Abel Azcona: "Mi muerte llegará pronto y será un proceso artístico"
«La muerte es para muchas personas no solo un derecho sino también un regalo, y yo prefiero un fin decidido y empoderado que un fin utópico»»»
Abel Azcona tiene solo 32 años, pero ya tiene planeada su muerte. Lleva «trabajando» en ella varios años y, como todo en su vida, será «un proceso artístico». «Hace algunos años propuse este proyecto, que en un corto período de tiempo pondrá fin a mi vida, tanto física como conceptualmente», nos cuenta el propio artista, que llega a la entrevista rigurosamente vestido de negro, como viene siendo habitual en él, y acompañado de su novia.
Azcona se define como una persona «difícil», un azote político para un sistema que lo «obligó a nacer». Piensa que el amor es un «trastorno del apego socialmente afectado» y ve la eutanasia como algo light. No cree en la palabra felicidad y considera que el Gobierno es un «bukkake» donde «Pedro Sánchez y Pablo Iglesias ponen el pene y el resto se arrodillan». José Guirao fue para él un buen ministro de Cultura.
Hijo de una prostituta toxicómana y de padre desconocido, «posiblemente un cliente de mi madre», asegura que no debería haber nacido y que el mayor acto de amor que ha vivido es que su madre lo intentase abortar hasta en tres ocasiones.
Abel Azcona es conocido por realizar performances polémicas que en algunos casos han sido investigadas por la justicia –tiene siete querellas por diferentes piezas artísticas y hace unos meses se exilió en Portugal– como la obra donde escribió la palabra «pederastía» con hostias consagradas en un antiguo convento de Berga (Barcelona). Azcona también ha estado en las listas de Al Qaeda tras su proyecto ‘Eating a Koran’. En la pieza, iniciada en Berlín en octubre de 2012, el madrileño ingiere las páginas de un ejemplar del Corán. «He temido en más de una ocasión por mi integridad física, pero si estoy haciendo una pieza en la que pongo mi cuerpo al límite, no navegar por el hilo de la muerte sería de cobardes», explica.
Con una infancia marcada por los abusos y los malos tratos y una adolescencia que transcurrió entre las drogas, la prostitución y la delincuencia, ahora busca controlar su propia vida decidiendo dónde, cómo y cuándo morir.
¿Cómo te estás preparando para esta obra? ¿Siendo tan joven uno puede estar listo para morir?
En los últimos seis o siete años, lo único que me da paz es saber que tengo eso cuando quiera tenerlo. Cuando eres una persona inestable, tener una especie de fin o de meta exacta te da estabilidad.
No tengo miedo a la muerte. La entiendo como un momento en el que podré descansar, mi mente podrá descansar, y creo que llegará pronto y lo entenderé como un proceso artístico. Me obligaron a nacer y considero que el día que realice esta pieza podré cerrar un ciclo, podré darle un sentido ideológico a muchas de mis piezas que podrán cerrarse de esta forma.
¿Tienes fecha ya para ella?
Sí, será en un corto medio plazo de tiempo. En el entorno que yo nací, con una madre consumiendo heroína, no debería de haber nacido. Nací como objeto político y así moriré, pero ahora seré yo quien controle mi muerte ya que a mi madre el sistema la obligó a tenerme.
¿Te has planteado ser padre?
Sí, pero intento ser responsable con mi propio discurso, e igual que digo que mi madre no me debería de haber tenido, yo tengo una serie de taras y condiciones actuales que no sé si pueda evolucionar y no tengo la capacidad, ni la necesidad, ni considero que el derecho de ser padre de un niño con los trastornos mentales que tengo.
–Abel Azcona sufre trastorno límite de personalidad: «En determinados momentos puedo ver distopías, sobre todo en lo relacional. Veo situaciones de abandono, odio, miedo donde no las hay. Tengo la idea de que como mi madre me abandonó todo el mundo lo hará, esa sensación de desconfianza plena»–.
Hasta los siete años Azcona vivió en una familia en la cual sufrió abusos y malos tratos. A partir de los siete fue adoptado por una familia «conservadora», «adinerada» con la que nunca consiguió tener un vínculo familiar. Por ello es que desde los 17 a los 19 años acaba en la calle en busca de esos orígenes maternos. Las drogas y la prostitución se adueñan de nuevo de él, pero esta vez, en primera persona. «Me sentía mejor en la calle en esos ambientes de prostitución y consumo que con mi familia de adopción», relata, y prosigue: «Los años en la calle fueron para mí más fáciles que los años de adopción, porque durante esos años tuve una educación de religión católica en la que no podía ser yo, en la que no me permitían hablar de mi pasado, en la que yo estaba totalmente anulado. En la calle me sentía más vivo y más persona y vinculado a mis orígenes que nunca».
