Recomendaciones Subjetivas
Recomendaciones de nuestros subjetivos nos sugieren, a propósito del Día Internacional del Libro. Títulos para entender nuestro contexto histórico.
Nuestros subjetivos nos sugieren, a propósito del Día Internacional del Libro, una serie de títulos que deberían ser leídos para hacer más entendible nuestro contexto histórico.
¡Disfruten!
La hija de Stalin
Recomendación de Valentí Puig
La hija de Stalin es uno de los personajes secundarios más enigmáticos del siglo XX, aterrada por la vida desde que supo, años más tarde, que su madre se disparó en el corazón. Una infancia en el Kremlin de Joseph Stalin lo pervierte todo o, dicho en otros términos, convierte la vida emocional en una disfunción. Lo cuenta la escritora canadiense Rosemary Sullivan en “La hija de Stalin” (Debate), que viene a complementar los dos libros de Simon Sebag Montefiore sobre Stalin y su crónica de los Romanov. El primer amor de Svetlana fue a parar al Gulag, pero solo a la muerte de su padre en 1953 ella supo del horror estalinista. Huyó de Rusia de modo espectacular, regresó y al poco estaba de nuevo en Occidente, con una vida privada de vértigo. De niña quiso a su padre. Inestable y paranoica, sus cenizas fueron a parar al Pacífico.
Platón y Europa
Recomendación de Gregorio Luri
Llevo a Jan Patocka siempre conmigo. Lo llevo con tanto entusiasmo que hasta me permití la imprudencia de reivindicar su figura académicamente en la Universidad Masaryk de Brno ante un grupo de discípulos suyos. Aunque es apreciado como uno de los principales fenomenólogos europeos, lo que me interesa especialmente de él es su desacomplejada reivindicación del cuidado autónomo del alma (la “victoria de sí mismo”, diría nuestro Melchor Cano) como nuestra esencia: aquello sin lo cual Europa dejaría de ser ella misma. En la Checoslovaquia comunista esto debía hacerse clandestinamente, en un ejercicio arriesgado de heroísmo de la razón que acabó costándole la vida. Precisamente en un sótano de Praga impartió el seminario recogido en Platón y Europa.
El cuidado del alma tiene, efectivamente, un sesgo subversivo. Por eso mismo comienza a ser urgente reivindicar a Patocka: no puede excluirse la posibilidad de que Europa quiera desembarazarse de sí misma.
La Vegetariana.
Recomendación de Lea Vélez
Martín Lutero. Vida, mundo, palabra.
Recomendación de Juan Claudio de Ramón
Cada elegante elipse de la Tierra alrededor del Sol trae al menos un par de pretextos para leer sobre algún tema de importancia. Este año 2017 viene pintiparado, por ejemplo, para indagar en la abundante literatura sobre la Revolución rusa. Pero también para saber algo más del agustino recoleto que hace quinientos años cambió la historia para siempre, al clavar sus noventa y cinco tesis en el portón de la iglesia del palacio de Wittemberg. En España, Lutero es una figura mal conocida, vista siempre al trasluz de su enfrentamiento con Carlos V. No hay, sin embargo, acontecimiento más importante para comprender el origen de nuestro presente que la Reforma. Por ello, mi recomendación para el día del libro es Martín Lutero: Vida, mundo, palabra, excelente obra de Thomas Kaufmann, editada en España con su habitual pulcritud por Trotta. Breve y accesible, su lectura me ha atrapado. Kaufmann condensa la almendra de las querellas teológicas de Lutero con sus contemporáneos, al tiempo que ofrece las pinceladas históricas que permiten entender que el profesor de Biblia de Wittemberg triunfara como reformador donde otros habían fracasado como herejes: la crisis de reputación de la iglesia existente, el desapego del Imperio respecto del Papado, y de los propios príncipes alemanes respecto del emperador, y la velocisima circulación de textos gracias a la imprenta, que hace de Lutero, dice Kaufmann, «la primera estrella mediática de la historia».
Pero nada hubiera sido igual sin la seductora y compleja personalidad de Martín Lutero: monje y burgués, hereje y profeta, teólogo de la gracia negador de las capacidades humanas en su trato con Dios y, sin embargo, predicador de una voluntad sobrehumana. Escritor de genio, en fin, que disputaba en latín y unificó la lengua alemana, al movilizarla para su empresa evangelizadora. Por lo demás, el que fue hombre de su siglo no tenía la menor idea de estar inaugurando una nueva época histórica. Como otros, pensaba que el fin del mundo estaba cerca y que pronto Dios confirmaría que había enseñado bien. Hay algo conmovedor en esta total certeza de la fe que hoy resulta difícil de entender. Aunque si es cierto, como dejó escrito el propio Lutero, que tener una religión es «tener algo en lo que el corazón confía por completo», puede que aún estemos a tiempo de salvarnos.