Hacia una agricultura con propósito
El consumidor europeo busca que el ciclo de vida del producto sea 100% sostenible


El consumidor europeo hoy en día es más exigente y está concienciado con el planeta. Por eso, no sólo demanda frutas y hortalizas con un sabor excepcional. Quiere que el ciclo de vida del producto sea 100% sostenible, así como que exista en las empresas agrícolas un compromiso social con su entorno y una gestión corporativa que cuide a sus trabajadores y colaboradores, a la vez que fomente la igualdad e inclusión.
Cada día más voces del sector agrícola español están asumiendo los beneficios ambientales, sociales y también económicos de transformar sus cultivos para que puedan ser certificados como ecológicos. Una concienciación que no debe plantearse como oportunidad de mercado o tendencia, sino como un compromiso con el entorno en el que se trabaja, siempre alineados con los valores de la organización.
Es verdad que la subida de costes para el ciudadano europeo, como consecuencia de inestabilidad geopolítica y sus consecuencias en la cesta de la compra, están provocando un ajuste en el bolsillo de las familias y un menor consumo de producto bio, ya que la mayor inversión económica que se requiere para su producción trae consigo que su precio sea algo más elevado. Pero este hecho coyuntural no debe hacernos perder el norte.
Por tanto, la sostenibilidad ESG, basada en criterios ambientales, sociales y de buena gobernanza, es el gran desafío del sector agrícola español para seguir avanzando. Cuestiones como el cambio climático, la economía circular o el uso de materiales 100% reciclados están siendo abordados por las empresas del sector, así como la confortabilidad social de un tejido laboral multicultural.
Las Naciones Unidas estiman que en el año 2050 habrá 9.700 millones de personas en todo el mundo. Para alimentar a la población mundial, el único camino es producir con parámetros responsables.
Por eso, la sostenibilidad debe formar parte del ADN de las empresas agrícolas. En Campojoyma, una empresa afincada en la provincia de Almería, la llamada huerta de Europa, lo tenemos claro desde que la fundé en el año 2004. No sólo quería crear una organización que lograra la certificación ecológica para nuestros productos. Siempre le he dicho a mi gente que debemos ir más allá, y demostrar un compromiso real con el entorno en el que vivimos.
En nuestro caso aplicamos medidas enmarcadas, y certificadas, como agricultura biodinámica, con el propósito de ser protectores proactivos del territorio en el que trabajamos: practicamos el laboreo agrícola tradicional que favorece el equilibrio natural del entorno; tenemos terrenos en diferentes provincias, buscando las condiciones climáticas más naturales para el cultivo y dejando periodos para el descanso de la tierra; respetamos las zonas de vegetación autóctona, que actúan como setos y contribuyen a la diversidad vegetal; aportamos los medios necesarios para el descanso, alimentación y reproducción de numerosas especies animales; y facilitamos la entrada y salida de animales para hidratarse y cediéndoles zonas de refugio.
Paralelamente, utilizamos la agricultura como herramienta para retener a la población en zonas rurales. De esta manera, nuestros cultivos en la falda norte de Sierra Nevada, en los municipios de Abla y Abrucena, contribuyen a evitar la despoblación de estas localidades de la provincia de Almería, sembrando, entre otros productos, col china bio y convirtiéndonos en el mayor productor mundial en ecológico de esta hortaliza.
Igualmente, desarrollamos proyectos sociales propios o en colaboración con ONG que favorecen la inclusión social, y en 2018 realizamos una acción en Gambia para enseñarles a los lugareños a crear cultivos propios con los que alimentarse. Además, a los consumidores del mañana les explicamos los valores de la agricultura ecológica con huertos bio en los colegios.
Este es nuestro propósito, enmarcado en un Plan de Sostenibilidad alineado con seis de los ODS de las Naciones Unidas. Cada empresa agrícola debe analizar en qué puede comprometerse, para englobar los criterios ambientales, sociales y de buen gobierno.
Estas medidas ambientales y sociales deben ser alimentadas con resultados económicos positivos que permitan generar empleo y riqueza para el entorno en el que se trabaja. En nuestro caso, la estrategia responsable es un valor ante los mercados bio más exigentes, lo que nos ha permitido situarnos como líder de la agricultura bio en España.
Campojoyma es una clara demostración de que el consumidor europeo valora el producto ecológico y el relato sostenible que existe detrás de las empresas agrícolas responsables.