Los marcianos húngaros que convirtieron a Estados Unidos en una potencia científica
Estos marcianos emigraron de Hungría, unos antes de la Segunda Guerra Mundial y otros después, buscando mejores condiciones de vida
Hubo un grupo de matemáticos y físicos que emigraron en la primera mitad del siglo XX de Hungría a los Estados Unidos. Fueron conocidos como “los marcianos”.
¿De dónde viene ese nombre? El culpable es Leó Szilárd, el físico húngaro que concibió la reacción nuclear en cadena y que escribió la famosa carta (también firmada por Albert Einstein) dirigida al presidente de los Estados Unidos Franklin D. Roosevelt en agosto de 1939. Esta desembocó en el desarrollo del Programa Manhattan.
Szilárd bromeaba diciendo que los húngaros eran como marcianos. La paradoja de Fermi señala la aparente contradicción entre el número de mundos en el universo y la ausencia de sus habitantes. A esta cuestión, el húngaro contestó que los alienígenas ya estaban entre nosotros, pero que se llamaban a sí mismos húngciearos.
La colección de genios era la siguiente, aunque se podría ampliar: Paul Erdős, Paul Halmos, Theodore von Kármán, John G. Kemeny, John von Neumann, George Pólya, Leó Szilárd, Edward Teller y Eugene Wigner.
Su manera de hablar inglés, con un marcado acento húngaro, su ininteligible idioma natal, y su increíble valía intelectual, hizo que el nombre cuajara. Se decían descendientes de una avanzada marciana que aterrizó en Budapest en 1900.
Estos marcianos emigraron de Hungría, unos antes de la Segunda Guerra Mundial y otros después, buscando mejores condiciones de vida. Unos huían de los nazis alemanes y otros de los comunistas soviéticos. El gran beneficiado de esta emigración fue sin duda alguna Estados Unidos, que consiguió hacerse con científicos de talla extraordinaria que no solo conocían una disciplina, sino que transitaban entre varias con una creatividad vista pocas veces.
En el libro The Martians of Science, István Hargittai cuenta la historia colectiva de cinco de ellos: Theodore von Kármán, John von Neumann, Leó Szilárd, Edward Teller y Eugene Wigner.
Los cinco eran de Budapest, de familias judías de clase media-alta. Educados en escuelas excelentes, asistieron a universidades de corte técnico, completaron sus estudios en Alemania, y emigraron a Estados Unidos. El mayor era Von Kármán (1881) y le seguían Szilárd (1898), Wigner (1902), von Neumann (1903) y Teller (1908).
A principios de la década de 1930, visto el antisemitismo nacido tras la Primera Guerra Mundial, decidieron emigrar. No es de extrañar que luego tuvieran un papel destacado en la Segunda Guerra Mundial y en la Guerra Fría. Al final, ayudaron en gran medida a convertir a los Estados Unidos en una potencia científica.
Irónicamente, varios de estos húngaros dieron nombre a cráteres lunares: Szilard, Von Neumann y Von Kármán. Este último tiene también su cráter marciano.
La hija del marciano
Marina von Neumann Whitman es hija de unos de los marcianos, John von Neumann. En su libro The Martian’s Daughter: A Memoir traza la vida de su familia, que comienza con un genio matemático, pero que se diversifica en otras brillantes ocupaciones.
El fundador del clan, von Neumann, es a veces considerado el matemático más brillante del siglo XX. Aunque cada uno tiene sus preferidos, basta destacar algunos de sus logros para darnos cuenta de su relevancia: fundador de la teoría de juegos, pionero de la computación, hombre clave en el proyecto Manhattan, creador de los fundamentos matemáticos de la mecánica cuántica.
Pero Marina Whitman no es solo la hija de uno de los cinco marcianos. Se trata de una mujer excepcional: economista, escritora, profesora de la Universidad de Michigan y también ejecutiva de la industria del automóvil (en concreto, de la General Motors Corporation). La lista de sus doctorados honoris causa es impresionante, así como la de los cargos ejecutivos que ha tenido a lo largo de su vida.
En las décadas de 1960 y 70 se dedicó a la vida académica. Después se convirtió en la primera mujer que sirvió en el Consejo Presidencial de Economía y trabajó en la reforma del sistema financiero y monetario internacional.
Su padre no llegó a ver el triunfo de Marina en tantas y tan variadas áreas, ya que falleció relativamente joven en 1957, cuando Marina tenía solo 21 años.
En su libro, la autora no solo cuenta su propia vida sino también muchos detalles sobre su padre. Así, describe lo que supuso para ella crecer y tratar de destacar en una familia bajo la sombra de un padre tan famoso, de las estresantes expectativas depositadas en ella, y de cómo consiguió hacerse un hueco en un mundo dominado por hombres.
Cuando Donald Trump fue elegido presidente con su lema “Make America Great Again”, Marina von Neumann Whitman indicó que sus propuestas ponían en grave peligro las cosas que de verdad hacen a un país grande. En su artículo razonaba que dejar de invertir en el bien público puede llevarnos a la ruina social y económica.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.