Las patatas marcianas, el nuevo reto de la NASA
Los viajes a Marte siempre nos han parecido algo de ciencia ficción, pero cada vez parecen estar más cerca de ser reales. Antes de que por fin se lleven a cabo estos viajes al planeta rojo, hay muchos aspectos que se deben preparar cuidadosamente. Uno de ellos es la alimentación de quienes se embarcarán en esta emocionante y larga aventura espacial. Para que su investigación sobre Marte se haga realidad, las agencias espaciales deben encontrar la manera de que las naves pesen lo menos posible, por lo que será necesario que los astronautas tengan la posibilidad de cultivar su propia comida, para dejar así una gran cantidad de espacio libre.
Los viajes a Marte siempre nos han parecido algo de ciencia ficción, pero cada vez parecen estar más cerca de convertirse en algo real. Antes de que por fin se lleven a cabo estos viajes al planeta rojo, hay muchos aspectos que hay que preparar cuidadosamente.
Uno de ellos es la alimentación de quienes se embarcarán en esta emocionante y larga aventura espacial. Para que su investigación sobre Marte se haga realidad, las agencias espaciales deben encontrar la manera de que las naves pesen lo menos posible, por lo que será necesario que los astronautas tengan la posibilidad de cultivar su propia comida, para poder dejar así más espacio libre.
¿Cómo lo harán?
El Centro Internacional de la Papa (CIP) de Perú parece haber encontrado una manera de ayudar en esta complicada misión. Su objetivo es conseguir que las patatas puedan crecer en las condiciones atmosféricas de Marte, lo que supondría también que se podrán desarrollar en condiciones extremas en la Tierra. Las patatas marcianas plantean una más que probable solución para problemas como el hambre o la dificultad de cultivo durante épocas de sequía.
La última fase de este experimento comenzó en febrero de 2016, cuando se plantó en el CIP un tubérculo en un ambiente confinado, llamado CubeSat, que simulaba las condiciones climáticas del planeta rojo. Los resultados preliminares obtenidos del cultivo en este espacio simulado, creado por ingenieros de la Universidad de Ingeniería y Tecnología de Lima, son positivos, según informa el CIP.
Con la ayuda de científicos de la NASA, el CIP está llevando a cabo una investigación sobre algo en lo que ya tiene una amplia experiencia, ya que el objetivo principal de este centro es desarrollar raíces y tubérculos capaces de crecer en condiciones difíciles y terrenos poco propicios.
Además de los conocimientos de los investigadores del CIP, Perú cuenta con otra característica importante para poder llevar a cabo este experimento. El suelo del desierto de las Pampas de la Joya, en el sur del país, es muy similar al de Marte. Se trata de un suelo seco y salado que se debe fertilizar, por lo que quienes viajen a Marte en un futuro deberán preparar el suelo con una estructura suelta y con nutrientes para que las patatas obtengan el aire que necesitan para poder crecer.
¿Qué otros usos tienen las patatas marcianas?
Aunque en este caso se quieren aplicar los resultados a los viajes espaciales, lo cierto es que los estudios de esta organización son verdaderamente útiles en nuestro planeta, donde la patata es la base de la alimentación de millones de personas con pocos recursos. Además, muchas de estas personas viven en zonas áridas o que se convertirán en áridas en los próximos años debido al cambio climático, por lo que la posibilidad de seguir cultivando este tipo de alimentos supondría una gran ayuda para aquellos que no pueden permitirse pagar otro tipo de productos. El objetivo de las investigaciones del CIP es ofrecer soluciones sostenibles al hambre, la pobreza y el cambio climático. Su intención es llegar a alcanzar la seguridad alimentaria en muchos países, especialmente latinoamericanos, y mejorar la nutrición de sus poblaciones a través de la ciencia y la tecnología aplicadas a los sistemas agrícolas de raíces y tubérculos, ya que la patata es el tercer cultivo alimenticio más importante del mundo en términos de consumo.
Hay más de 4.000 variedades de este tubérculo y, aunque muchas de ellas son demasiado amargas para ser consumidas, algunas cuentan con características muy útiles para luchar contra el hambre, como la resistencia natural a plagas, a enfermedades o a duras condiciones climáticas, y el CIP quiere aprovechar estas características al máximo.
El simulador
“El crecimiento del cultivo bajo condiciones como las de Marte es una importante fase de este experimento”, explica Julio Valdivia-Silva, uno de los investigadores. “Si los cultivos pueden tolerar las condiciones extremas a las que los estamos exponiendo en nuestro CubeSat, tienen una buena oportunidad de desarrollarse en Marte”, añade.
El CubeSat, el simulador donde se están cultivando las patatas, cuenta con un contenedor donde está el suelo para plantar el tubérculo. Suministra agua rica en nutrientes y controla las temperaturas para que se parezcan a los cambios bruscos que ocurren en Marte entre el día y la noche, así como imita sus niveles de presión de aire, oxígeno y dióxido de carbono.
El CIP ha querido acercar esta investigación a todo el mundo, y para ello ofrece una transmisión en vivo del experimento que se puede ver en su página web.
¿Cómo saben los vegetales espaciales?
La calidad de las patatas aún no ha sido testada, por lo que su sabor sigue siendo una incógnita, aunque se espera que sean más saladas y secas de lo habitual.
Lo que sí han tenido la oportunidad de probar los astronautas es la lechuga espacial. En 2015, se crearon en la Estación Espacial Internacional los primeros vegetales que se podrán cultivar en el espacio. Tres astronautas tuvieron el honor de degustarlos por primera vez, y aseguraron que la lechuga sabía a lo que tiene que saber, a lechuga.
La NASA lleva años tratando de crear huertos espaciales, es decir, espacios donde los astronautas puedan cultivar, en la propia nave, los vegetales que luego comerán. Si consiguen su objetivo, los huertos no solo darán soluciones al problema del espacio ocupado por los alimentos, sino que serán también una ayuda psicológica para los astronautas, que tendrán algo en lo que ocupar su tiempo en los largos viajes espaciales.