'Sound of Metal' es la pequeña sorpresa de autor con aspiraciones a los Óscar

Con el de mejor actor en los Gotham Awards y en los National Board of Review, Riz Ahmed ya suma ocho reconocimientos internacionales. Su compañero de reparto, Paul Raci, atesora 12 como secundario y el director debutante, Darius Marder, tres, incluido el de responsable de la mejor película del pasado Festival de Zúrich. Discretamente, como lo fue su estreno en Amazon Prime, la ópera prima independiente Sound of Metal va haciéndose un hueco en la temporada de premios. Sobre el papel, la propuesta dramática se ajusta como un guante al arquetipo de película candidata a encaramarse al escenario del Dolby Theatre de Hollywood. Un batería de punk rock, heroinómano rehabilitado, se enfrenta a una sordera repentina y degenerativa.

Como en el pasado sucedió con películas de autor como Little Miss Sunshine (Valerie Faris y Jonathan Dayton, 2006) Bestias del Sur Salvaje (Benh Zeitlin, 2012), Manchester by the Sea (Kenneth Lonergan, 2016) o Call Me By Your Name (Luca Guadagnino, 2017), la puesta de largo de Marder apunta maneras para la nominación a varias estatuillas.

En los Óscar, las tramas épicas de superación personal y transformación actoral son un pasaporte directo, pero no nos encontramos ante lugares comunes de manida ejecución. Sound of Metal, que a partir del 22 de febrero también estará disponible en alquiler y compra digital a través de Apple TV, Prime Video Store, Google Play, Microsoft Store y PlayStation Store, es cruda, vacía de artificio y aspavientos. No hay recompensa por el sufrimiento vivido. Su protagonista, Ruben, no busca inspirar al espectador frente a una discapacidad sobrevenida, sino que trata de aferrarse a su pasado desde los sentimientos de rabia y estupor. Tampoco hay cambios físicos en el actor que la protagoniza. Ni falta que hace, porque los «ojos de búho» de Riz Ahmed, como así los define su mentor en la comunidad de sordos en la que se instala (el personaje de Paul Raci), hablan por sí solos.

El actor británico se ha ido haciendo un nombre en súper producciones como Jason Bourne (Paul Greengrass, 2016), Rogue One (Gareth Edwards, 2016) y en el papel del villano de Venom (Ruben Fleischer, 2018). Pero cuando lo fichó Marder, todavía no había alcanzado su estatus actual.

De hecho, el proyecto estuvo varado durante 13 años, durante los cuales asociado al actor belga Matthias Schoenaerts y a Dakota Johnson en el papel de la pareja del músico. Finalmente, el rol ha recaído en Olivia Cooke, que también aporta honestidad y contención a una cantante que ha encontrado en el estruendo de la música hardcore un alivio compartido a pasadas adicciones.

«Dije no a versiones de la película que hubieran sido financiadas con mayor facilidad», exponía el director en el Festival de Toronto.

La idea de Sound of Metal surgió de una experiencia personal del director estadounidense Derek Cianfrance, quien abandonó su puesto como batería en una banda de rock cuando empezó a padecer acúfenos. El realizador grabó a la formación heavy Jucifer y Darius Marder, que en aquel momento lo estaba secundándole en el guión de El lugar más allá de los pinos (2012), fue editando los materiales. Finalmente, Cianfrance dejó de lado el proyecto y el que hasta ahora había sido su escudero lo convirtió en su ópera prima.

Nombres propios de la técnica

El director novel no realiza concesiones a la audiencia, a la que también priva de la audición durante el metraje. Tanto es así, que el espectador experimenta las mismas sensaciones de asombro, fragilidad y desorientación que Ruben.

Tras esa inducción a la empatía, inmersión en la cabeza del protagonista mediante, está uno de los artistas foley, diseñador de sonido y compositor más cotizados del mundo, Nicolas Becker. El francés ya ha trabajado con Roman Polanski, David Cronenberg y Danny Boyle. Su trabajo puede percibirse en Gravity (Alfonso Cuarón, 2013) y La llegada (Denis Villeneuve, 2018).

«Estaba absolutamente interesado en crear una perspectiva similar a la conseguida en La escafandra y la mariposa (Julian Shnabel, 2007), pero en nuestro caso, en lugar de contar la historia desde la perspectiva de la mirada del protagonista, lo haríamos a través de sus oídos. Era todo como un puzzle. Teníamos que editarlo de manera que el punto de vista estuviera ligado a la mirada y tuviera un sentido», recuerda Marder, que para lograr encajar las piezas, se reunió con Becker mucho antes de empezar a rodar, a fin de diseñar y a explorar ideas profundas sobre sonido y psicología.

Su experimentación les llevó a emplear micrófonos de garganta y a probar todo tipo de ocurrencias que surgían en sus tormentas de ideas, como introducir micros en calaveras.

«Normalmente, el diseñador de sonido no está en el set, pues su trabajo es de postproducción, pero en este caso Becker participó tanto en la preproducción como durante el rodaje», explica el realizador, que firma el guión con su hermano Abrahan.

Una vez filmada, se trasladaron al estudio de post-producción de Carlos Reygadas, en México, Splendor Omnia Studios, donde respaldados por el ingeniero de sonido Jaime Baksht, responsable de entre otras, El laberinto del fauno (Guillermo del Toro, 2006) y Apocalypto (Mel Gibson, 2006), invirtieron siete semanas en diseccionar lo rodado e ir aportando diferentes e intrincadas capas.

Sound of Silence

«Mi objetivo era preguntarle al público ¿quieres acompañar al personaje en su viaje emocional? Ruben va superando fases, primero la de resistencia y negación, después, la de aceptación, y finalmente, de nuevo, la de resistencia. ¿Podía haber acelerado ese proceso? Sí, podía haber recortado la duración de las secuencias, pero esta fue la decisión que tomé y en la que creo. Espero que una de las cuestiones que emerja sea la de si somos capaces de sentarnos en soledad. Estoy preguntándole a los espectadores si ellos también pueden dedicarse un tiempo de detenimiento en silencio. Es duro y es meta», reconoce Darius Marder.

Durante todo el metraje hay una poderosa fricción entre el sonido y el silencio. En coherencia, los últimos sonidos en Sound of Metal son los del espectador sentado en el sofá de su casa o en el patio de butacas mirando lo que sucede en la pantalla. «La intención es desviar el foco hacia la audiencia, que de repente se da cuenta de que está viendo una película y escuchando su propia respiración».

Al término del visionado, viene la autorreflexión. ¿Quién es el aquejado de discapacidad, el que sufre un déficit de audición o una pérdida o disminución de vista o el que, con sus intactos cinco sentidos no es capaz de dedicarse un tiempo a mirarse y escucharse a sí mismo? Responde Marder: «Lo que llamamos incapacidad en la comunidad sorda es en realidad un súper poder, porque existe una conexión emocional y física entre ellos de la que nosotros carecemos. A menudo pasamos por alto nuestra propia incapacidad. Somos islas individuales, infelices e ineptas a la hora expresar nuestras emociones. Su incapacidad es de hecho la nuestra».