«La generación más preparada de la historia es un timo, pienso: si bien gozan de más ofertas educativas que sus antepasados, veo a estos jóvenes de ahora muy desorientados, sobre todo tan vulnerables»
No existe —aún— la advocación de Nuestra Señora de la Lectura Lenta, pero estoy en ello. En mi opinión, la riquísima iconografía de María leyendo nos ofrece un mensaje que eleva la lectura a la dignidad del sacramento: Leed, porque mediante la lectura, el verbo se hace carne.
Es cierto que el nivel de distracción es mayor ahora, o mejor dicho, las tentaciones están más al alcance de la mano. Pero también la información. Y en cualquier caso, eso no solo afecta a los jóvenes.
Permítame el lector rogarle que, por unos instantes, se figure la siguiente escena. Un caminante, de no muchas luces, se topa, mientras atraviesa un frondoso bosque, con un río que debe por fuerza franquear si de llegar a su destino se trata. El hombre empero vacila, pues siente miedo de la corriente y no divisa ni aguas arriba ni aguas abajo vado alguno que le facilite el tránsito.
¿Qué pasa en las escuelas? ¿Qué estamos haciendo mal los profesores? ¿Quién infunde la violencia en los alumnos? ¿Dónde se genera el odio? ¿Cómo es posible que un alumno vaya a clase armado de cólera? ¿Por qué este malestar? ¿Quién es el enemigo?