James Rhodes: “La vida es demasiado corta como para arrepentirse”
Por su aspecto, nadie adivinaría que James Rhodes es concertista de piano profesional. Se pasea bajo el sol madrileño en el espacio del Matadero, mezclándose con los asistentes de TEDxMadrid…
Vaqueros de pitillo cubriendo unas piernas tan finas y largas como sus dedos de pianista, unas zapatillas que arrastra ligeramente al caminar, el dibujo de un tigre con aparato dental en la camiseta y la melena alborotada enmarcando su cara de niño bueno con barba de tres días. Se pasea bajo el sol madrileño en el espacio del Matadero, mezclándose con los asistentes de TEDxMadrid. Por su aspecto, nadie adivinaría que James Rhodes es concertista de piano profesional.
Tampoco se diría que se trata de una persona que roza la fama gracias a su contagiosa pasión por la música clásica y los relatos contenidos en su último libro, Instrumental. Habla y bromea, mira al suelo, al cielo y a los ojos de todo aquel desconocido que se acerca a saludarle regalándole una sonrisa. Para quien aún no sepa quién es James Rhodes, en la contraportada de la impecable edición española publicada por Blackie Books, el músico se presenta así:
Pero en su libro, James sí habla de todo aquello que la contraportada asegura que callaría. Sin tapujos, casi en forma de “bofetón”, narra con prosa ágil y directa los episodios que marcaron su vida, desvelando los caminos recorridos hasta llegar a ser el que es hoy en día. Eso sí, el texto no miente al señalar quién es la principal protagonista; su pasión, su salvación y su inseparable compañera: Instrumental es, por encima de todo, una reivindicativa carta de amor hacia la música clásica.
“Básicamente es un libro sobre violaciones a menores y música clásica. Es decir, una comedia”, dice bromeando encima del escenario de TEDxMadrid.
Con más de 50.000 ejemplares vendidos en España, entradas agotadas en cada uno de sus conciertos y una cobertura mediática que ha desembocado en un auténtico aluvión, parece obvio que James Rhodes (Londres, 1976) se ha convertido en todo un fenómeno musical y literario. Desde la conversación en busca de profundidad de Jot Down, pasando por la entrevista televisiva cara a cara de Página Dos, hasta la incómoda mirada mercantilista de la opinión vertida en El Español; James Rhodes está en boca de todos. “Si lees el libro conoces mucho acerca de mí, lo que es extraño pero agradable. Quiero decir, que en la mayoría de los casos, la gente ha sido muy agradecida”, confiesa Rhodes cuando le pregunto sobre cómo lleva ese nuevo estatus.
“Si lees el libro conoces mucho acerca de mí, lo que es extraño pero agradable”
Ante la pregunta sobre si hay algo que se arrepiente de haber incluido o no haber mencionado en su libro, da una respuesta firme aliñada con una amplia sonrisa: “Sin arrepentimientos. La vida es demasiado corta como para arrepentirse”.
Su libro se publicó hace ya dos años y no es que éste siga dando de qué hablar, sino más bien que es el propio James el que, con su trabajo diario, continúa expandiendo el discurso más allá del texto: Rhodes aprovecha su voz para criticar a los “gilipollas” de la industria de la música clásica que se empeñan por mantener su sesgo elitista conservándola en una caja y reclama a los gobiernos esforzarse por promover la educación musical “aunque no tengan ni puta idea de cómo hacerlo”.
Con sus conciertos profundiza en la belleza de la música y lucha por democratizar su disfrute entre todos los públicos. Con sus palabras, en charlas, conferencias y artículos, da voz a la (demasiadas veces) silenciada pesadilla de los abusos. Y por último, en eventos como TEDxMadrid, comparte con todo aquel que tenga la suerte de cruzarse en su camino, críticas sobre el mundo actual e ideas para cambiarlo, regalando reflexiones para vivir un poco mejor esta vida que nos ha tocado.
“El mundo en el que vivimos hoy en día parece rendir culto a los extrovertidos y nos parece que los introvertidos son unos frikis. Creo que debería ser al contrario»
En esta última línea de “activismo” en pro de los mundos interiores, Rhodes lanza un firme alegato a favor de la necesaria búsqueda de la esencia olvidada ante la prisa y el ruido: “El mundo en el que vivimos hoy en día parece rendir culto a los extrovertidos y nos parece que los introvertidos son unos frikis. Creo que debería ser al contrario. Todo lo que hacemos hoy en día predica la idea de que mirar fuera de nosotros mismos es lo correcto. Publicamos selfies en Instagram, hacemos bromas o discutimos en Twitter, damos toques a la gente en Facebook, pasamos al siguiente en Tinder, compramos cosas que no necesitamos en Amazon, comemos comida basura…hacemos todas estas cosas mirando hacia fuera, buscando sentir que lo que ocurre en el interior está un poco mejor. Lo entendemos al revés”.
