Relato desde Idomeni: una periodista española denuncia el negocio de las mafias con los refugiados
La situación del campamento de refugiados de Idomeni, situado en la frontera entre Grecia y Macedonia con más de 12.000 personas atrapadas y sin destino, es una bomba de relojería. Hay colas por todas partes; colas de refugiados para comer, cenar, ir al médico… También hay desesperación, desesperación de muchas personas que nunca pensaron que este sería su destino final. Porque Idomeni no debería existir. Es un atasco que se produjo cuando Macedonia decidió abruptamente cerrar sus fronteras.
Entrevistamos a Leticia Álvarez, periodista freelance que lleva más de un mes en Grecia conviviendo en diferentes campamentos de refugiados. Ha cubierto la guerra de Ucrania, la crisis chipriota, ha trabajado en Chipre, Francia, Bruselas… Ahora, en Idomeni asegura estar viviendo una «auténtica pesadilla».
Idomeni es uno de los asentamientos más numerosos de refugiados que esperan entrar en Europa. En las últimas horas hemos visto imágenes verdaderamente dramáticas, ¿cuál es la situación actual?
La situación es muy mala. Nunca pensé ver esta imagen en Grecia. Unas 12.000 personas se encuentran atrapadas aquí en condiciones inhumanas y su salud se va deteriorando a pasos agigantados. Veo cómo las personas van adelgazando a una velocidad espantosa, sufren problemas de piel, de dentadura, descomposiciones… Los padres dicen que sus niños se están muriendo poco a poco. En tiendas de campaña con una capacidad para 50 personas, duermen 200.
El pasado 9 de marzo la frontera de Grecia con Macedonia se cerraba bloqueando la ruta de los Balcanes. La falta de información y los rumores de una posible apertura complican aún más la situación si cabe…
Nunca he visto informar a nadie aquí. Cada día surge un rumor nuevo. Ahora dicen que el 4 de abril se abrirá la frontera.
¿Esos rumores fueron los responsables de la bautizada ‘Marcha de la Esperanza’ que tantas imágenes dramáticas ha dejado?
Sí. Alguien comenzó a repartir unos folletos con un mapa que decían que siguiendo ese camino iban a poder cruzar la frontera. Era mentira. Después de hacer una peligrosa travesía fueron retenidos para ser llevados de vuelta a Idomeni. Ese día fue espantoso, había niños llorando, chillando… Nadie sabe quién repartió ese folleto.
La evacuación oficial del campo de Idomeni se inició el pasado viernes 25 de marzo, y el Gobierno asegura que el 1 de mayo cerrará el campamento, ¿qué pasará con toda esa gente?
Dudo que se vacíe y dudo que Grecia lo haga a la fuerza porque ellos están aquí para quedarse. Grecia es ya un campamento de refugiados.
¿Cómo es la vida en Idomeni?
Inhumana. Su día a día es estar sentados y hacer colas. Hay que hacer colas para todo, para comer, cenar, ir al médico… Una mujer me decía «mi hijo se entretiene haciendo colas». Ni los animales están así. ACNUR y Médicos Sin Fronteras trabajan bajo mínimos. Todos los días hay peleas entre kurdos y sirios o entre sirios-palestinos y afganos, la tensión va creciendo por horas.
La desesperación en la que se ven sumidos les lleva a caer en mafias de tráfico humano que están proliferando en su trayecto… ¿Han aumentado su actividad ante la pasividad de Estados europeos?
Sí. Son muy fáciles de contactar. Se mueven por las noches y te ofrecen llegar a Alemania escondidos en coches, caminando por bosques, sobornando a militares en los controles de frontera… Yo me hice pasar por siria y contacté con uno de ellos. Por un pasaporte falso me cobraban unos 3.500 euros, por llegar a Austria atravesando bosques o en coche unos 2.500 y por cruzar la frontera en camión a través del soborno 3.000 euros. En los Balcanes las mafias de tráfico humano trabajan muy a gusto.
