Por qué no debes matar arañas
Son unos de los invitados no deseados por excelencia en cualquier hogar. Y el instinto por excelencia es exterminarlas. Lo que muchas veces se ignora, o se pasa por alto, es que estos propios seres se encargan de exterminar a otros enemigos más temibles.
Arañas. Son unos de los invitados no deseados por excelencia en cualquier hogar. Y el instinto por excelencia es exterminarlas. Lo que muchas veces se ignora, o se pasa por alto, es que estos propios seres se encargan de exterminar a otros enemigos más temibles.
El entomólogo estadounidense Matthew A. Bertone, de la Universidad Estatal de Carolina del Norte, junto con otros cinco compañeros, ha realizado una encuesta visual que le llevó a visitar 50 hogares del estado estadounidense de Carolina del Norte para hacer un inventario de los distintos artrópodos que habitan los ecosistemas domésticos, según ha explicado Bertone en The Conversation. El estudio, publicado en la revista científica PeerJ, ha concluido que los más comunes son los fólcidos y las steatoda triangulosa y que, de media por hogar, existen entre unas 32 y unas 211 morfoespecies. Pero que no cunda el pánico, porque los investigadores han llegado a otra conclusión: «Las especies de pestes comunes se encontraron con menos frecuencia que las especies benignas».
Pero ¿por qué no deben matarse los arácnidos? Los propios autores de la investigación lo explican en su estudio: porque se alimentan de insectos que pueden producir plagas, portar enfermedades o ser dañinos para el ser humano (como los mosquitos) y porque protegen el microbioma (el conjunto de microorganismos que viven en un ambiente determinado) del interior de la casa.
Es decir, matar a las arañas que vemos en casa no solo acaba con la vida de estos animales, sino que además nos deja menos protegidos frente a otros peligros.
Los investigadores explican que las arañas domésticas apenas han recibido atención por parte de la comunidad científica por su poca importancia.
«La investigación de comunidades de artrópodos de interiores se ha centrado casi exclusivamente en plagas, con un énfasis particular en aquellos de importancia médica y económica, tales como cucarachas, termitas, chinches, pulgas y mosquitos», explican en su artículo de PeerJ. «A diferencia de las especies que nos amenazan o nos molestan, se sabe muy poco acerca de la gran cantidad de otras especies de artrópodos, muchas de ellas discretas (e incluso inadvertidas), que viven con los humanos. Las verdaderas interacciones entre estas otras especies y los seres humanos, ya sean beneficiosas, neutrales o negativas, siguen siendo en gran parte desconocidas, al igual que su prevalencia y distribución. De hecho, nunca antes se había llevado a cabo un estudio exhaustivo de la vida de los artrópodos en las casas humanas contemporáneas», añaden.
Bertone explica que es «natural» temer a las arañas, debido a que la mayoría de las especies son venenosas. Sin embargo, avisa, en la mayoría de los casos, el veneno es tan débil que apenas puede producir daño, «si es que sus colmillos logran romper nuestra piel». Y ahonda: «Las arañas no van a por ti y en realidad prefieren evitar a los seres humanos; nosotros somos mucho más peligrosos para ellas que al revés. Las mordeduras de arañas son extremadamente raras. Aunque hay unas pocas especies médicamente importantes, como las arañas viudas negras o las arañas violín, incluso las mordeduras de estas son poco comunes y raramente causan problemas graves».
Superar el miedo a las arañas
El miedo a las arañas, también conocido como aracnofobia, es algo que afecta incluso a los propios entomólogos (los expertos en insectos), explica Bertone. «Conozco a unos pocos investigadores de arañas que han superado su miedo observando y trabajando con estas fascinantes criaturas», cuenta en The Conversation.
El investigador opta por una solución no violenta para los encuentros con estos seres antes de que cunda el pánico. «Si realmente no puedes soportar a esa araña en tu casa, apartamento, garaje o donde sea, en lugar de aplastarla, intenta capturarla y liberarla fuera. Encontrará otro sitio al que ir y ambas partes estarán más satisfechas con el resultado», recomienda.