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La cruda historia real detrás de Fauda, la serie israelí que ha cautivado al mundo

El mundo se ha rendido a los pies por primera vez de una serie israelí

La cruda historia real detrás de Fauda, la serie israelí que ha cautivado al mundo

“Prepárense”, “el caos está por empezar”, “en camino hacia ti”, anunciaban cientos de carteles escritos en árabe y sin traducción que alarmaron a algunos israelíes que por un instante, al ver esas letras blancas sobre fondo negro, pensaron que quizá Isis había llegado a las mismísimas calles del corazón de su ciudad.

En algo no se equivocaron. El llamado Estado Islámico estaría en la mira, pero de la exitosa serie de televisión israelí Fauda, cuya campaña de intriga llegó a provocar zozobra a tal punto que en algún momento las fuerzas de seguridad debieron salir a explicar que sólo se trataba del abreboca promocional de la tan esperada segunda temporada.

Nada más lejos que ese enteramente blanco y negro de las vallas. La producción se asienta precisamente en esa escala de grises con la que aborda el largo y espinoso conflicto entre israelíes y palestinos. Desborda realismo, por algo The New York Times, que la incluyó en la lista de las diez mejores series de 2017, la ha calificado como thriller crudo y naturalista.

Es imposible no contener el aliento al verla. Las acciones suceden de una manera tan trepidante y las imágenes lucen tan reales que parece más bien un hecho transmitido en directo. Una profusión de disparos, violencia, persecuciones, crueldad, venganza, pero más… Lejos de estereotipos, la serie humaniza a los personajes descorriendo el velo del “otro”, del “enemigo”, para mostrarlo en toda su complejidad, en diversas facetas.

Reconocido como Mejor Guión en el festival de Biarritz y ganador de seis premios Ophir (equivalente israelí a los Emmy) entre ellos el de Mejor Drama, Fauda ha cautivado a 190 países desde su estreno en Netflix en diciembre de 2016 provocando, curiosamente, empatía por igual entre israelíes y palestinos, hombres y mujeres, de derecha y de izquierda.

¿La clave de su éxito desbordante? “Lo que hemos escuchado a menudo de los espectadores de todo el mundo es que se reconocen a sí mismos en los personajes de ambos lados del conflicto, se identifican con lo que sucede y realmente ‘sienten’ lo que los personajes experimentan, bueno o malo. Aparte de las escenas de acción, muestra a las familias teniendo una vida normal. Hay historias de amor. Madres y mujeres en general poseen una fuerte presencia. Todo esto hace que el programa sea muy intenso y conmovedor. Además, tiene lugar en el punto de mayor tensión del Medio Oriente y se desarrolla sobre un conflicto geopolítico real y actual, lo que lo hace aún más adictivo”, explica a The Objective la actriz Laëtitia Eïdo, cuyo papel en la serie ha cautivado a la audiencia.

La historia de fondo

Fauda, que significa caos en árabe y que en el argot militar israelí hace referencia al fracaso de una operación, era una apuesta arriesgada con esos diálogos entrecruzados entre árabe y hebreo para hacerla todavía más real. Sus creadores tenían claro que los personajes árabes debían ser encarnados por actores que también lo fueran, respetando a su vez los diversos dialectos. No podía ser de otro modo pues su trama se centra en la búsqueda por parte de un comando de agentes encubiertos israelíes de terroristas palestinos en Cisjordania.

Tras una y otra puerta cerrada, la compañía de televisión por cable YES de Israel decidió producir y emitir la serie; después, Netflix se apuntó convirtiéndola con sus subtítulos en un fenómeno global, tanto que ya firmó con sus creadores para realizar dos nuevas series sobre espionaje, una de las cuales ya tiene nombre: Hit and run.

Avi Issacharoff, un reconocido periodista con décadas de experiencia en la cobertura del conflicto palestino-israelí, y Lior Raz, un actor que nunca había escrito un guión, se inspiraron en hechos reales para dar vida a la serie pues ambos, amigos por demás, prestaron el servicio militar obligatorio en una unidad secreta como “mista’arvim”; o sea, israelíes que se hacen pasar por palestinos y hablan árabe a la perfección.

Durante una veintena de años Raz guardó silencio sobre un suceso que le perturbó y dejó marcado para siempre: la muerte de su primer amor apuñalada en Jerusalén a manos de un terrorista palestino. Catárticamente este hecho ha salido a flote en la pantalla cuando en la primera temporada de Fauda la novia de un miembro del comando de élite israelí pierde la vida en un bar víctima de un atentado suicida.

No extraña que a Raz, quien además de coguionista encarna magistralmente al protagonista, ahora le lluevan ofertas para trabajar en Hollywood. ¿Quién lo diría? Y pensar que había sido guardaespaldas de Arnold Schwarzenegger y Nastassja Kinski tras viajar a Estados Unidos pocos días después de haber culminado sus funciones en la unidad especial de las Fuerzas de Defensa de Israel. Hoy, a la par de Fauda, da también charlas sobre cómo lidiar con el estrés postraumático a través del arte y la escritura.