Lo que empezó en la localidad siria de Deraa como una revuelta popular y pacífica contra la dictadura de Bashar al-Assad se ha convertido, cinco años después, en uno de los conflictos internacionales más brutales desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. ¿Cómo eran sus vidas antes de llegar a Europa?
Son historias terribles. El otro día una chica kurda me enseñaba su cuerpo completamente acuchillado. Rubia, con extensiones, ojos azules… Fue secuestrada por el Estado Islámico que quería cortarle los dedos porque llevaba las uñas pintadas. El IS le tiene mucho miedo a las kurdas.
Un niño cuenta que su hermano de 11 años fue secuestrado también por el grupo terrorista Estado Islámico pidiendo por él un rescate de 1.000 dólares. Su familia no pudo afrontar este pago y a la semana la cabeza del pequeño apareció en la puerta de su casa.
Pero una de las historias que más me ha marcado es la de una chica que abortó después de recibir una brutal paliza por parte de la policía turca al llegar en bote a Turquía. Le pegaron patadas en la barriga, puñetazos en la cara… Ahora su mayor ilusión es llegar a Alemania y tener un hijo. «Todo cambiará cuando lleguemos a Alemania», me comentaba muy afectada enseñándome fotos de su boda.
¿Qué te parece el acuerdo entre Turquía y la Unión Europea para frenar la crisis de refugiados?
El acuerdo más vergonzoso de la Unión Europea y muy difícil de implementar. Han destruido las bases europeas: solidaridad y Derechos Humanos.
Pero quizás Turquía por motivos culturales, históricos y geográficos, sí aguante bien la entrada de refugiados…
Turquía ya tiene dos millones de refugiados sirios. Ellos en Turquía son ciudadanos de segunda, con condiciones laborales lamentables. Además, ¿cómo le explicas a un kurdo que Turquía es un lugar seguro? Es imposible.
¿Estamos los ciudadanos europeos incapacitados para enfrentarnos a una corriente migratoria de semejante calado?
No. Estamos muy preparados. Con las guerras yugoslavas recibimos a miles de refugiados y supimos manejar la situación muy bien. Hablan de una islamización de nuestro continente y no es así. La mayoría de esta gente son personas muy formadas, doctores, ingenieros… que solo quieren un trabajo normal, no quieren caridad.
¿Cómo definirías la actuación del Gobierno español?
El Gobierno ha tomado una posición reacia, pero su actitud no tiene nada que ver con la actuación de la sociedad española que sí se ha volcado mucho con estas personas. Deberían oir más al pueblo español y no poner trabas en Bruselas cada vez que hay que hacer reparto de refugiados.
Parece que los europeos estén premiando discursos abiertamente anti refugiados. Prueba de ello es el ascenso de partidos ultraderechistas y nacionalistas, sobre todo en Alemania, Francia, Polonia… ¿Qué explicación puede tener esta tendencia?
Juegan con el miedo a lo desconocido, y el miedo y la propaganda de algunos medios hacen mucho daño.
¿Ha crecido el miedo entre los refugiados tras los atentados de Bruselas?
Sí. Tienen miedo a que en Europa aumente el racismo y se relacione a los musulmanes con los terroristas. Hemos visto muchas imágenes de refugiados con pancartas condenando los ataques de Bruselas, pero quienes portaban esas pancartas tienen historias detrás. Había una mujer que contaba que el Estado Islámico había secuestrado a sus cuatro hijos, los había decapitado y, posteriormente, le mandó sus cabezas a su casa. Ellos se solidarizan con las víctimas, pero por otra parte saben lo que es sufrir el terror del terrorismo.
Pero el mismo Bashar al-Assad ha aparecido en los medios alertando que muchos de estos yihadistas entran a Europa con pasaportes falsos haciéndose pasar por refugiados…
No hay que olvidar que el principal enemigo de los refugiados sirios es Bashar al-Assad. Le temen más a él que al Estado Islámico. La mayoría de los terroristas llegan a Europa en avión. Los terroristas no están un mes en un campo de refugiados durmiendo en el barro. No descarto que en un futuro se puedan radicalizar porque no consigan adaptarse, pero no creo que la ruta de los Balcanes sea un camino de entrada de terroristas.