Mujeres y arte: 7 nombres que desafiaron a la Historia
Como ya relatamos en este espacio, las mujeres lo han tenido realmente difícil para obtener el reconocimiento del mundo del Arte, tan machista o más que otros sectores de la sociedad. Si bien las artistas han logrado ir haciéndose un hueco en las últimas décadas, aún nos preguntamos si es necesario que una mujer esté desnuda (en un cuadro) para entrar en un museo. Antes de que llegaran las Guerrilla Girls y otros movimientos más recientes como el de Girls in museums, muchas mujeres desafiaron a sus contemporáneos y a la Historia del Arte de la forma más consecuente: creando. Muchas de ellas quedaron relegadas a ser “la mujer de” o “la musa de”, obviando el valor de su trabajo.
Como ya relatamos en este espacio, las mujeres lo han tenido realmente difícil para obtener el reconocimiento del mundo del Arte, tan machista o más que otros sectores de la sociedad. Si bien las artistas han logrado ir haciéndose un hueco en las últimas décadas, aún nos preguntamos si es necesario que una mujer esté desnuda (en un cuadro) para entrar en un museo. Antes de que llegaran las Guerrilla Girls y otros movimientos más recientes como el de Girls in museums, muchas mujeres desafiaron a sus contemporáneos y a la Historia del Arte de la forma más consecuente: creando. Muchas de ellas quedaron relegadas a ser “la mujer de” o “la musa de”, obviando el valor de su trabajo.
Aprovechando la iniciativa #5WomenArtists, a través de la cual varios museos y entidades artísticas retan al público a nombrar a cinco mujeres artistas con motivo del Día Internacional de la Mujer, podemos observar que no todo el mundo es capaz de hacer tal selección. Por ello vamos más allá y presentamos siete nombres femeninos -algunos más célebres que otros- que desafiaron a la Historia desde diferentes disciplinas, desde la pintura a la escultura, pasando por la ilustración.
1. Frida Kahlo (1907-1954)
El nombre de Frida Kahlo es, seguramente, el que más suene al común de los mortales. Su vida estuvo marcada por el infortunio de contraer una poliomielitis de niña, y después por un grave accidente que sufrió durante su juventud, accidente que la mantuvo postrada en cama durante largos periodos. No obstante, nada de aquello la separó de su capacidad creativa e inspiradora. La pintora mexicana combinó en su obra, de carácter muy personal, los estilos surrealista, naïf y folclórico.
Su vida personal se ha estudiado con lupa, casi con cierto voyeurismo. Su matrimonio con Diego Rivera marcó ciertamente la obra de Frida Kahlo, y su bisexualidad sigue planeando por su vida y obra. Sin embargo, el arte de Frida Kahlo va mucho más allá de su vivencias personales. Aunque su trabajo fue admirado en vida por varios artistas contemporáneos a su época, no fue hasta después de su muerte cuando sus piezas lograron una mayor trascendencia. La mexicana ha extendido su figura de artista hasta convertirse en icono del siglo XX.
2. Georgia O’Keeffe (1887-1986)
Sería muy difícil comprender el Arte Contemporáneo del siglo XX sin la influencia de Georgia O’Keeffe, que fue la gran pionera en el campo de las artes visuales. Sus obras más conocidas son las pinturas de flores a gran escala, como Black Iris, y sus series de cuadros, como Jack-in-a-Pulpit.
Como detrás de cada gran mujer hay un gran hombre, la obra de O’Keeffe no se entendería sin la presencia del fotógrafo y galerista Alfred Stieglitz, que con buen ojo supo ver en ella una de las máximas representantes del Arte Moderno. A diferencia de Frida Kahlo, Georgia O’Keeffe sí que conoció en vida las mieles del éxito. De hecho, en sus últimos días pudo recibir numerosos galardones y asistir a importantes exposiciones y retrospectivas en su honor.
3. Louise Bourgeois (1911-2010)
La influencia de Louise Bourgeois en el Arte Contemporáneo a nivel global es innegable. Su obra trasciende las fronteras y los estilos artísticos: toca movimientos como el Surrealismo, el Posminimalismo y el Expresionismo Abstracto. Sus famosas esculturas de araña -un homenaje a su madre tejedora- son hoy un emblema del Arte.
