
Qué fue de los cafés de tertulia madrileños
La última noche que entré en el Café Gijón era jueves y aquello parecía muerto y en silencio. No había humo, ni tertulias, todos descansaban en sus sillones, todo era espacio entre las mesas, y no había caras ni conocidas ni desconocidas, quizá una o dos a las que uno puede poner nombre. Sentado de espaldas a la barra se podía ver aquello, entre las cañas a 4,60 y la ración mínima de patatas, como un funeral alargado en el tiempo, como un viajar al pasado en un sentido estrictamente espacial. ¿Qué fue de las viejos cafés de tertulia?