Así será la ampliación más ambiciosa de la historia del MoMA de Nueva York
Si uno piensa en arte contemporáneo, rápido le viene a la mente el MoMA neoyorquino. El gran santuario de arte moderno de Occidente, que alberga algunas de las obras maestras de este campo, y que acoge a aproximadamente 2,5 millones de personas cada año, se queda pequeño. Ya lo hizo en 2004, cuando fue inaugurado el nuevo MoMA, con casi el doble de espacio que el anterior. Ahora, esta gran galería emprende de nuevo una expansión para seguir siendo el gran estandarte de la cultura contemporánea.
Si uno piensa en arte contemporáneo, rápido le viene a la mente el MoMA neoyorquino. El gran santuario de arte moderno de Occidente, que alberga algunas de las obras maestras de este campo, y que acoge a aproximadamente 2,5 millones de personas cada año, se queda pequeño. Ya lo hizo en 2004, cuando fue inaugurado el nuevo MoMA, con casi el doble de espacio que el anterior. Ahora, esta gran galería emprende de nuevo una expansión para seguir siendo el gran estandarte de la cultura contemporánea.
La firma de arquitectura neoyorquina Diller Scofidio + Renfro, en colaboración con la californiana Gensler, son los encargados de diseñar esta llamativa renovación que aumentará el tamaño de las galerías para que los visitantes se sientan más cómodos y puedan programarse otro tipo de performances y obras audiovisuales. Esta nueva expansión es tan ambiciosa que sus obras se han planeado en dos partes: por un lado las de la zona este del edificio, que ya están completadas, y por otro las de la zona oeste, que terminará de construirse en 2019.
50.000 metros cuadrados para reinventar la narrativa de la colección
Esta última zona, la que aún no está terminada, constará de 50.000 metros cuadrados en los cuales se repartirán aún más obras de la colección permanente a través de “una serie de narrativas interconectadas y fluidas de arte moderno y contemporáneo de todos los medios”, según explican fuentes del museo. Se trata de la reforma más ambiciosa de las dos que se llevan a cabo en este proyecto. Las instalaciones multidisciplinares se repartirán a lo largo y ancho de este nuevo espacio para dar sitio a diferentes formatos, como la fotografía o la arquitectura, que convivirán con todas las expresiones artísticas que caben en una gran colección como la del MoMA.
Esta nueva zona oeste contará también con un estudio para los medios, donde se podrán realizar diferentes performances en vivo, y donde se albergarán todas las herramientas para realizar grabaciones profesionales de las mismas.
Según aseguran desde la institución, cuando todo el proceso de renovación termine, contarán con hasta un tercio más de espacio para albergar tanto la colección permanente como las exposiciones temporales. Además, han confirmado que la primera planta al completo seguirá siendo de acceso gratuito al público.
La polémica de la remodelación
Este ambicioso proyecto era difícilmente concebible sin una polémica. La Gran Manzana es una isla, y al ser una isla el espacio es el que es, aunque allí tiendan a expandirse a lo alto y no a lo ancho. Para hacer factible la ampliación del MoMA el museo anunció que tendría que derribar un edificio contiguo, la sede del American Folk Art Museum, con el fin de aumentar su superficie expositiva. Este espacio, que no llega a quince años de vida, fue diseñado por Tod Williams y Billie Tsien y adquirido por el MoMA en el año 2011.
El fin de esta demolición es que todo el espacio del museo sea uno, que no haya disrupciones. Como apuntan desde el MoMA, «el objetivo general es mostrar la mayor parte de la colección con formas nuevas y emocionantes y para crear la experiencia más agradable y atractiva para los visitantes». Por ello, el edificio de American Folk Art Museum les sobraba y optaron por hacerlo desaparecer, directamente, en 2014. Sus arquitectos no acabaron demasiado contentos, como era de esperar. Tod Williams llegó a sentenciar en tono triste que “todos los edificios un día se convertirán en polvo, pero éste podría haber sido reutilizado. Desafortunadamente, ni la imaginación ni la voluntad estuvieron presentes”.
Polémicas aparte, parece que el MoMA nació para no ser nunca el mismo. Mientras que técnicamente se moderniza, pensando en esa vieja máxima de “o renovarse o morir”, en realidad la remodelación es una vuelta a sus orígenes. Glenn Lowry, su director, declaraba al New York Times recientemente que este proyecto consiste en “repensar en cómo fuimos concebidos originalmente”. En 2019 veremos el resultado (no) definitivo.