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Poder empezar de nuevo: el reto de un país

Esta Navidad, el mayor acto de sostenibilidad puede ser garantizar que ningún niño ni niña tenga que reconstruir su vida

Poder empezar de nuevo: el reto de un país

Cada noviembre repetimos los mismos gestos: el alumbrado se enciende, las calles comienzan a llenarse, empezamos con las compras y el balance de fin de año. Lo que hemos logrado, lo que debemos mejorar, lo que quedó pendiente, pero aún podremos proponernos para el próximo año. Al fin y al cabo, el 1 de enero podremos empezar de nuevo

En España, hay muchos niños y niñas que saben bien lo que significa comenzar de cero. Lo hacen cada vez que sus familias se enfrentan a la incertidumbre de llegar a fin de mes, de poder pagar el alquiler y las facturas, de dejar una actividad extraescolar porque no pueden permitírselo o cuando renuncian a algo básico, como poner la calefacción o comer carne y pescado. Y es que uno de cada tres niños en nuestro país vive en riesgo de pobreza o exclusión social. Vivir en un equilibrio tan frágil implica reconstruirse una y otra vez. 

Pero esa necesidad de empezar de nuevo no es solo una realidad española. En muchos lugares del mundo, millones de niños y niñas sobreviven a guerras, a catástrofes climáticas o a crisis económicas que los obligan a recomponer su vida una y otra vez. La pobreza, los conflictos o el desplazamiento tienen un mismo rostro: el de la infancia y sus familias que, pese a todo, siguen buscando la manera de seguir adelante

Ese es precisamente el mensaje que lanza al sector privado este año Save the Children con su campaña de Navidad, dedicada a quienes no eligen volver a empezar, pero lo hacen igual, cada día. La iniciativa El regalo de empezar de nuevo es una invitación a las empresas para que conviertan su compromiso social en un motor real de cambio y ayuden a estos menores a recuperar su presente y su futuro: educación, salud, protección y seguridad. 

En un momento en que la sostenibilidad se enfrenta a su propio examen de madurez, el regalo de empezar de nuevo es también un recordatorio de qué significa realmente tener propósito. No basta con formularlo o lanzar mensajes corporativos, hay que sostenerlo incluso cuando el contexto se vuelve incierto.

Las empresas que deciden mirar a la infancia e invertir en ella no lo hacen solo por solidaridad o filantropía, sino por coherencia e implicación social. Porque cuidar del presente de quienes más lo necesitan es la forma más auténtica de proyectar un futuro común para todos. En un año en el que muchos volveremos a hablar de metas, crecimiento, impacto o rentabilidad, la pregunta debería ser otra: ¿qué parte de ese crecimiento deja espacio para que otros puedan tener un nuevo comienzo? 

Esta Navidad, el mayor acto de sostenibilidad y propósito corporativo puede ser precisamente ese: garantizar que ningún niño ni niña tenga que reconstruir su vida solo y acompañarlos a poder empezar de nuevo.  

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