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Disfrutar del verano sin dejar huella

No es solo una cuestión de dónde vamos, sino de cómo llegamos, dónde dormimos, qué consumimos y cómo nos relacionamos

Disfrutar del verano sin dejar huella

Varias personas con maletas. | Europa Press

Viajar bien no es solo cuestión de descubrir lugares nuevos, también va de cómo lo hacemos. Cada vez somos más los que, al planear nuestras vacaciones, nos preguntamos: ¿cómo puedo disfrutar sin dañar el entorno? ¿Cómo puedo descansar sin desconectarme del todo del mundo que quiero cuidar?

La buena noticia es que no hay que renunciar a nada para conseguirlo. Se puede viajar con consciencia, sin dejar huella (o dejándola lo más ligera posible) y sin perder el disfrute por el camino. De hecho, cuando lo haces así, el viaje gana otra dimensión.

Viajar ha sido siempre una forma de abrir la mente, de llenarte de nuevas ideas, de desconectar y reconectar a la vez. Pero, además, es cierto que esta industria representa un 8% de las emisiones globales de carbono. Así que no es solo una cuestión de dónde vamos, sino de cómo llegamos, dónde dormimos, qué consumimos y cómo nos relacionamos con los lugares que nos acogen.

Y esto no va de sentirse culpable. Va de tomar decisiones distintas, de ir encontrando nuestras propias formas según nuestros valores, recursos y estilo de vida, de movernos por el mundo de una manera más coherente.

Todo empieza al elegir el destino. Hay países y regiones que se lo están tomando en serio: protegen su biodiversidad, promueven economías locales, apuestan por energías limpias y limitan el turismo de masas. Países como Costa Rica o Eslovenia están marcando el camino. Sin embargo, no hace falta irse tan lejos. En muchas ocasiones basta con descubrir joyas más cercanas, menos saturadas y con una oferta muy amplia que pone en valor lo auténtico.

Después viene cómo llegamos a nuestro destino. Siempre que puedo, elijo el tren: es más limpio, más relajado y mucho más bonito. Si toca volar, intento compensar la huella de carbono y, al llegar, me muevo andando, en bici o en transporte público. No solo por responsabilidad, también porque te obliga a mirar más despacio, a observar que para mí, es parte de lo mejor de viajar.

El lugar donde te alojas también importa… y mucho. En mi caso me gusta buscar hoteles o casas rurales que tengan historia, que trabajen con proveedores locales, que usen energías renovables, que cuiden los detalles. Algunos tienen certificaciones, otros simplemente trabajan con un propósito claro. Y cada vez hay más opciones originales: eco-glampings, alojamientos autosuficientes, estancias en plena naturaleza…

Las actividades que elijo también han cambiado. Me atraen las propuestas que cuidan el entorno y que permiten conectar de verdad con el lugar: rutas por parques naturales, buceo respetuoso con la fauna marina, talleres con comunidades locales, visitas a proyectos de conservación… A veces incluso me apunto a pequeñas experiencias de voluntariado. Porque devolver algo al lugar que me acoge hace que todo cobre más sentido.

Y, cómo no, está la comida, comer bien es parte esencial del viaje. Pero hacerlo bien también implica elegir productos locales, de la comunidad, únicos, frescos y de temporada. Comer en mercados, descubrir sabores nuevos, apoyar a quienes cocinan con pasión desde lo cercano. Comer con propósito sin renunciar al placer.

Y termino con algo que para mí es fundamental: el respeto por la cultura, por las personas y por los animales. Me cuesta entender que aún se normalicen actividades que implican sufrimiento o explotación. Así que prefiero apostar por experiencias que enriquecen, que generan valor para las comunidades locales, que celebran las tradiciones sin apropiarse de ellas.

Viajar con propósito no significa hacerlo perfecto, sino hacerlo con intención, desde la consciencia, la curiosidad, el respeto y las ganas de cuidar lo que nos rodea. Porque sí, nuestras decisiones, aunque sean pequeñas, importan. Y porque cuando viajas así, no solo disfrutas más, también vuelves distinto, con otra mirada, con más consciencia, con el deseo de seguir moviéndote, viajar bien no es solo descubrir el mundo, sino también protegerlo.

¿Cuál es tu próximo destino?

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