Literatura Weird: lo insólito e inexplicable en la ficción “extraña”
La literatura weird con su atmósfera rara e insondable se ha vuelto a popularizar y aquí te contamos de qué se trata.
La ciencia ficción es más compleja de lo que parece, extraterrestres, viajes al futuro y naves espaciales son una pequeña cerradura entre todas las llaves que puede abrir el género. Escritores como H.P. Lovecraft con Los mitos de Cthulhu y Edgar Allan Poe con Ligeia o La caída de la casa de Usher popularizaron una escritura tan abstracta que fue adoptada por la colectividad con el nombre de Weird Fiction o ficción extraña. Estos clásicos perseveran como referencia de un estilo pero son pocos los escritores que han continuado con la tradición de absorber esa naturaleza verdaderamente inesperada y desconocida.
El casting de autores que escriben o han escrito Weird Fiction incluye a plumas expertas como las de George R.R. Martin, Franz Kafka, China Mieville, Clive Barker, Haruki Murakami, Neil Gaiman, Stephen King y Daphne Du Maurier.
El universo weird, que en inglés moderno significa extraño y en el antiguo hace referencia a una especie de futuro predeterminado, se aparta del romanticismo y la fantasía tradicional y ahonda en lo complejo combinando ambos elementos con el mundo real. Este tipo de ficción especulativa enfrenta al costumbrismo con escenarios incómodos e inconcebibles, dobla hacia caminos alternativos reconociendo que no todo tiene una explicación racional -científica o religiosa- y crea un sentido universal gracias a la incertidumbre que usualmente supone existir. Los monstruos y fantasmas de lo weird son las sombras de la rutina.
El estadounidense Howard Phillips Lovecraft fue uno de los primeros en materializar el término en su ensayo sobre El horror sobrenatural en la literatura, en donde escribe que en estas historias “debe haber un indicio, expresado con una seriedad y pretenciosidad que se convierta en su objetivo, de esa concepción más terrible del cerebro humano —una suspensión maligna y particular o la derrota de esas leyes establecidas por la Naturaleza- que son nuestra única salvaguardia contra los asaltos del caos y los demonios del espacio insondable”.
La muerte de Lovecraft junto a la segunda guerra mundial y la traducción de las obras de Franz Kafka al inglés fueron claves en el antes y el después del género.
En la década del 2000 el término se ha vuelto a popularizar en parte gracias a la cantidad de experimentos cinematográficos que sin poder definirse por completo mezclan lo sobrenatural con el horror, la fantasía, el relato gótico y la ciencia ficción. Y eso es precisamente lo que hace la Weird Fiction, más que una expresión es un sentimiento que apela a una atmósfera inexplicable donde las fuerzas externas y desconocidas intentan sonar familiares.
En el presente la Weird Fiction se ha reintegrado a la sociedad en el perfil de New Weird. Escritores como Murakami y China Mieville han retomado el tren que se averió luego de una temporada en la literatura del siglo XIX.
Pulp Magazines y el relato comercial
Por ser algo extravagante y bizarra la Weird Fiction ha sido asociada con un tipo de ficción de escaso valor y promocional que se usaba en la era de las revistas Pulp -publicaciones calificadas como “baratas” por el tipo de papel y encuadernación que utilizaban- dedicadas a la ficción en todos sus extremos, pero con la perspectiva del tiempo hoy muchas de estas lecturas son referentes artísticos y culturales.
Una de las publicaciones más reconocidas, Weird Tales, tiene un archivo de lápices envidiables como los de H.G Wells, Isaac Asimov, Lovecraft, Ray Bradbury, Clark Ashton Smith, Howard Wandrei y algunas mujeres -aunque no suficientes- como Mary Elizabeth Councilman y Francis Stevens.
La época de las revistas Pulp plantó la ciencia ficción y la fantasía en el imaginario colectivo y ubicó en el mapa a escritores como Arthur C. Clarke, Poul Anderson, C. L. Moore y Robert Heinlein. La crítica sobre su calidad artística choca con la evidencia que sugiere un limitado reconocimiento. Por otro lado, añade un valor histórico cuando se recuentan la cantidad de conflictos sociales y religiosos que transitó la humanidad a la par de sus publicaciones, incluyendo guerras mundiales, la creación de la bomba atómica, pandemias, genocidios y revoluciones.
Aunque la ficción es una forma de escapismo, para los autores también fue necesario algún tipo de veredicto personal en sus historias entre tantas convicciones e ideologías.
Lo “New Weird”
Lo Weird se estancó pero no desapareció. Desde 1940 en adelante trabajos como los de Mervyn Peake o Daphne Du Maurier siguieron con la tradición gótica de lo Weird, popularizando la atmósfera ya establecida por Lovecraft y Poe.
Desde entonces algunas obras han florecido del letargo como la del francés Michel Bernanos The Other Side of the Mountain –El otro lado de la montaña- y The Beak Doctor del estadounidense Eric Basso con una narrativa más modernista pero no menos sugestiva.
Stephen King también pasó por aquí en los años 70 redefiniendo el género súper natural en la literatura americana de terror junto a Clive Barker con Books of Blood –Libro de sangre- escrito en los 80.
El New Weird definitivo llegó al siglo XXI con una generación que creció sumergida en la cultura de la ciencia ficción, utilizándose como una herramienta para referirse a las múltiples dimensiones de la realidad. Escritores como M. John Harrison, Steph Swainston, China Mieville, K.J. Bishop, Michael Cisco y Jeff VanderMeer –autor de una de las antologías más completas sobre el género de invención en la literatura- reiteran interrogantes formuladas por los pioneros de la ciencia ficción, fusionándolas con lo “extraño”.
Surrealismo transgresivo, ciencia, ficción histórica, sátira política y fantasía urbana se congregan en una proyección de ciudades y personas que se mueven en lo irracional y extraordinario. En la literatura weird hallarás desde plantas asesinas, montañas humanas y colores que caen del cielo hasta un París apocalíptico y un hotel con una dimensión desconocida escondida entre sus pasillos.
La idea es desprenderse del sentido común y el escepticismo, sumergirse en lo ilógico e inexplicable. Parece “extraño”, pero no lo es.