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Elon, Amancio o por qué las escuelas de negocio tienen que ser como Zara

Vivimos en la era de la transformación y los cambios no esperan

Elon, Amancio o por qué las escuelas de negocio tienen que ser como Zara

Tienda de Zara. | EP

Deja de hacer scroll un segundo y piensa en esto. Estás echando un vistazo a Instagram y ves unas zapatillas, una camiseta, una chaqueta bien que lleva a alguien que sigues. En cuestión de segundos, lo estás buscando en tus tiendas preferidas…y ¡match!, la encuentras en Zara. Tardas menos de una inspiración y una exhalación en meterla en el carrito. Ya está. Simple, directo, rápido. Y todo porque Zara no vende ropa: vende estar al día.

Ahora piensa en tu formación y en las opciones que puedes encontrarte para «estar al día» en tu profesión. ¿Tienes la misma sensación? Spoiler: va a ser que no. Durante décadas, las escuelas de negocio han sido el sancta sanctōrum del conocimiento. Ibas, te matriculabas, estudiabas uno o dos años y salías con un título que prometía abrirte todas las puertas. Un plan perfecto para un mundo… que ha cambiado por completo y que va como los cohetes de Elon (cuando el hombre consigue que despeguen…). Y claro, lo que uno aprende en un máster se ha quedado obsoleto cuando vas a hacer el segundo.

Amancio Ortega entendió muy pronto algo muy sencillo: la gente no quiere esperar seis meses a que desde París o Milán nos digan qué tenemos que ponernos este invierno. Quiere que lo que ve en TikTok hoy esté en su armario mañana. Zara vio antes que nadie que las tradicionales temporadas primavera-verano y otoño-invierno tenían los días contados y empezó a sacar decenas y decenas de nuevas «temporadas» cada año. A Zara y sobre todo, a sus legiones de clientes, ya no les importaba que ya fuera primavera en El Corte Inglés. El retail se convirtió en algo ágil, vivo, pegado a la calle.

¿Y qué tiene que ver el tocino con la velocidad, o sea, Zara con la formación? Pues porque hoy en día lo que nos encontramos son programas rígidos con horarios cerrados, gente pasando no menos de doscientas diapositivas por sesión en una sala, temarios que tardan muy poco tiempo en quedar desactualizados. Un traje a medida… para una vida que ya no existe. Lo que hoy se demanda no es un título colgado en la pared. Lo que necesitamos es un fondo de armario formativo: programas que puedas combinar, temarios de distintos colores, colecciones de formación (outfits completos) que se adapten al momento. Hoy liderazgo híbrido, mañana inteligencia artificial o ciberseguridad, pasado, sostenibilidad. Es como en Zara: no te compras toda tu ropa en una temporada. Vas picando, actualizando, mezclando. La clave es estar siempre a la última. Pero en la formación de las escuelas de negocio hoy por hoy no veo esa posibilidad.

Vivimos en la era de la transformación y los cambios no esperan. La tecnología, la gestión del dato o la inteligencia artificial avanzan a tal velocidad que a los seis meses de haber salido del aula los «nuevos conocimientos» ya son «viejos conocimientos». La sostenibilidad nos enseña que no basta con una acción puntual, sino con un compromiso diario. Con la formación pasa lo mismo: no es un máster y listo, es un hábito que se sostiene en el tiempo.

Ahora necesitamos entrenar constantemente como si de nuestros músculos se tratara, ejercitar el aprendizaje y la formación para no quedarse fuera de juego. Y todo esto pasa sobre todo por escuchar, observar, conocer lo que piden las empresas, los profesionales y los directivos. ¿Qué demanda el mercado? ¿Qué nuevas tecnologías son las que están marcando el pulso? ¿Qué es lo más novedoso en management? Zara no dicta tendencias desde una torre de marfil. Sale a la calle, escucha, observa a su público. ¿Por qué las escuelas de negocio no hacen lo mismo? La pasarela de la formación no está en un aula. Está en el mercado.

Dicho esto, que nadie se asuste. No hablamos de educación desechable. Hablamos de formación ágil, práctica y aplicable. Programas cortos, intensivos, que cambian cada trimestre, en grupos pequeños y seleccionados, casi ad hoc y personalizados. En espacios de conversación abiertos, de intercambio de experiencias. Bidireccionales, multisectoriales, verticales y con alumnos multinivel. Escuelas que personalicen el gap de conocimiento evitando la estandarización y el café para todos. No estamos hablando de «fast learning». Hablamos de formación líquida. Porque seamos sinceros, lo que necesitamos no son más diplomas que acumulen polvo en LinkedIn sino conocimiento real, práctico y aplicable.

En esta época en la que la tecnología en general y la inteligencia artificial en particular están teniendo un impacto histórico en nuestras vidas, acelerándolas al máximo, en un momento en el que tenemos que tener reflejos felinos para sobrevivir y en el que la incertidumbre cotiza al alza y lo estable es el cambio constante, la única manera de estar al día es crear ecosistemas de formación y conocimiento flexibles y ágiles que no nos limiten. El gran obstáculo no son los contenidos, ni siquiera la tecnología. Es la mentalidad. Pasar de la solemnidad académica al dinamismo que se vive en la industria de la moda. De enseñar conceptos para toda la vida a diseñar colecciones de conocimiento que sorprendan, enganchen y, sobre todo, sirvan.

El futuro de las escuelas de negocio pasa por convertirse en los Zara de la formación: ágiles, cercanas, irresistibles. Quien entienda que la educación debe ser líquida, ágil y cercana al mercado será quien vista a los líderes del mañana.

Porque nadie quiere ir con hombreras en 2025… ni con temarios de 2010.

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