7 películas para celebrar el amor propio en San Valentín
Hacemos una selección perfecta para el 14 de febrero (o cuando sea): para solteros, para casados y para dejar un buen sabor de boca
Dijo José Ignacio Carnero, en un ejercicio de sentido común impecable, que la soledad se cura acompañado. Las cosas son como son. Pero la compañía requiere de quererse acompañado, de quererse acompañado pero bien o de querer acompañar. En fin, como los ánimos por estas fechas siguen la lógica de las criptomonedas –arriba y abajo sin pasar por el medio– hemos preparado una lista de San Valentín distinta, una lista de películas para remontar el vuelo con personajes independientes, entusiastas y no siempre seguros de sí mismos, pero irremediablemente auténticos y libres. Vamos allá.
Frances Ha (Noah Baumbach, 2014)
Tal vez lo más llamativo –para mal– de Frances Ha sea ese blanco y negro artificial y algo impostado; aunque nada de eso hunde una película sobre salir adelante con lo que venga, como venga, que es sencillamente maravillosa. El carisma de Frances (Greta Gerwig), una chica de Sacramento que viaja a Nueva York porque quiere ser bailarina –y no está nada cerca de conseguirlo–, nos acompaña en este viaje hacia la realidad de las cosas, hacia las primeras frustraciones y desengaños, por un camino que es confuso e incierto, pero disfrutable.
La gran evasión (John Sturges, 1963)
Un grupo de oficiales británicos y americanos está en manos de los nazis en un campo de prisioneros. Los prisioneros, lejos de obedecer y sucumbir y agachar la cabeza, se las ingenian para regresar a lo más amado: la libertad. Así que trazan un plan sin fisuras para salir de allí y volver a la normalidad de antes. Hay dos imágenes de esta película que quedarán para siempre; ambas tienen al salvajemente guapo Steve McQueen en plano. La primera, haciendo rebotar la pelota de béisbol en su celda de castigo. La segunda, atravesando en motocicleta las anchas praderas alemanas con una turba de nazis al acecho.
Alicia en las ciudades (Wim Wenders, 1974)
Un periodista alemán recorre en soledad y en coche las bellas e infinitas carreteras americanas, siempre en busca de una fotografía, sin mayor necesidad de compañía que la suya. El editor del periódico le pregunta cómo va la cosa y la cosa no promete llegar a tiempo. Y entonces, como si nada, aparece una mujer y su hija, y la mujer desaparece y la niña se queda a su cargo, y la niña (Alicia) acompaña a nuestro amigo por las ciudades hasta la última parada, dejándonos una de las historias más tiernas que rodó Wim Wenders.
Midnight in Paris (Woody Allen, 2011)
No hay hombre más nostálgico y dulce que Gil, un guionista de Hollywood aburrido que viaja junto a su prometida a París con el ánimo recobrado por los encantos de la ciudad y una novela por terminar. Mientras su noviazgo se viene abajo, su cabeza vuela más y más lejos, casi cien años atrás, hasta conocer a los Fitzgerald y a Gertrude Stein y a Hemingway y a Dalí. Gil sigue su camino, sigue y sigue, y deja cosas atrás –pero otras nuevas llegan–. Qué historia tan bonita escribió Woody Allen.
Lady Bird (Greta Gerwig, 2017)
De nuevo Greta Gerwig –no lo comentamos, pero está casada con el autor de Frances Ha– y de nuevo Sacramento. Y de nuevo una chica que quiere salir y llegar a Nueva York, donde se puede encontrar cualquier cosa –a cualquier hora–. La chica-pájaro posee el carisma de su creadora y posiblemente mucho más. Una chica a contracorriente –tal vez, en esto, se diferencie de Gerwig– en la búsqueda de su lugar en el mundo, que tiene que ver con encontrarse a uno mismo.
La virgen de agosto (Jonás Trueba, 2019)
Eva es la protagonista de la película y de lo que ocurre: en un mes de agosto en Madrid, cuando supuestamente no ocurre nada, pero vaya si ocurre. Más lentamente, a fuego lento. Eva sufre una crisis existencial y decide dejarse llevar por la corriente y disfrutar en esta pausa que aplica al mismo tiempo que la ciudad. Ya no es tanto dejar de pensar en la vida y simplemente vivirla como tomarse un respiro y poner las cosas en perspectiva. La cinta, por cierto, es todo un éxito en Francia: ha sido nominada a mejor película extranjera en los César.
Dazed and confused (Richard Linklater, 1993)
Tiene que ser la última porque es pura energía, porque es el recuerdo de una época y el retrato de una generación; pero también porque es una imagen de lo que nosotros fuimos –o cómo deseamos haber sido–, de los tiempos en que no había preocupaciones y sólo había presente. Unos cuantos chicos y chicas sin tiempo para tomarse demasiado en serio, a la caza de aventuras. El último día de colegio/instituto se convierte en una búsqueda desesperada por la libertad, la celebración de las primeras veces, el final de una etapa y el comienzo de otra. Llama la atención ver a los jovencísimos Ben Affleck –en plan abusón– y Matthew McConaughey –con su alright, alright, alright– en sus inicios.