Arte y pólvora: La obra de Cai Guo-Qiang explota en el Museo del Prado
¡Boom! El estruendo de una detonación en el segundo piso del Salón de Reinos del Museo Nacional del Prado. Una humareda asciende hacia los escudos de la bóveda, pintados allá por los tiempos de Felipe IV. El espacio donde una vez se albergaron los mejores retratos de Velázquez se impregna hoy con el mismo olor de las calles durante las Fallas de Valencia (y es que la pólvora que acaba de eclosionar sobre el lienzo proviene de la comunidad levantina). En esta inusual celebración creativa, un hombre descubre ante la mirada de las cámaras la pieza recién nacida tras el estallido. Es Cai Guo-Qiang (1957, Quanzhou, China), el primer artista contemporáneo que concibe obras inéditas para el Prado.
¡Boom! El estruendo de una detonación en el segundo piso del Salón de Reinos del Museo Nacional del Prado. Una humareda asciende hacia los escudos de la bóveda, pintados allá por los tiempos de Felipe IV. El espacio donde una vez se albergaron los mejores retratos de Velázquez se impregna hoy con el mismo olor de las calles durante las Fallas de Valencia (y es que la pólvora que acaba de eclosionar sobre el lienzo proviene de la comunidad levantina). En esta inusual celebración creativa, un hombre descubre ante la mirada de las cámaras la pieza recién nacida tras el estallido. Es Cai Guo-Qiang (1957, Quanzhou, China), el primer artista contemporáneo que concibe obras inéditas para el Prado.
Durante su estancia en Madrid, Guo-Qiang ha transformado en su estudio el Salón de Reinos (actualmente a la espera del proyecto de rehabilitación encabezado por Norman Foster), y allí trabaja en ocho piezas de nueva creación creadas con ignición de pólvora. Estas nuevas obras, así como otras parte de la misma serie ejecutadas desde 2015, formarán parte de la exposición El espíritu de la pintura. Cai Guo-Qiang en el Prado, que abrirá al público en el edificio de Jerónimos el próximo 25 de octubre, ofreciendo a los visitantes una muestra con un total de 22 piezas del artista chino.
Tres semanas antes de la inauguración, tras el repentino estallido que hace nacer una de las obras en presencia de la prensa, la nube de humo se desvanece mientras Guo-Qiang y sus ayudantes se aproximan. De entre los dos lienzos que sirvieron de escenario para la pirotecnia aparece la figura de una antigua leyenda europea: Un león verde que persigue al Sol, que ha emergido con trazos delineados durante la explosión, cubre ahora el espacio que pocos según antes estaba en blanco. El artista dice sentirse a la vez satisfecho y sorprendido al admirar su propia obra: “Es el resultado de una energía de la naturaleza, y por eso suelen salir sorpresas y alegrías (…) Es la imagen plástica de lo que representa la belleza”. Antes de esta repentina revelación, el artista ha empleado largas horas de preparación, para que luego, en apenas unos segundos, la pólvora decida el resultado final.
El artista comenta: “Todas mis obras tienen algo que ver con el destino y estoy una continua contradicción. En mi obra existe una continua contradicción porque por un lado, estoy en control y represento algo que busco, pero también entra el azar y el no saber qué va a pasar. El instante de la explosión es la fuerza de la naturaleza quien decide el destino de la obra”. En la detonación, Guo-Qiang dice hallar «la fuerza y la espiritualidad para liberarme», y a la par expresa su conexión con la tradición pictórica.
La muestra en el Museo Nacional del Prado nace del continuo interés del artista por la espiritualidad del Greco y plantea un diálogo con los maestros del Prado (Tiziano, Rubens, Velázquez, Goya…), a los que estudia mediante reuniones con los conservadores de a institución con el objetivo de “encontrar ideas y conocer más profundamente sus obras para establecer enlaces”. Como resultado de su estancia y base sobre la que asienta la esencia de la muestra, el artista medita sobre las cualidades que definen el arte de sus predecesores.
El artista enfatiza en que, aunque su trabajo está muy ligado a la tradición artística china, se considera a sí mismo un artista internacional: «China inventó la pólvora, que también es resultado de una reacción química. Cuando se inventó, su objetivo no era la guerra, sino el uso medicinal para lograr la vida eterna, y algo así es lo que yo busco utilizando la pólvora en mis creaciones». Guo-Qiang explica que su obra se inspira en los químicos que en la antigüedad buscaban medicamentos que proporcionaran la vida eterna, y en este caso, el símbolo del león, representa la leyenda de aquellos alquimistas.
Al lado de la recién nacida obra, otro lienzo reposa sobre el suelo. Es “El día y la noche de Toledo», una monumental obra, por ahora inacabada, que expresa su admiración por El Greco y busca contener “el espíritu de todos los artistas”. Guo-Qiang exploró la ruta del Greco en 2009, y repitió a principios de este año en busca de inspiración: «Asomado a la ventana de mi habitación en Toledo contemplaba el cambio de luz del anochecer al amanecer y quería capturar esa energía».
Estas obras se unirán a un lienzo de 18 metros que llevará el mismo título que el de la muestra “El espíritu de la pintura”; una muestra excepcional de la que podrá disfrutarse en el Museo del Prado hasta el 4 de marzo. El proceso creativo que está realizando Cai Guo-Qiang para el Prado quedará reflejado también en un documental producido por el Museo y que está dirigiendo Isabel Coixet.