Si eres de aquellos paseantes que presta atención al nombre de las calles, más por curiosidad que por orientación, al recorrer las de Florencia deberías de reparar en algunos, como Via Cartolai, Via Tessitori o Via Tintori. Más allá de todas las maravillas artísticas que hay que descubrir cuando se visita esta ciudad, las calles de los papeleros, los tejedores y los tintoreros, por nombrar solo algunas, ponen sobre la pista al viajero de otra ruta.
Orgullo toscano
Aunque pensar en Milán evoque ya el estilo y los grandes nombres de la moda italiana, la fama de este país en el arte de la alta costura no sólo se concentra en esta urbe. Ya desde el siglo XIII, antes de la llegada de la familia Medici, veintiún gremios de mercaderes y artesanos gobernaban la entonces república independiente de Florencia. Los mismos que todavía hoy dan nombre a sus vias y recuerdan que el comercio y la artesanía son dos señas de identidad que los toscanos siempre han lucido con orgullo.
“Un florentino que no es un mercader, que no ha recorrido el mundo, ha visto naciones extranjeras y a sus gentes, y ha regresado a Florencia con algo de riqueza, no goza de estima propia en absoluto”, escribió el comerciante de seda renacentista Gregorio Datti.
Siglos después, la misma dignidad toscana volvía a abrirse paso cuando Maurizio Gucci, hermano del fundador del imperio textil, bromeaba: “Gucci es tan florentino como Johnnie Walker es escocés, y no hay mucho que alguien pueda enseñar a un florentino sobre comercio y artesanía”.
Una parada en el Gucci Garden
La periodista Sara Gay Forden cuenta esta anécdota en su libro sobre la historia la casa Guccio Gucci, cuyas iniciales son hoy reproducidas (e imitadas) en bolsos, cinturones o camisetas, como distintivo de clase y poderío económico.
Como homenaje a su historia y a su ciudad, desde este febrero, la firma italiana ha elegido el antiguo Pallazo della Mercanzia, situado en la famosa Piazza de la Signoria florentina, como sede de su colección. El Gucci Garden fusiona arte y moda en una suerte de museo multiespacio, un concepto cada vez más popular entre las casas de alta costura.
Mientras que en la planta baja se sitúa la divertida tienda de objetos singulares y el restaurante, a cargo del triestellato chef Massimo Bottura, algunos de los objetos y diseños más singulares o con mayor valor simbólico para la firma se exhiben en las plantas superiores del jardín, mezcladas con el onírico universo de Alessandro Michaele, actual genio creativo de Gucci.
En la última sala encontramos maletas y bocetos que recuerdan el origen de la marca. A finales del siglo XIX, mientras trabajaba en el Hotel Savoy de Londres, Guccio Gucci observó el gran cuidado que los ricos huéspedes que llegaban procuraban a sus posesiones, contenidas en pilas de maletas hechas de cuero y grabadas con sus iniciales.
Cuando regresó a Florencia, tras trabajar en varias firmas dedicadas a la piel, en 1921 reunió el suficiente conocimiento y dinero como para abrir su propia tienda, dedicada los artículos de cuero y las reparaciones de este material. El comercio, que no tardó en ser rentable, se situaba, estratégicamente, cerca de la Via dei Tornabuoni, una de las calles más elegantes de la ciudad, que hoy se disputa con la Via del Corso los letreros de todas las grandes firmas de moda, y donde se encuentra la tienda de Gucci.
El zapatero que fue a Hollywood y volvió a Florencia
Tras un paseo por Oltrarno, donde poliferan los pequeños talleres dedicados al tejido de lana, la seda y los brocados, de vuelta al otro lado del río, accediendo por el Ponte Santa Trinita, se encuentra el Palazzo Spina Feroni, sede del Museo Salvattore Ferragamo.
El famoso zapatero que calzó a las celebridades del joven Hollywood de los años 20, regresó a Italia en 1927 para establecerse en Florencia, conocida por su buen hacer artesano.
Hasta el 2 de mayo, el museo conmemora el aniversario de esta vuelta con la exposición 1921. Il ritorno a Italia, que acoge una amplia selección de pintura, escultura, fotografías, artes decorativas, y por supuesto, zapatos, que ilustran la historia de Italia durante esos años. La muestra, no solo recomendable para los amantes de la moda, recorre la vanguardia de los años 20, cuyas corrientes estéticas influenciaron el trabajo de Ferragamo.
Además de su colección de zapatos (10.000 de la propia firma y piezas de época), de vestidos y de su archivo de documentos, el museo organiza exposiciones temporales, como la que ahora apura sus últimos días. A partir del 24 de mayo, acogerá la muestra Italia en Hollywood, dedicada a la época que el diseñador de zapatos pasó en California.
Polimoda, la fábrica de diseñadores
Además de este museo, la familia Ferragamo está presente en la escuela de moda más importante de Italia: el Instituto Polimoda, que, desde 2006, preside Ferruccio Ferragamo, está considerado como el mejor lugar para formarse en estudios de diseño y gestión de moda y marcas de lujo.
En 1986, las primeras clases se impartían en la Villa Strozzi de Florencia. Tras la apertura de dos nuevos campus especializados, en el 2000, los tres espacios se unificaron en una sede en la Via Curtatone, donde hoy se asienta la escuela.
Quien presenta un proyecto de fin de grado o máster en Polimoda, puede acabar haciendo carrera en el bussiness of fashion: directivos de importantes firmas acuden al instituto florentino en busca del talento y el buen hacer artesano que, todavía hoy, se cocina entre los muros de la joya de la Toscana.