Gorka Olmo: "Siempre he flipado con el poco valor que se da al arte en la educación"
Gorka Olmo vive en La Arboleda, un pueblo que crece entre árboles y montañas en la provincia de Vizcaya, donde no hay escándalo ni ruido y en el mejor de los casos habitan 500 personas. Gorka Olmo vive y trabaja en La Arboleda, donde tiene su estudio de dibujo, donde se siente tan cómodo que se siente culpable. Tiene 32 años y vivió cinco en Madrid, pero dice que no lo cambia, que de momento no vuelve, que solo por unos días para promocionar el libro –Cosas dentro de otras– que acaba de publicar con la joven Paripé Books.
Gorka Olmo vive en La Arboleda, un pueblo que crece entre árboles y montañas en la provincia de Vizcaya, donde no hay escándalo ni ruido y en el mejor de los casos habitan 500 personas. Gorka Olmo trabaja en La Arboleda, donde tiene su estudio de dibujo, donde se encuentra tan cómodo que se siente culpable. Tiene 32 años y vivió cinco en Madrid, pero dice que no lo cambia, que de momento no vuelve, que solo por unos días para promocionar el libro –Cosas dentro de otras– que acaba de publicar con la joven Paripé Books.
Gorka Olmo es uno de los ilustradores jóvenes más talentosos en España y ha publicado sus dibujos en medios como El País Semanal, Vanity Fair o Forbes. Dice el periodista Guillermo Alonso –en lo más parecido a un prólogo que hay en el libro– que sus dibujos “tienden a retratar espacios cerrados y objetos de la vida doméstica convertidos a veces en algo mágico y otras en algo inquietante”.
¿Cuándo comenzaste a dibujar?
Pues si tuviera que ser estrictamente realista sería difícil, no recuerdo cuándo empecé. Porque empecé como todos los niños, lo que pasa es que yo nunca lo dejé. La gente, en algún momento, lo va dejando. Yo seguí hasta ahora. Aunque creo que hay un punto claro, cuando quieres dedicarte a esto de manera profesional: en el momento en que te haces las primeras tarjetas. En mi caso fue en 2010 cuando lo hice y empecé a hacer exposiciones y a tomármelo un poco más en serio.
Me interesa algo que has dicho: hay un momento en el que unos lo dejan y otros continúan. Como que el interés existe, pero no la vocación.
Supongo que tiene que ver con eso y con cierta presión. Cuando eres adulto, se presupone que tienes que hacerlo bien. Pero de niño, no. No tienes esa presión. Y si quieres seguir, sigues. Si no, pues lo dejas. Aunque no sé si los niños de ahora dibujan. No me quiero poner rancio.
Yo creo que sí, mis sobrinos dibujan.
Es algo natural, es plasmar una idea. Antes que escribir, dibujas.
¿Recuerdas ese primer dibujo del que te sentiste satisfecho?
En realidad no los guardo yo. Los tienen quienes les hacía gracia que dibujara. Seguro que si los viese ahora les daría ese valor nostálgico. No tengo nada.
¿Eras de dibujar en clase?
Era muy mal estudiante. Mis libros de texto estaban… Me salía, antes que escribir, hacer dibujos.
¿Cómo se tomaron en casa que dijeras que te querías dedicar a eso?
[Ríe] Es que era lo único que podía hacer. Mi padre es artista y lo entendió. De hecho, fue él quien me dijo que comenzara a tomármelo más en serio. No fue ninguna sorpresa, tampoco supuso ninguna lucha. Es que no había otra. Fue todo muy natural.
¿Tuviste algún momento de duda?
No. Bueno. A ver. Soy bastante inseguro. Ahora porque estamos haciendo una entrevista y tienes que ir superando etapas, pero fue una evolución bastante natural. Creo que las dudas te surgen cuando la gente espera cosas de ti. Pero nunca sobre dedicarme a esto.
¿En qué tipos de arte buscas inspiración, más allá de la pintura?
Soy un tipo bastante normal. Me gustan el cine, las series, los cómics… Estoy bastante influido por algunas personas del cómic. Me refiero al cómic europeo, el americano ni lo toco. Me gusta mucho el estilo con mucho detalle, que se plantee un escenario y tenga miles de detalles. Alguien lo ha ideado para que todo esté en su punto.
Te gusta el detalle y el contenido.
Sí, soy muy barroco. Cuanto más, mejor. Desde luego.
¿A quién acudes cuando te falta la inspiración?
A mí mismo. Aunque en realidad tengo dos partes muy separadas. Cuando estoy inspirado, apunto un montón de cosas: hago listas, hago bocetos. Cuando me pasa eso, que antes me echaba las manos a la cabeza, echo mano de los bocetos para seguir trabajando. En los momentos de crisis que he tenido, la inseguridad de la que hablábamos antes, empiezo el dibujo y ya solo es seguir. Lo más creativo es hacer el boceto, que te cuesta 20 segundos plasmarlo. El resto del proceso es pico y pala.
¿Y no buscas en otros artistas?
