La hispanidad en una coctelera
Es de ascendencia hispana, se viste como bailaora, su voz la interpreta una dominicana, es Elena de Avalor la primera princesa Disney Latina
… o cómo Disney creó su primera princesa latina
Es de ascendencia hispana, se viste como mexicana o bailaora flamenca, su voz la interpreta una dominicana, una guatemalteca le presta su canto y bien puede tomar una horchata, tocar la guitarra, bailar una rumba o hablar con un guía espiritual en forma de animal. Difícil, por tanto, no evocar por momentos a los guiris, en plena Rambla de Catalunya, comprando sombreros mexicanos como souvenirs de España. Todo es lo mismo. Las culturas se entremezclan, las diferencias se acortan cuando se engloban bajo un mismo término: hispanidad.
Cuando Walt Disney adaptó en 1937 la historia de Blanca Nieves y los siete enanitos, de los hermanos Grimm, no imaginó que ella le abriría paso a un selecto reino de princesas que ha cautivado a las niñas y jóvenes durante generaciones. Su primer largometraje animado cosechó aplausos en un mundo que poco después tendría una sobredosis de realidad con la Segunda Guerra Mundial.
El estereotipo que ayudaron a configurar Cenicienta, Aurora o Bella acabó por despertar señalamientos sobre supuesto racismo, que llevaron al gigante de las producciones de animación a apostar por la diversidad e incorporar a una princesa asiática (Mulán), árabe (Jasmine), nativoamericana (Pocahontas), afroamericana (Tiana) y, ahora, a la primera princesa latina: Elena de Avalor, con la que Disney salda su deuda con el público hispano.
Tanto el Consejo Nacional de la Raza como la Coalición Nacional de Medios Hispanos, entre otras organizaciones estadounidenses, han visto que sus peticiones se han materializado en una morena vivaz, de cabellos oscuros que hacen juego con sus ojos.
Desde el pasado 22 de julio, un año y medio después de su anuncio oficial, Elena de Avalor protagoniza la serie animada de televisión de 26 episodios de media hora que serán traducidos a 34 idiomas y transmitidos en 163 países a través de los canales Disney Channel y Disney Junior.
Lisa Navarrete, vocera del Consejo Nacional de La Raza, ha destacado a la agencia de noticias Associated Press que “ya era hora de que Disney tuviera una princesa latina. Aun cuando no es la prioridad principal para una organización de derechos civiles, es importante que las niñas pequeñas se vean a sí mismas en pantalla”.
Ya el creador y productor ejecutivo de la serie, Craig Gerber, había hecho un primer acercamiento con La princesa Sofía, que le valió un Premio Emmy pero que fue criticada por no expresar a cabalidad la hispanidad. De hecho, Elena de Avalor es un spin off de La princesa Sofía, en cuyo último episodio debutó.
Si Barack Obama le allanó el camino a la gran pantalla a la protagonista afroamericana de Tiana y el sapo al convertirse en el primer presidente negro de Estados Unidos un año antes de su estreno, ¿quién le propina el empujón a Elena? ¿Por qué no decir que el idioma de Cervantes?, la segunda lengua materna del mundo por número de hablantes.
Disney busca, sin duda, congraciarse con las 472 millones de personas para quienes el español es su lengua materna y que han hecho que éste ocupe el segundo lugar en uso tanto en las comunicaciones internacionales como en las redes sociales Twitter y Facebook.
Por eso, en medio del inglés se cuelan palabras en español como “mija”, “doña” o “siesta”, por citar algunas, pero dosificadas. A diferencia de los abuelos o el consejero Esteban, que hablan el inglés con acento, Elena habla a la perfección el inglés, interpretada por la actriz dominicana Aimee Carrero. No extraña, entonces, escuchar a la abuela Luisa decir: “Nobody attacks my familia!”. El spanglish parece haber comenzado a extender su reino, o más bien debiéramos decir sus garras, a la televisión.
La voz de Isabel, la hermana menor de Elena, corresponde a Jenna Ortega, quien es protagonista de la comedia Entre hermanos, estrenada en junio en España. Como en un juego intertextual, ambos personajes rondan los 12 años, son latinas y astutas inventoras.
