Netflix la estrenó hace poco y en las redes sociales americanas ya se ha creado un boom. Es adorable, es romántica, es predecible, es la película perfecta para recordar por qué en los noventa las romcom ganaban millones en taquilla: son altamente disfrutables.
Todo espectador de Netflix –somos muchos, no lo disimulemos- sabe que desde hace un tiempo el servicio de streaming ha estado estrenando películas que parecen sacadas de las parrillas de programación de un domingo en los ochenta o los noventa… y no de manera positiva. Sus películas de presupuesto medio han resultado, en la mayoría de los casos, blandas y olvidables (en otros hasta ofensivas) pero Set it Up ha llegado para cambiar esta mala racha. ¿No la has visto? Pues este domingo reserva el sofá y dedícate a viajar a tiempos mejores en que las romcom existían, eran encantadoras y te hacían sonreír. Porque sí, Set it Up es una romcom, ese género que se ha declarado muerto en múltiples ocasiones y que en las últimas décadas se ha visto reducido a unos pocos estrenos memorables (el año pasado The Big Sick, también de otro servicio de streaming, Amazon Prime, enamoró a críticos y audiencias). Y no lo es de la forma en que lo son las que han llegado recientemente a los cines, no intenta renovar o cambiar el género: Set it Up es una romcom sacada de los noventa y producida en 2018 y eso la hace encantadora y disfrutable.
Pero vayamos al grano. La película tiene como protagonistas a dos asistentes millennials (Zoey Deutch y Glenn Powell) que trabajan 16 horas al día –ella para un medio online deportivo, él para una empresa de inversión- gracias a sus exigentes y a veces desquiciados jefes. Cuando ambos se conocen y reconocen en el otro la triste y agotadora vida que llevan deciden juntar a sus jefes (Lucy Liu y Taye Diggs) para que, mientras estén juntos, ellos puedan tener tiempo libre. ¿Ven ahora los noventa? Esa premisa enrevesada y completamente descabellada que establece la conexión entre los protagonistas y que además, como es obvio para todo el que haya visto películas en su vida, será el origen del conflicto entre ambos del tercer acto… véase Tienes un email o La boda de mi mejor amigo, por ejemplo.
Otro gancho noventero como pocos es la química y el encanto que exudan ambos protagonistas. Deutch prueba ser un talento joven que debería tener más trabajo: es una potencial Julia Roberts sin la belleza que distrae o una Jennifer Lawrence sin ser una super estrella. Es decir, es encantadora, graciosa, ingeniosa, tiene sus propias opiniones y sueños y es atractiva de una manera cercana: todos los atributos de una perfecta protagonista de romcom. Powell por su lado tiene ese perfecto equilibrio entre tipo atractivo seguro de sí mismo y adolescente torpe, algo así como si en bachillerato hubiese sido un niño poco popular y tímido que solo hace poco descubrió que ahora le gusta a las mujeres y al mundo.
Set it Up es tan clásica que decir que es predecible es decir poco (hay un meet-cute, hay muchas conversaciones llenas de coqueteo, hay un discurso en que se declaran intenciones). Pero en una romcom nunca se trata de sorprender, se trata de ver a dos personas enamorarse, de forma rocambolesca y lenta pero adorable, y disfrutarlo. Y eso lo hace, y muy bien. Las groserías y referencias a este momento histórico dejan claro el momento de la película, pero nada hay de las reinvenciones a la Sleeping with Other People, por ejemplo, que mezcla una relación muy romcom con un humor escatológico y altamente sexual. Set it Up es hasta conservadora, pero no lo es. Sabemos que los millennials tienen menos sexo (nos pasaría a todos con tantas horas de trabajo a la semana) y sabemos además que no todo tiene que pasar por el tamiz de “hacerlo oscuro” o atrevido para que sea bueno. ¿Por qué no ver una historia romántica que te deja con buena sensación y una sonrisa?
Los tiempos que corren no son los mejores y ya tenemos The Handmaid’s Tale o Westworld (por poner solo dos ejemplos) para recordarnos la capacidad humana de ser un asco. Set it Up nos recuerda que hay géneros que no deberían morir, que no todo necesita ser modernizado y que siempre, siempre, es satisfactorio ver a dos personas inteligentes y con química enamorarse en pantalla. Esperemos que no sea una excepción.