Sí, claro. Me gusta Javier Aramburu, Pablo Ladel… Hay inspiración en cualquier parte. Yo soy muy popero. A veces me siento más influido por otro mundo que por cierto artista que me tiene que gustar. Igual me influye más la letra de una canción que el dibujo de un ilustrador.
Qué persigues más con tus dibujos: ¿aturdir o emocionar?
Jo, creo que ninguna de las dos. Lo siento. Solo busco divertirme. Cuando hago algo, lo hago para divertirme. No pienso en el receptor. O pienso en mí como receptor. Es que nunca sabes cómo se va a tomar otra persona el dibujo. El otro día me preguntó una chica que si un dibujo del libro, que tiene tres orcas metidas en un recipiente, era una protesta animalista. Le dije: ‘No, pero qué guay que lo veas así’. Yo dibujo cosas que me gustan, que me divierten. ¡Y por supuesto que estoy en contra del maltrato animal! Pero no lo he hecho para eso. Soy muy disfrutón.
Entonces tu único propósito para dibujar es divertirte.
Sí, y enseñármelo a mí mismo. Muchas veces todo lo que enseño ha pasado por mi propio filtro. ¿Sabes la cantidad de dibujos que no han pasado mi filtro? Otros que no han pasado el del editor, pero… [Ríe] Pero dibujo mucho y hay algunos a los que no le doy más oportunidad que un cuarto de hora. Mi propósito es divertirme.
¿Cómo surgió este libro?
Hace un tiempo participé en dos exposiciones en la Fresh Gallery y Pato [Patricio Binaghi, editor de Paripé] me dijo que me quería proponer una cosa. Estaba haciendo una editorial nueva y quería contar conmigo para un libro. Yo le dije que bien, que encantado de la vida.
Si tuvieras que quedarte con un dibujo del libro y quemar el resto, ¿cuál sería?
A ver, soy Géminis y soy un veleta. Pero creo que con este: Espiráculo congestionado. [En la fotografía]. Me gusta mucho. Me parece un dibujo de puta madre, siendo uno de los más sencillos, sin tener una carga emocional para mí.
¿Cómo se sobrevive en España como artista?
Yo me dedico a esto. Supongo que soy artista. Pero desde el mundo del dibujo te digo que está muy mal valorado. No solo en lo económico. La gente me sigue diciendo que a ver si le hago un dibujo. Y si me cae bien, se lo hago. Pero no te sientes valorado. También hay gente que te dice que qué guay, que has sacado un libro. Y luego te pregunta a qué te dedicas. ¡Pues a esto! ¡Lo estoy intentando, joder! A la gente le cuesta imaginarse que quieres vivir de algo que para ellos es tan simple. El dibujo es lo que más satisfacciones me da.
También creo que si se trabaja gratis, hay que hacerlo con cabeza. Quiero decir que tienes que enterarte de a quién va a ir dirigido y si al resto de la gente le pagan. Si es un festival de música muy precario, donde no se paga a los músicos, pues no te van a pagar a ti. Pero si me piden hacerlo, lo hago porque igual me caen bien. Otra cosa es que me vengan con todo el morro y por ajustarse un presupuesto me mangoneen. Lo intentan. Te hierve la sangre.
¿En algún momento te ha tocado compatibilizarlo con otro trabajo?
Sí, me ha tocado compaginarlo con otros trabajos. Pero el dibujo siempre ha sido mi ocupación central.
¿Cómo te imaginarías la vida si no tuvieras el dibujo?
Fregando escaleras. [Ríe] No sé hacer otra cosa, de verdad. Era muy mal estudiante. Es lo único a lo que siempre me he dedicado. De verdad.
¿Cómo de malo?
Malo. Pésimo. Un desastre. Aunque a los profesores les hacía mucha gracia que dibujase bien, veían que tenía algo que hacía bien. ¡Es que ni gimnasia! Mira, te digo una cosa. Siempre he flipado con el poco valor que se le ha da al arte en la educación. Recuerdo que plástica, que para mí eran las vacaciones, esas dos horas que dábamos, recuerdo que los profesores lo valoraban cero. Un día dijeron que, como íbamos un poco atrasados en matemáticas, iban a utilizar esas dos horas. Yo me dije: ¡esto qué es! ¿Tan poco valor se le da a que el crío haga lo único que le gusta?
Echabas de menos más falta de educación artística.
Sí, más hincapié en educación artística. No sé por qué se la da tan poco valor. Y te hablo desde mi experiencia: si no dibujabas en plástica, acababas haciéndolo en matemáticas. ¡La de exámenes en blanco que he entregado con dibujos alrededor!
¿Crees que han cambiado mucho los conceptos estéticos con Instagram?
No, pero creo que estamos todos más contaminados, en el buen sentido. Antes, si te interesabas por el dibujo, tenías que ir a verlo a un galería e interesarte. Ahora ves diseño gráfico desde una aplicación. También creo que deberíamos relajarnos a la hora de quejarnos con el tema de copiar a otros artistas. Ahora todos estamos continuamente consumiendo imágenes, o seré yo que me dedico a esto. No le veo el lado negativo.
Si tuvieras que pedir un deseo para ti, ¿cuál sería?
Que los directores de arte se abran un poco al pop. [Ríe] ¡Y que me bailen un poco el agua!