Cómo Kirk Douglas ayudó a poner fin a la época más oscura de Hollywood
El actor ayudó a enterrar la caza de brujas contra profesionales de Hollywood sospechosos de tener vínculos con el comunismo
La definición la dio el filósofo Edgar Morin en Les Stars: «La estrella es el producto de una dialéctica de la personalidad: un actor impone su personalidad a sus héroes y sus héroes imponen su personalidad al actor. De esta sobreimpresión nace un ser mixto: la estrella». Kirk Douglas, recién fallecido a los 103 años siendo uno de los últimos iconos supervivientes del cine del Hollywood clásico —no solo sería un error decir que era el último, sino una injusticia hacia Olivia de Havilland— era una estrella. En Espartaco, su personaje se enfrenta a un sistema opresor para intentar acabar con la esclavitud. Durante la producción de Espartaco, Douglas se enfrentó a otro sistema opresor y ayudó a enterrar la caza de brujas contra profesionales de Hollywood sospechosos de tener vínculos con el comunismo, la llamada blacklist (lista negra), que sepultó la carrera de numerosos profesionales del cine de la época.
En medio del mccarthismo, el paranoico clima de sospechas y represalias contra todo lo que sonase a marxismo —impulsado por el senador estadounidense Joseph McCarthy en los años 40 y 50—, el Comité de Actividades Antiamericanas decidió investigar si Hollywood estaba insertando propaganda comunista en las películas y, para ello, llamó a declarar a distintas personalidades del cine. Grandes nombres del celuloide de la época, como Walt Disney o Ronald Reagan, no tuvieron problema en testificar, pero diez personas que se negaron a colaborar fueron acusadas de desacato al Congreso. Estos personajes, conocidos como «los diez de Hollywood», enseguida fueron despedidos por sus respectivos estudios y hasta encarcelados. No sirvieron de nada los esfuerzos del Comité para la primera enmienda, una organización formada por personalidades como Judy Garland, Katharine Hepburn, Humphrey Bogart, Bette Davis, Groucho Marx o Billy Wilder que surgió para defender a sus diez compañeros de profesión. Desde entonces, la famosa lista negra no dejó de crecer hasta incluir nombres de todo el espectro de la industria del entretenimiento, como Arthur Miller, Judy Holliday u Orson Welles.
Entre los diez de Hollywood originales estaba el guionista Dalton Trumbo. Después de su escandalosa negativa a colaborar con el delirante comité del Congreso en 1947, quedó oficialmente defenestrado de Hollywood.
Extraoficialmente continuó escribiendo guiones tras salir de prisión, pero cobrando una fracción de sus anteriores honorarios y en secreto, sin que su nombre apareciera en los créditos de las películas porque sus colaboradores no podían permitir que relacionaran sus cintas con Trumbo. Así, no pudo recibir los Oscar que ganó por Vacaciones en Roma y El bravo.
Otro de los encargos que Trumbo recibió durante esta época de ostracismo fue la adaptación a la gran pantalla de la novela de Howard Fast Espartaco, que en aquel momento preparaba la compañía de uno de los pocos actores que tenía su propia productora cinematográfica, Kirk Douglas. Inicialmente, Trumbo iba a firmar el guion con el pseudónimo de Sam Jackson, pero después de que se barajaran otras opciones, como que el que figurara como autor del texto fuera Stanley Kubrick —director de la cinta—, Douglas decidió poner fin a la hipocresía y dejar bien claro en los créditos que el guionista de Espartaco era Dalton Trumbo. La jugada podría haber supuesto el fin de la carrera de Douglas, como había ocurrido con otros profesionales del cine antes que él. Sin embargo, lo que supuso fue el fin de la lista negra.
Kennedy la Legión americana
Bien es cierto que, para el momento del estreno de Espartaco, año 1960, la histeria había decrecido bastante, pero la inclusión del nombre de uno de los diez de Hollywood originales en los créditos de la película sigue considerado como uno de los momentos clave que contribuyeron a enterrar la lista negra. De hecho, incluso el entonces presidente electo de Estados Unidos, John Fitzgerald Kennedy, fue al cine a ver la película ignorando un piquete formado por la organización de veteranos Legión americana que se concentraba a la puerta del cine para boicotear la película.
«Llevo trabajando en Hollywood más de 60 años y he hecho más de 85 películas», dijo Kirk Douglas años más tarde, «pero de lo que más orgulloso estoy es de haber roto la lista negra«. Sin embargo, hay quien disputa que la historia se escribiera de una manera tan simple.
La hija de Dalton Trumbo, Melissa, contó a The Atlantic en 2012 que Douglas le pagó a su padre «una pequeña fracción de lo que habría sido su salario si no hubiera estado en la lista negra» y lamentó que «los productores hicieron tratos buenísimos cuando podían contratar a escritores que estaban en la lista negra: se llevaban grandes guiones por poquísimo dinero». También llegó a acusar a Douglas de presionar a la familia de Trumbo —después de la muerte de este— para que lo reconocieran como la persona que rompió la lista negra. La misma acusación lanzó también el productor de Espartaco, Edward Lewis, que dijo que, desde 2003, el actor intentó hacerle «reescribir la historia» y que, cuando este se negó, Douglas le dijo: «Te arrepentirás». Independientemente de si es cierta la versión del actor o la de Melissa Trumbo y Edward Lewis, ambos reconocen que Kirk Douglas tomó una decisión muy valiente al arriesgarse a acreditar a Dalton Trumbo y que Espartaco fue uno de los puntos clave para poner fin al capítulo más oscuro de la historia de Hollywood.