Ya la primera princesa latina ha traspasado la pequeña pantalla y no ha demorado en pasearse en el parque temático Magic Kingdom de Florida.
Como buena alteza de Disney, Elena canta, en su caso con una guitarra que su abuelo Francisco siempre pareciera tener a mano. Cuenta también con un sinfín de réplicas, ya sea en forma de muñecas, vestidos, mochilas, termos y accesorios como peinetas que, respaldados por la efectiva mercadotecnia de Walt Disney Co, ya están disponibles en las tiendas de la compañía, así como en Amazon.
“Ya tengo mi propia muñeca, una que canta, y cuando oí mi voz salir de este juguete vi cómo a mi novio se le saltaban las lágrimas de emoción. Es un momento de victoria para todos”, ha confesado Gaby Moreno al diario El País.
Esta guatemalteca ganadora de un Grammy Latino como artista revelación en 2013, un año después de haberse dado a conocer internacionalmente en un dúo con su compatriota Ricardo Arjona, canta en la serie animada el tema principal, que combina el merengue y la rumba. “Eso es lo lindo, que mezclan todos nuestros estilos, no sólo de la música, la comida que presentan, el folklore, la arquitectura. Todo viene de tantas partes distintas de Latinoamérica que nos vamos a sentir muy bien representados”, agregó.
En esos cócteles sonoros se entremezclan estilos musicales como el mariachi, la salsa, el merengue, la rumba, el rock, el hip hop o el pop latino. Elena puede ofrecer tamales, comida típica mexicana, a un rey asiático que valora la familia tanto como ella, y explicarle que se abren como un obsequio, pero luego servirle una horchata a su hermana, que igual se bebe en México que en España, Guatemala, Brasil o El Salvador.
Como toda princesa, su reino es mágico: la tierra encantada de Avalor, por lo que se le puede ver en una suerte de jaguar que tiene alas, que recuerda mucho al caballo alado de Sofía, quien por cierto tenía su amuleto de Avalor, que le permitía hablar con los animales y contactar a las princesas Disney en caso de necesidad.
«Queríamos ser incluyentes y no queríamos dejar a nadie fuera o hacer pensar a la gente que se trataba de un lugar en particular», justifica Gerber, según recoge el periódico colombiano El Espectador.
Con tan sólo 16 años, Elena debe esperar a madurar para liderar su reino. Aunque por un lado se quiere romper con el estereotipo de la joven que busca a su príncipe azul para ser feliz, el afán de los realizadores por hacer que todos los latinos se sientan identificados, ha llevado a hacer un sincretismo que por momentos bordea el cliché, pues entremezcla las leyendas, la mitología y el folklore de diversas culturas iberoamericanas, incluso incorporando las de tiempos remotos, como las de las civilizaciones precolombinas.
Así, por ejemplo, en medio de tradiciones como la mexicana del Día de los Muertos o las parrandas navideñas puertorriqueñas, a Elena se le aparece Zuzo, una suerte de guía espiritual en forma de animal que responde a las creencias propias de los mayas, o descubre a los Noblins, unas criaturas capaces de cambiar su apariencia que están inspiradas en los Peuchén, de la mitología mapuche.
Pero tantas referencias debían proceder de la documentación. De allí que la serie cuente con la asesoría cultural de Marcela Davison Avilés, fundadora del Grupo Chapultepec y directora del programa de humanidades de la fundación Franklin Delano Roosevelt de la Universidad de Harvard, y de Diane Rodríguez, directora asociada artística del Center Theatre Group y designada por el presidente Obama como miembro del Consejo Nacional de las Artes. La supervisión de los guiones estuvo a cargo de la escritora de origen latino Silvia Cárdenas Olivas.
“No es un secreto que la comunidad latina ha esperado con ansias que presentemos una princesa que refleje su cultura. Queríamos hacerlo de la manera correcta”, ha dicho a The New York Times la vicepresidenta y gerente general de Disney Junior Worldwide, Nancy Kanter.
Pero el escrutinio final está en manos del público infantil, el más entusiasta pero también el más caprichoso del mundo.