Una de estas esculturas llegó a subastarse por 10,7 millones de dólares, convirtiéndose en una de las artistas féminas más cotizadas del mercado. Reconocida como la precursora del Arte Confesional, cuatro de sus trabajos están catalogados como sugestivos de la figura humana, expresando temas como la traición, la ansiedad y la soledad. Sus trabajos eran puramente autobiográficos y estaban inspirados en su trauma de la infancia causado por el descubrimiento del affaire entre su padre y su niñera.
4. Yayoi Kusama (1929)
Yayoi Kusama es probablemente una de las artistas vivas más influyentes del mundo del Arte, llevando la voz cantante en el avant-garde. Tras estudiar Nihonga (pinturas de estilo japonés) en su país natal, se interesó por los movimientos occidentales, lo que la llevó a mudarse a Nueva York. Al principio se adhirió al Expresionismo Abstracto, para más tarde pasarse al Arte Pop. Sus obras está basadas en el arte conceptual y están fuertemente influenciadas por el feminismo. Además se ha adentrado en otras disciplinas artísticas como la literatura.
Las obras de Yayoi Kusama se encuentran entre las más cotizadas a escala mundial. En 2008, la casa de apuestas Christie’s vendió una obra de la artista japonesa por 5,1 millones de dólares, un récord para una mujer artista viva. Por otro lado, se han expuesto grandes retrospectivas de su obra en lugares de relevancia como el MoMA de Nueva York, el Museo Whitney de Arte Estadounidense y la Tate Modern de Londres.
5. Camille Claudel (1864-1943)
La historia de Camille Claudel está tintada de locura, una locura muy lúcida. Su visión artística era genial, muy adelantada para su época (empezó a esculpir a muy temprana edad, en la segunda mitad del siglo XIX). Como en la gran mayoría de casos de artistas féminas, se habla de Camille Claudel como la musa de su compañero –en este caso Auguste Rodin-, con el que mantuvo una relación amorosa durante unos años. Sin embargo, su obra cobra importancia por sí misma. Durante casi una década, Rodin y Camille trabajaron codo con codo, influyéndose e inspirándose el uno a la otra, y creando algunos de sus mejores trabajos: Fugit Amor, en el caso de Rodin; Sakountala, en el de Camille.
Tras su ruptura con el famoso escultor galo, Claudel no se quedó sin inspiración, sino todo lo contrario. A pesar de entrar en una espiral de locura tras este proceso traumático, entre 1899 y 1905 surgieron algunas de sus mejores obras, como El Vals, El Pensamiento, La Ola o El Abandono. Su influencia en la escultura del siglo XX es innegable, aunque su nombre no resuene tanto como el del que fue su compañero.
6. Berthe Morisot (1841-1895)
Berthe Morisot es otra artista francesa, en este caso figura relevante del Impresionismo, cuyo enlace sentimental suele citarse. En su caso, se trata de Eugène Manet, hermano de Édouard Manet. La figura de Berthe Morisot, junto a las de otras maestras del Impresionismo, quedó ensombrecida por el conjunto del movimiento, mayoritariamente masculino.
Siguiendo la estela de otras grandes artistas de su tiempo, como Mary Cassatt o Marie Bracquemond, Berthe Morisot llenó sus lienzos de escenas cotidianas con gran dulzura y delicadeza. Tras su desaparición, sus cuadros siguen teniendo un lugar destacado en el mundo del Arte, de hecho sus pinturas pueden alcanzar cifras de más de 4 millones de dólares en el mercado actual.
7. Beatrix Potter (1866-1943)
Beatrix Potter creció en el seno de una familia acomodada en la Inglaterra Victoriana. Aunque siempre ha sido más reconocida por sus obras literarias -especialmente infantiles-, su incursión en el mundo de la ilustración -una disciplina artística que a menudo queda relegada a un segundo plano- no es en absoluto desdeñable. Potter logró unir su talento con el dibujo a su extraordinaria capacidad de observación de la naturaleza y de contar historias. Como resultado nació Peter Rabbit, un personaje de cuentos ya legendario.
En 1902 publica su primer cuento ilustrado y tal fue su éxito que durante la siguiente década no dejó de publicar nuevas historias. Tras el fallecimiento de su marido, Beatrix compró la granja Top Hill en Escocia, de donde saca la inspiración necesaria para seguir creando sus historias, escritas e ilustradas.