Sin embargo, también recuerda que durante esos dos años vivió unos de los episodios más dolorosos de su vida. «Un día el SAMUR me recogió de la calle y me llevó a un lugar en Princesa. Allí había señores de 70 años que abusaban de mí varias veces. Sin embargo, en estas situaciones difíciles yo me movía mejor que con mi familia adoptiva. Era más mi entorno», se confiesa.
¿Son tus obras una forma de curarte, de sanarte, de reconciliarte con tu niñez?
La palabra terapia a mí no me gusta porque implica cura, y hay cosas que no se pueden curar, aprendes a vivir con ellas; puedes conseguir una estabilidad, pero no curarte. Me gusta la palabra catarsis. Durante dos años de mi vida estuve asexual porque repetía patrones de abuso sexual en todas las personas que yo conocía. Sufro de terrores nocturnos, que es que todo lo que yo pienso lo verbalizo, lo veo y lo siento de verdad. Hubo un momento en que sentía que me violaban por las noches. Entonces, por la mañana veía a la persona con la que hubiese pasado la noche y sentía que me había violado de verdad. Tuve que hacer mucho trabajo y trabajar mucho la sexualidad a través de mis proyectos artísticos hasta poder disfrutar de la sexualidad. Fue una terapia de choque lo que hice con ‘Empatía y Prostitución’.
Penetración, palizas, sexo anal, agresividad… Hasta 200 personas pasaron por el cuerpo de Abel Azcona con su proyecto ‘Empatía y Prostitución’, que tuvo lugar en Madrid, Bogotá o Houston durante 2013 y 2014. Con él, el artista buscaba establecer un vínculo con su madre biológica mediante la prostitución, ya que a cambio de cien pesos colombianos, un euro o un dólar su cuerpo era propiedad de quien lo quisiera durante tres minutos. Azcona se ofrecía desnudo a los visitantes de las galerías, sobre un lecho de sábanas blancas, para que tuvieran intercambios de intimidad o relaciones sexuales con él.
«Empathy and Prostitution» by Abel Azcona from Abel Azcona on Vimeo.
¿Con esta obra no vuelves al pasado y dejas de nuevo que abusen de ti y te hagan daño?
Sí, pero ahora lo decido yo, y unas de las herramientas que tengo para trabajar el dolor es más dolor; he aprendido a funcionar así. Tengo la capacidad de soportarlo y crear una especie de proceso catártico potente. Si eso se hace en un sitio público donde hay 500 personas mirando, y sirve para hacer un ejercicio crítico donde la gente sale transformada, u odiándome, con el sabor de mi polla en su boca, u horrorizada, me parece que el proceso catártico es más colectivo.
¿Y tú como sales?
Yo salgo jodido, pero he aprendido a funcionar así, me siento mejor en ese terreno hostil y de maltrato, que en un terreno de positivismo, de cariño y de amor.
¿A día de hoy puedes disfrutar del sexo después de todas las situaciones de abuso que has vivido?
Sí, he aprendido a entender el sexo como algo placentero, aunque hay momentos de mi vida en los que estoy más vulnerable y no me apetece porque lo vivo más como abuso.
¿Cuál ha sido tu performance mas importe?
El nacer. Me obligaron a nacer y ese acto político es lo más performativo que yo voy a realizar. Nunca realizaré una pieza más importante que esa.
Ahora, Azcona, en mitad de la pandemia del coronavirus, se las ha apañado para hacer un performance en Hispanoamérica titulado “España os pide perdón”. Una obra viva con la que pretende hacer reflexionar sobre el genocidio y la colonización y que ya ha suscitado cientos de críticas en las redes sociales. De esta forma, la última obra del autor Abel Azcona anuncia una revolución en América Latina.
¿Eres feliz?
No creo en la palabra felicidad, subsisto y creo que con eso es bastante.
Así despierta hoy La Habana. Una de las más de veinte ciudades protagonistas de la nueva obra “España os pide perdón” del artista Abel Azcona. pic.twitter.com/X8hPzRdN0n
— Estudio Abel Azcona (@abelazcona) May 29, 2020
¿Le tienes miedo a algo?
A vivir.