De Nietzsche a HAL de la mano de Stanley Kubrick, así es el recorrido de 'Más allá de 2001: Odiseas de la inteligencia'

La nueva exhibición de Fundación Telefónica Más allá de 2001: Odiseas de la inteligencia, se adentra en la estética y las premisas de la obra maestra de Stanley Kubrick para hacer un recorrido por el desarrollo de la inteligencia. Tal y como en la novela de Arthur C. Clarke, la exposición nos guía desde los orígenes al futuro de la inteligencia humana hasta uno de sus proyectos más ambiciosos: la inteligencia artificial, haciendo énfasis en la relación entre ambas. La muestra podrá verse en la planta cuarta del Espacio Fundación Telefónica, en Madrid, entre el 31 de octubre y el 17 de febrero.

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¿Qué es el mono para el hombre? ¿Qué es la inteligencia? ¿Es posible construir una mente humana de forma artificial? Estas son algunas de las cuestiones que explora Más allá de 2001: Odiseas de la inteligencia, la nueva exposición de Fundación Telefónica, comisariada por la experta en media art Claudia Giannetti con asesoría de Ramón López de Mántaras, Director del Instituto de Investigación en Inteligencia Artificial del CSIC.

La relación entre arte, ciencia y tecnología, es un marco fundamental para explorar nuestra inteligencia, nuestra creatividad y nuestro uso de nuevas tecnologías, explica a The Objective la comisaria de la exposición Claudia Giannetti, quien ha explorado la relación entre arte e inteligencia artificial desde los años 90. Al respecto de utilizar a ‘2001: Odisea del espacio’ como hilo conductor afirma que cuando Kubrick se planteó hacer ‘2001’ junto con Clarke, ellos de hecho se estaban planteando tres grandes preguntas completamente filosóficas que se hacen evidentes en una segunda lectura de la película que son: de dónde venimos, dónde estamos y hacia dónde vamos. «Nuestra exposición también está articulada en tres secciones donde intentamos plantear cuáles son los orígenes de nuestra inteligencia; dónde estamos en este momento en esa relación entre inteligencias humanas e inteligencias artificiales, y sin duda terminar planteando la gran cuestión que es: a dónde nos llevará esta relación entre mentes y sistemas artificiales».

Por su parte, López de Mántaras apunta que en los años 70, 2001: Odisea en el espacio no solo fue una gran inspiración sino que hasta cierto punto marcó una agenda para los investigadores que  se sintieron interpelados por muchos de los temas tratados por Kubrick y Clarke y muchas de los avances tecnológicos que se planteaban en la película, como la lectura de labios, y en general la avanzadísima capacidad de interpretación del mundo de HAL 9000.

En un segundo nivel, la exhibición tiene una subestructura articulada alrededor de grandes 10 preguntas, que plantean aspectos relevantes acerca de la inteligencia humana y de las potencialidades de las tecnologías de IA y cuyas respuestas son sugeridas por las piezas, instalaciones y documentos que acompañan cada espacio.

Primera sección: El despertar de la inteligencia

Esta primera parte se adentra en el cerebro humano y sus redes neuronales, y se muestra la relación simbólica entre el árbol de la evolución, el árbol del conocimiento  y la red neuronal humana, ejemplificada por los dibujos originales de células neuronales de Santiago Ramón y Cajal de 1899 presentes en la muestra y que muestran cómo partimos de lo biológico para construir lo tecnológico.

Otras piezas destacadas en esta sección es la instalación audiovisual del artista inglés Mat Collishaw, homenaje a ‘2001’; el original de ‘Arbor scientie venerabilis’ con el dibujo del árbol del Conocimiento (1515) de Ramón Llull y también el guion original de ‘2001’ y una bomba atómica moderna. 

Segunda sección: En el universo de la IA

El segundo momento de la exposición es el que trata la interacción ser humano-máquina. Esta sección nos muestra cómo hemos desarrollado inteligencias dedicadas a la resolución de problemas, al juego y a las acciones autónomas. Lo que Ramón López de Mántaras, llamó en la rueda de prensa «inteligencias específicas» (Narrow Intelligences), que son justamente lo contrario a HAL en la película, especialistas en una tarea concreta. 

Al respecto, destacó que echando la mirada atrás en este espacio es curioso ver cómo lo que en un principio se pensó era lo más difícil de desarrollar en una inteligencia artificial, como por ejemplo jugar ajedrez (algo bastante icónico en la historia de la IA), terminó siendo un reto relativamente sencillo, pero en cambio otras tareas que parecían bastante más sencillas han representado décadas de trabajo que están lejos de llegar a su fin. 

Entre las piezas destacadas de este eje está el ‘Ajedrecista’ (1912), de Leonardo Torres Quevedo, primera máquina analítica del mundo de carácter autónomo y funcional con tecnología electromecánica. Torres Quevedo, en opinión de Gianetti, fue el gran pionero de la concepción de lo que podía llegar a ser una inteligencia artificial y esta pieza es la prueba. 

Otras piezas importantes son la primera carta de Kubrick a Arthur C. Clarke en la que le sugiere colaborar en la película; un cuadro generado por la IA: ‘The Next Rembrandt’ (2015); los dibujantes robóticos de ‘Human Study #1’, de Patrick Tresset y la instalación interactiva DATA | ergo sum, del colectivo 3DInteractivo, un grupo de ingenieros-artistas que trabajan con software de simulación e interactuación 3D.

Data | ergo sum, emula la capacidad de visión panóptica del ojo de HAL 9000, explora la capacidad de visualizar y extraer datos de nuestro cuerpo. «La instalación observa y graba el comportamiento de los espectadores sin que ellos sean conscientes de que están proporcionando una cantidad abrumadora de datos; alrededor de 20.000 en tan solo 20 segundos» explican sus creadores Ana Marcos y Alfonso Villanueva. Los datos son además tratados por algoritmos de IA que añaden capas de valor como las 6 emociones que el psicólogo Paul Ekman definió como básicas en su estudio sobre expresiones faciales: sorpresa, alegría, desdén, tristeza, miedo e ira.

Tercera sección: El futuro de las inteligencias y más allá del infinito

Este último eje aborda el porvenir de la relación entre las inteligencias, entre la mente humana y la máquina, y explora las posibilidades que giran alrededor de conseguir una futura simbiosis cerebro-ordenador, la singularidad, y potenciales seres transhumanos.

Una obra destacadas de este apartado es la alucinante instalación ‘The Mutual Wave Machine’ de Suzanne Dikker y Matthias Ostrik, que explora, literalmente, si dos personas están o no «en la misma onda» y qué se siente vivir esa experiencia consciente. El estudio se realiza utilizando algoritmos neurocientíficos y cascos de electroencelografía que exploran la empatía de dos personas a través su actividad cerebral.

El público puede participar pero tiene que apuntarse con antelación para esta actividad y los que no participen podrán ser testigos de la interacción a través del material semitranslúcido que forma los caparazones.

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La exposición es gratis, estará abierta en la tercera planta del Espacio Telefónica, en Madrid, del 31 de octubre hasta el 17 de febrero de 2019, y estará acompañada de una serie de charlas, actividades y talleres.