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Arte

Charlotte Johannesson, el tapiz como soporte reivindicativo

El Museo Reina Sofía le dedica a la artista sueca ‘Llévame a otro mundo’, una retrospectiva de 150 trabajos que se podrá ver hasta el 16 de agosto

'Llévame a otro mundo' | Museo Reina Sofia

Fue en los años 60 cuando Charlotte Johannesson se inscribió en la escuela de artes textiles de Malmö (Suecia). Su formación giró en torno a la artesanía tradicional pero, tal y como recuerda ella misma, «no te permitían tener ideas propias». Pero ella tenía muchas ideas que quería explotar de modo que aprovechó su formación y adoptó el telar como medio a través del que expresarse y poner en cuestión el canon artístico dominante. A pesar de su relevancia, su trabajo no ha sido conocido hasta fechas recientes, cuando una generación joven de artistas ha empezado a reivindicarla. Ahora, el Museo Reina Sofía le dedica Llévame a otro mundo, una retrospectiva de 150 trabajos que se podrá ver hasta el próximo 16 de agosto.

Se trata de la primera exposición que se le dedica a la artista sueca en España. «Es bastante hippie, no tiene recogida su obra ni tiene un almacén. Dijo que en su casa tenía un floppy disk de los años 80 y como no lo había pasado a soportes modernos no podía ver lo que tenía», cuenta Patricia Molins, coordinadora de la muestra.

Charlotte Johannesson, el tapiz como soporte reivindicativo  2Charlotte Johannesson, el tapiz como soporte reivindicativo  2
Una de las salas de ‘Llévame a otro mundo’ | Imagen vía Museo Reina Sofía.

Johannesson empezó su trayectoria con el telar, un medio tradicionalmente asociado a las mujeres y a lo artesano, al que «le da un giro para convertirlo en soporte artístico» y lo usa como una herramienta transcultural.

Una de sus fuentes de inspiración fue el trabajo de otra artista sueca, Hannah Ryggen, que también hizo uso del textil de una manera diferente a la tradicional para crear piezas críticas en las que combinaba elementos figurativos y abstractos. Johannesson, por su parte, introduce dibujos, frases y eslóganes con los que critica la sociedad que le ha tocado vivir: la política de su país, la guerra de Vietnam o el golpe de estado contra Salvador Allende en Chile en 1973. 

‘Atención – Las acciones hablan más alto que las palabras’ (1976). | Imagen vía Museo Reina Sofía.

Pero nunca hace una propaganda directa si no que «para hablar de represión policial crea un tapiz en lugar de un cartel con un texto». En su aproximación al arte hay una «reivindicación de los valores blandos que se están recuperando ahora pero durante mucho tiempo se ha hablado de la fuerza y la patada en el estómago que causa una obra», recuerda Molins.

Resulta interesante ver, añade, cómo hay unos motivos que repite y va mezclando a lo largo de sus años en activo. En su obra subyace la idea de la ampliación del mundo, de nuestra visión del mundo. El título de la muestra, de hecho, «hace referencia a los mapamundis y a esa idea de que queremos cambiar el mundo no solo políticamente sino por completo y el cerebro es el arma más poderosa».

Una de las salas de ‘Llévame a otro mundo’ | Imagen vía Museo Reina Sofía.

En 1978 la artista y su marido y colaborador, Esture Johannesson, viajan a California. Allí, compran un Apple II Plus, uno de los primeros computadores personales que salieron al mercado. Esto marca un punto de inflexión en su carrera pues «pasa del tejido al dibujo digital cuando aún no existían programas de dibujo», recuerda la coordinadora de la exposición.

«Puede parecer que pasa de la artesanía a algo más técnico pero sigue siendo artesanal porque no existen programas y todo lo hace mediante puntos y signos y lo imprime con plotter», apunta. Así, sus piezas se convierten en obras únicas pues «no crea un medio para reproducirlas en serie». 

Autorretrato (1981-1986). Gráfica digital. Cortesía de la artista vía Museo Reina Sofía.

Muy poco tiempo después fundaron en su casa Digitalteatern, una plataforma de experimentación y «producción de grabados a ordenador. Sture se centraba en la parte más técnica mientras que Charlotte creaba imágenes». Su casa se convirtió en un lugar de creación, de exposición y creación de redes.

Entre las gráficas digitales de la artista destacan series como Faces of the 1980s, retratos de personajes populares como Boy George, Ronald Reagan o David Bowie; Me and My Computer y Human med satellit, obras en las que combina imágenes del hiperespacio, autorretratos, figuras mitológicas o referencias tecnológicas.

Actitud de ataque (1977). | Imagen vía Museo Reina Sofía.

Sin embargo, la llegada de una nueva generación de ordenadores con una interfaz cerrada no le permitía investigar y explorar como ella quería, de modo que poco a poco abandonó la creación artística. En los años 90 se adentró en el mundo de la pintura hasta que en los 2000 abandonó el arte.

Su nombre no ha resonado demasiado porque Johannesson nunca estuvo dentro del llamado mercado del arte y nunca trabajó con la intención de obtener fama. Sin embargo, la recuperación de su obra por parte de una generación más joven ha hecho que la pionera en aunar la tecnología textil y la tecnología digital haya regresado al arte.

Una de las salas de ‘Llévame a otro mundo’ | Imagen vía Museo Reina Sofía.

De hecho, para la exposición del Museo Reina Sofía, Johannesson ha creado 20 nuevos textiles a partir de diseños digitales de la década de 1970 tejidos en un telar digital. Para ello ha reciclado algunos trabajos creados en Digitalteatern que nunca fueron expuestos y en los que podemos encontrar mapamundis, heroínas feministas, autorretratos, hojas de cáñamo y dibujos abstractos.