Sus palabras proporcionan un valioso recordatorio: “Hoy en día todo va tan rápido que hemos olvidado cómo escuchar, cómo escuchar de verdad lo que hay aquí”, dice señalándose el pecho. Lejos de los focos del escenario, James vuelve a hacer hincapié en la idea comentando que hoy en día “todo es instantáneo, tenemos que tenerlo todo ahora, ya no esperamos por nada. La sociedad está creada de tal manera que es casi imposible sentarse y permanecer quieto y callado. Hemos olvidado cómo hacerlo”.
«La sociedad está creada de tal manera que es casi imposible sentarse y permanecer quieto y callado. Hemos olvidado cómo hacerlo»
Cuando le preguntamos qué hace él para poner remedio, asegura que además de la música, practica Yoga Nidra cada noche y se esfuerza por desconectar durante unos minutos al día. “Hay que practicar. Apagar el teléfono por una hora, o aunque sea por 10 minutos, y estar tranquilo. Normalmente cuando estás sin hacer nada piensas ‘tengo que mirar mi teléfono, o encender la televisión’, porque es muy difícil parar. Parece que no nos sentimos a gusto estando con nosotros mismos. Aunque yo lo estoy, sólo hay que ser conscientes y practicar. Hay muchas formas de hacerlo y cada uno tiene que encontrar la que mejor le sirva. Puedes meditar centrándote en la respiración, o escuchar música que es otra forma de meditación. Es el mismo principio: por un momento dejar de prestarle atención a lo que hay fuera para centrarte en lo que tienes dentro”.
«Parece que no nos sentimos a gusto estando con nosotros mismos»
Dice odiar los libros de autoayuda y, cómicamente, finge avergonzarse al incluir la palabra Mindfulness en su discurso para continuar asegurando que “Bach inventó el Mindfulness. Tocar el piano, escuchar música, escuchar realmente, es Mindfulness. Es donde ocurre la magia (…) Dicen que el alma reside en ese punto de unión entre el mundo interior y exterior, ese pequeño espacio entre sueños y fantasías y la realidad. Mis momentos más felices son cuando vuelvo a ese lugar, incluso cuando es sólo por un momento. Ese es el espacio que habitaron Bach y Beethoven y desde el cual creaban (…) Tengo mucha fe pero no tengo ninguna religión. Pero no hay mayor prueba de la existencia de Dios que Bach, Beethoven, Chopin, Liszt, Brahms, Stravinsky, Schubert, Schumann, Ravel, Bartok, Hayden, Mozart…”
«Tengo mucha fe pero no tengo ninguna religión»
“A veces me pregunto, ¿qué ocurriría si todos fuéramos un poco más sinceros sobre lo que de verdad está pasando en nuestro interior? Ser capaz de hacerlo, es algo extraordinario, valiente. ¿El mundo sería un lugar mejor? No lo sé. ¿Sería un lugar en el que pudiéramos confiar más? Absolutamente. Sin duda”.
Subido al escenario de las Naves del Matadero, James Rhodes ofreció como introducción a su charla la melodía del Preludio nº1 en Do Mayor de Bach, “una pieza escrita hace 300 años que contiene en sí misma todo un universo”. Y ya despegado de las teclas, dio comienzo a la charla confesando: “Es triste pero cierto, esta cosa –señalando el piano– es como mi mejor amigo”.
El concepto en torno al que giraba el evento era la confianza, por lo que el músico hizo una aclaración inicial: “No confío en una puta cosa, pero confío en la música y quiero que confiéis en mí cuando os digo esto: no hay una sola persona hoy en esta sala o viendo esto online que no sea capaz de tocar esta pieza de música”.
No lo dice por decir. En su segundo libro titulado Toca el piano, editado por Blackie Books y cuyo lanzamiento será el 16 de noviembre, James Rhodes se propone enseñarnos a tocar el piano desde cero, así que se disculpa con una sonrisa por el autobombo nada más empezar.
“¿Es una especie de piano for dummies?”, le pregunto más tarde durante el encuentro. “Sí, un poco. Pero la idea no es que compres el libro, te conviertas en pianista y des conciertos. Es para hacerlo en privado, para ti mismo, para divertirte”. Intentando desvelar las razones que le llevaron a escribir este nuevo volumen, le pregunto si busca que todo el mundo llegue a disfrutar de la música tanto como él: “¡Por supuesto! Creo que todo el mundo disfruta de la música, pero poder ser capaz de tocar una pieza de Bach por ti mismo es diferente y el libro explica cómo hacerlo incluso si nunca has tocado un piano en tu vida. Te enseña cómo leer las notas, qué dedos utilizar, cómo practicar, y después de seis semanas puedes sentarte y tocar. ¿No es maravilloso?”.
«No se me ocurre una sola cosa en el mundo en el que vivimos que sea tan universal como la música»
James Rhodes afirma que la música clásica es un lenguaje que aunque no conozcamos, todos hablamos con fluidez. Entre la seriedad y la broma señala: “No se me ocurre una sola cosa en el mundo en el que vivimos que sea tan universal como la música. Posiblemente el fútbol…quizá no el fútbol inglés porque somos una mierda, pero el fútbol español, definitivamente”.