Con humor, grafismo, admiración por personajes del antiguo Hollywood y mucho anclaje con sus raíces españolas, así es la obra de Miguel Caravaca. En tiempos pre COVID, cuando no estaba pintando, dedicaba su tiempo a pinchar discos en distintos locales de la noche madrileña.
El estudio de Miguel Caravaca se encuentra en la sierra de Madrid. Nos cuenta que allí ha permanecido desde el inicio del confinamiento: «Desde que se decretó, hice acopio de pinturas, lienzos, sprays y no he parado, pinto muchas horas al día, como un trabajo al uso», nos cuenta. Al preguntarle por su formación como artista nos dice que es plenamente autodidacta: «Pinté por primera vez hace tres años, surgió de una forma muy casual, quería hacer un regalo para alguien especial y pensé que ‘darle vida’ a ese lienzo en blanco abandonado que tenía en casa, lo sería». El regalo fue un éxito y así empezó su fugaz carrera en el competitivo mundo del arte.
Miguel se desmarca drásticamente de muchos de sus colegas contemporáneos: «No me gusta definir mi estilo porque no me gustan las etiquetas». Además, pinta por encargo, lo cual no sólo admite ser una salida comercial sino que lo toma como un reto constante: «Me lo propongo como un aprendizaje, algo que me saca de mi zona de confort». Y sobre su público, precisa: «Es gente muy variada, de diferentes edades y lugares, pero siempre coinciden en que les atrae mi paleta de colores. Hace un tiempo una relojera Suiza me pidió que retratase al relojero Kurt Klaus, ícono del mundo de la horología por inventar el calendario perpetuo de la firma. Ahora me piden sobre todo grandes formatos para las distintas estancias de la casa. Se nota que nos hemos dado cuenta de que tenemos que cuidar más el espacio que habitamos».
Sobre sus propias elecciones a la hora de pintar, lo tiene muy claro: le apasiona el grafiti y aunque nuca haya grafiteado en las calles, utiliza el spray en la mayoría de sus cuadros. «Soy del centro de Madrid, desde pequeño me llamó la atención el arte urbano, las pintadas por las paredes de las calles y en los metros, así como las firmas con rotuladores. Dentro de los personajes que represento, tengo a mis ídolos, como Picasso; creo que fue el gran maestro y que su obra abarcó todo lo que un artista puede aspirar a crear».
Los recurrentes temas tradicionales españoles son parte del resultado de sus vivencias. «Iba desde pequeño a los toros con mi padre y desde niño tuve la suerte de poder acompañar a mi tío al palco de periodistas», nos cuenta haciendo alusión al crítico taurino Enrique Estremad, también conocido como «Don Blas», quien le transmitió el gusto y la afición por la lidia. Todo su colorido e imaginario artístico lo podemos conocer en la exposición titulada Kilómetro cero que estará en el Espacio Garaje Lola hasta el 10 de enero.