El mundo se ha rendido a los pies por primera vez de una serie israelí. El maestro indiscutible del terror, Stephen King, la calificó en un tuit como un thriller que mola y sin desperdicio. Y hasta el presentador y comediante estadounidense Conan O’Brien se acercó al set de filmación para grabar un sketch en el que interroga al personaje principal para obtener información sobre la dirección de Gal Gadot, la actriz israelí que protagonizó Wonder Woman.

Más y más suspense

La segunda temporada de Fauda se prevé que llegue a las pantallas vía Netflix a partir de abril, cuando finalice su emisión en la televisión de Israel.

Itzik Mizrahi fue uno de los millones de espectadores que el pasado 31 de diciembre sintonizaron el canal YES ansiosos por ver si los nuevos episodios estarían a la altura de las expectativas generadas.

“La primera temporada es más interesante y la segunda tiene menos acción, pero mucho más suspense. Todo gira en torno a un deseo obsesivo de venganza. Es la película verdadera de todos los días”, comenta a The Objective este hombre de 65 años que fue herido en la Guerra de Yom Kippur y que estuvo al frente en Tel Aviv de una de las mayores empresas productoras y distribuidoras de pitas, pan que hermana a los dos pueblos en conflicto.

En la serie, Dorón Kavillio, el protagonista, llega a tener una relación con Shirin Al Abed, una doctora palestina, abordando el tabú del amor entre israelíes y árabes. “El hecho de que ella se enamore de un agente israelí en realidad es relevante solo para la audiencia, al menos en la primera temporada (¡sin spoiler!), porque para ella él es Amir -no Dorón-, un palestino. Por tener un origen mixto, para mí es importante mostrar en la pantalla esta historia de amor como posible y como un modo de lograr un mayor entendimiento entre la gente”, señala la intérprete franco-libanesa Eïdo.

Pero ¿cómo ha sido recibido ese personaje en el mundo árabe? “Los creadores del programa siempre dicen que donde sea que vayan la gente pregunta por ‘La doctora’ y ‘¿Cómo está Shirin?’ Es increíble. Pienso que creamos un personaje muy especial que se vuelve adorable, primero, porque está en medio de este gran ‘fauda’, este caos. Es un vínculo entre mundos y se niega a tomar parte en el conflicto ni a elegir ningún bando. Su ética médica también la hace un alma muy caritativa. De hecho, la hicieron estar más cerca de quien soy por ser medio francesa, algo que no existía en el guion original. Lo añadimos y eso la coloca aún más ‘in between’ (en medio) de todo. Esto le permite tener empatía por cualquier ser humano con quien se cruce, sea del lado que sea. Cuando fui a los territorios palestinos, en Ramala o en Belén, me paraban personas en la calle que eran grandes fans del programa y me agradecían por dar vida a este personaje. Estaba aliviada, igual que cuando escuché que Fauda es un gran éxito en otros países árabes como Arabia Saudí, Líbano, Egipto”.

Las dos caras

Nadie quiere dejar de ver esta producción israelí. Cuando apareció en 2015, el grupo palestino islamista Hamás la tachó de propaganda sionista, pero, no obstante, colocó un enlace de transmisión en su propia página web. Y a fines del año pasado, el tráiler de los nuevos episodios fue presentado incluso en los programas de noticias de la televisión israelí.

Si en la primera temporada el personaje que desencadena el conflicto es un terrorista de Hamás apodado La Pantera que reaparece después de que se creía estaba muerto, interpretado por el actor árabe israelí Hisham Suliman; en la segunda temporada la trama va un paso más allá al explorar las rivalidades entre las diversas facciones del movimiento palestino, con la presencia además de Isis en la zona.


La canción del programa que ha emocionado por igual a israelíes y palestinos, a hombres y mujeres, de izquierda y de derecha.

Una de las motivaciones para hacer la serie fue que la ocupación israelí de Cisjordania ocurrida tras la Guerra de los Seis Días ya suma medio siglo. Al igual que sus creadores, Eïdo lo tiene claro. “No estamos aquí para hacer política, en lo absoluto”, rotundamente afirma a The Objective.

¿Cuál es el principal desafío que ha debido encarar? “Mi trabajo como actriz y el tipo de reto que deseo enfrentar es escoger mis papeles dependiendo de lo que quiero entregar al mundo y de lo que como artistas aportamos a la conciencia colectiva. Llevar la idea de que este conflicto no es unilateral, que estos enemigos a muerte no son tan diferentes después de todo y que son mucho más humanos de lo que nos han dicho es muy importante para mí. Quienquiera que seas, si tomas parte en una guerra, en algún momento lo perderás todo realmente; si no tu vida, entonces tu alma. Esto tiene mucho significado para mí”, concluye.

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