La investigación llevada a cabo por un equipo de investigadores de la Universidad Técnica de Múnich (Alemania), liderados por Shawn Bishop, explica que «las estrellas masivas que terminan su evolución con una explosión cataclísmica, llamada supernova de tipo II, son los motores nucleares de la nucleosíntesis galáctica». Estas estrellas emiten el componente hallado en los fósiles, el Fe 60, un elemento radioactivo que no puede producirse en la Tierra y que, por lo tanto, prueba que los primeros humanos se vieron «bañados» por la radioactividad producto de una supernova. Un artículo publicado en The Atlantic plantea la posibilidad de que la radiación de las supernovas pudieron afectar la evolución al tener la capacidad de crear mutaciones en el ADN, pero lo más probable es que la radioactividad, que sí se ha relacionado con la desaparición de varias especies marinas, no afectara a los humanos.