo a los inmigrantes, pero el alcalde de Miami siempre ha rechazado esta etiqueta que le impuso el año pasado el Departamento de Justicia de «ciudad santuario». Su presencia en esta lista se debe a que la policía local se negaba -hasta este jueves- a detener a los inmigrantes indocumentados requeridos por el gobierno federal a menos que Washington pagara los costes de su encarcelamiento. La decisión de Giménez fue saludada efusivamente por el nuevo presidente estadounidense: «El alcalde de Miami-Dade abandonó la política de los santuarios. Buena decisión. ¡Fuerte!», escribió Trump en su Twitter.
El alcalde ha explicado al diario Miami Herald que su decisión de ordenar la detención de los inmigrantes requeridos por el FBI, yendo a contracorriente de la mayoría de las «ciudades santuario» del país, es financiera, no ideológica. «Me quiero asegurar de que no pongamos en peligro los millones de dólares en fondos que obtenemos del gobierno federal por un asunto de 52.000 dólares», explicó Giménez, quien votó por la demócrata Hillary Clinton. Esa cantidad, 52.000 dólares, es lo que le habría costado al condado el año pasado detener a los inmigrantes en prisiones locales.
Según el centro de estudios Migration Policy Institute, Florida alberga 650.000 inmigrantes indocumentados. Es el cuarto estado del país con mayor número de personas sin papeles después de California, que tiene más de 3 millones, Texas, con 1,5 millones, y Nueva York, con 870.000.