«Trump ha condenado el supremacismo blanco. Pero no resulta creíble porque él ha asumido ese lenguaje racista»
En su viaje para epatar a la floreciente Norteamérica, Oscar Wilde pudo comprobar que él, jactancioso en el servicio de aduanas al especificar “no tengo nada que declarar salvo mi talento”, se iba a enfrentar a un mundo feroz, agreste y despiadadamente competitivo.
El vínculo entre las masacres escolares y el síndrome de los losers no es absoluto, pero la correlación es fuerte. La literatura del caso de Columbine, predecesor a todas las masacres actuales, apunta en esa dirección.
En la finca de los abuelos había una escopeta de perdigones apoyada en una esquina, entre el mueble de la entrada y la pared. Al terminar la sobremesa, cuando hacía bueno, salíamos al jardín a reposar bajo la parra y a practicar nuestra puntería
Cuando hablamos de tiroteo asumimos que al menos hay dos personas equipadas con armas de fuego que se disparan una a la otra con el objeto de alcanzar al contrario o de contenerlo en el lugar en que se encuentre. Por ello, los asesinatos etarras de tiro en la nuca no contarían como tiroteo, sino a lo sumo como ejecuciones en su sentido metodológico.
La violencia no es, claro, patrimonio de Estados Unidos. Muchas sociedades cultural, económica y socialmente avanzadas son violentas, y también otras que no lo son e, incluso, comunidades de primates como los chimpancés muestran que la violencia forma parte de las relaciones sociales .