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Traficantes de bombonas de oxígeno, salvadores de vidas en Yemen

Cada mes unos 15 recién nacidos mueren ahogados en las incubadoras en la cercada ciudad yemení de Taiz. 37 de sus 40 hospitales se han visto obligados a cerrar por falta de recursos sanitarios. Los traficantes de bombonas de oxígeno, con la ayuda de sus camellos, cruzan diariamente los áridos paisajes montañosos convirtiéndose en la única esperanza de vida de cientos de niños.

Traficantes de bombonas de oxígeno, salvadores de vidas en Yemen

Los recién nacidos en Yemen se están muriendo. Mueren bombardeados y acribillados por las balas de una guerra civil que azota al país desde marzo de 2015. Mueren de hambre debido a una escasez de alimentos que hace que una gran parte de la población esté al borde de la inanición. Y ahora también mueren por falta de oxígeno. En la sitiada ciudad de Taiz los hospitales no tienen bombonas de oxígeno, las incubadoras no funcionan con normalidad y los bebés que nacen con problemas respiratorios terminan muriendo asfixiados.

“Mi pequeño murió ahogado en la incubadora”

El mes pasado, Hani Mansour llevó a su esposa, que estaba esperando su primer hijo, al Hospital Estatal Republicano. Después de pasar varias horas en el centro, la mujer de Mansour dio a luz a un hermoso niño. Pero la felicidad duró pocas horas. El médico les informó de que el bebé tenía que permanecer en una incubadora porque sus pulmones no estaban completamente desarrollados. Sin embargo, ni en ese hospital ni en ningún otro centro público o privado había cilindros de oxígeno. Las incubadoras no funcionaban, y el niño no podía recibir ayuda. Falleció a las cinco horas de nacer.  “Mi pequeño murió ahogado sin que nada ni nadie pudiéramos hacer nada por él”, lamenta Mansour en una entrevista concedida a la cadena de televisión Al Jazeera.

Historia parecida es la de Ridhwan al-Ashar cuyo hijo pereció también en el Hospital Republicano yemení cuando las botellas de oxígeno se agotaron y su bebé, que debía estar dos meses enchufado a estas máquinas, sólo pudo estar dos días.

Los cortes de energía complican aún más el uso de las incubadoras. Los padres de los niños recién nacidos tienen que llevar al hospital generadores. Según Médicos Sin Fronteras –MSF–, los pequeños se ahogan dentro de la incubadoras debido a estas interrupciones eléctricas. En diciembre, 30 personas murieron como consecuencia de estos fallos, 15 de ellas eran niños.

Una enfermera atiende a un recién nacido en un hospital de Yemen (REUTERS/Khaled Abdullah)
Una enfermera atiende a un recién nacido en un hospital de Yemen (REUTERS/Khaled Abdullah)

37 de los 40 hospitales de Taiz han cerrado

Casi 600.000 personas sufren en Taiz las consecuencias de un conflicto que se intensificó en marzo. Los intensos combates entre las fuerzas del Gobierno y los rebeldes hutíes, y la extrema inseguridad y escasez de alimentos están a punto de llevar a la ciudad al colapso, perjudicando sobre todo al sistema sanitario. De los 40 hospitales que la ciudad albergaba, sólo tres permanecen abiertos. Y una media de 15 niños mueren al mes por falta de oxígeno o medicamentos, según la ONG.

Toda ayuda recibida es poca en una ciudad donde la rebelión hutí impide la importación de los productos de primera necesidad. A principios de enero, Arabia Saudí envió 40 toneladas de medicinas y alimentos, y MSF trasladó dos camiones con suministros médicos esenciales. Sin embargo, esta asistencia es insuficiente en una ciudad al borde del precipicio y donde la malnutrición y la pobreza se ha adueñado de la mayoría de la población. «El mundo está observando, mientras Taez está muriendo», señala un portavoz de la ONG en Yemen.

Contrabandistas de bombonas de oxígeno: un trabajo rentable en Yemen

Aquí es donde aparecen ellos. Los traficantes. Con su trabajo ‘profesional’ están salvando niños. Sobre camellos cruzan cada día los vastos parajes del monte Sabir, desde Aden hasta Taez, para abastecer a los hospitales de cilindros de oxígeno. Para salvar vidas. Todas las mañana unos 20 camelleros se reúnen en Talooq con varios médicos que proporcionan a cada contrabandistas dos botellas de oxígeno. Al cabo de cuatro horas los doctores vuelven a encontrarse con estos ‘salvadores’ para recogerlas ya recargadas.

Contrabandistas transportando cilindros de oxígeno a través de las montañas  (RRSS/Taha Saleh)
Contrabandistas transportando cilindros de oxígeno a través de las montañas (RRSS/Taha Saleh)

Mohamed Moqbel, de 45 años, es uno de estos contrabandistas que cada día arriesga su vida para salvar la de cientos de pequeños. “Muy orgulloso” de su trabajo asegura ganar 5.000 riales –unos 20 euros– por cada cilindro. Además, también suele llevar medicinas y otros productos básicos, por lo que ser contrabandista en Yemen resulta ser un trabajo bastante rentable en un país donde el PIB per capita es de 1.060 euros, según los últimos datos del Índice de Desarrollo Humano, que datan de 2013. En España se sitúa en unos 22.780 euros.

Abdul Kareem Shamsan, jefe de la Coalición de Ayuda Humanitaria en Taiz, en declaraciones a Al Jazeera, asegura que estos cilindros de contrabando no son suficientes ya que se necesitarían unos 100 al día, mientras que en realidad sólo se consiguen menos de 50. “Las muertes por causa de falta de oxígeno aumentan cada día”, señala.

Sin embargo, es la única alternativa en una ciudad cercada por el enemigo, en destrucción y con el precio de cada cilindro en el mercado legal en torno a unos 65 euros, cuando antes del asedio estaba en unos 10. La ayuda de estos ‘ángeles del infierno’ se convierte en la única esperanza para cientos de familias. Traficantes que seguro después de cada transporte, con lágrimas en los ojos, piensan que por primera en vez en su vida han hecho algo de lo que sentirse orgullosos.

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