Literatura rumana: repleta de gigantes, eclipsada y en el olvido
Los lectores no hacen siempre justicia con los grandes autores. La literatura –como industria– se abre paso y deja en los márgenes nombres y apellidos marcados por su espacio y por su tiempo, sin opciones a la vista para presentar batalla en el basto y colapsado mercado editorial. Ahora, entre el 25 de mayo y el 10 de junio, la literatura rumana –sin mencionarla estaba presente en cada línea anterior– tiene una ocasión de oro para situarse en el mapa: Rumanía es el país invitado en la Feria del Libro de Madrid y todas las puntas de lanza de sus Letras están en España para reivindicar su lugar.
Los lectores no hacen siempre justicia con los grandes autores. La literatura –como industria– se abre paso y deja en los márgenes nombres y apellidos marcados por su espacio y por su tiempo, sin opciones a la vista para presentar batalla en el basto y colapsado mercado editorial. Ahora, entre el 25 de mayo y el 10 de junio, la literatura rumana tiene una ocasión de oro para situarse en el mapa: Rumanía es el país invitado en la Feria del Libro de Madrid y todas las puntas de lanza de sus Letras están en España para reivindicar su lugar.
En este sentido, es la ocasión apropiada para responder a algunas cuestiones sobre el papel de Rumanía en la Literatura universal y comprender por qué debemos recuperarla del olvido.
¿Hemos marginado a la literatura rumana?
“La literatura rumana es, probablemente, la literatura europea –incluso occidental– con más falta de reconocimiento. Nunca ha tenido el reconocimiento que merece”. Enrique Redel fundó hace una década la editorial Impedimenta y reivindica con orgullo tener en su catálogo a un escritor enorme, un candidato al Nobel, que precisamente es rumano: Mircea Cartarescu. Redel encuentra alguna explicación a este silencio que siempre ha rodeado a la literatura rumana. “Entre otras cosas”, asume, “porque muchos de ellos emigraron”.
“Rumanía es un país que, curiosamente, es muy lector”, continúa. “He estado allí varias veces, leo mucha literatura de allí. Existe el tópico de Rumanía como un país atrasado, pero culturalmente es muy, muy potente. Ahora hay una eclosión de autores, de voces, que recogen ese testigo de la tradición y lo actualizan. Yo creo que es un fenómeno muy interesante que se produce en muy pocos países. Tiene una inmensa riqueza y, por su propia historia, hay un material literario bastante fecundo”.
Esta lectura del escenario coincide con la visión de Iona Anghel, directora del Instituto Cultural Rumano [dependiente de la Embajada de su país], que ha realizado un esfuerzo encomiable en la organización de la Feria del Libro. “Nos ha ocurrido una cosa”, explica, “hay muchos autores rumanos que han decidido vivir en otros países y escribir en otros idiomas”. Anghel resume que el mejor periodo para su cultura fue en el periodo de entreguerras, entre 1918 y 1939, “cuando se produjo la influencia francesa no solo en el ámbito de la cultura, sino también en la vida política y en la arquitectura”.
Es muy importante conocer el contexto del país para comprender el olvido en que se la ha tenido: una situación política irrespirable de censura y miedo impuesta por el comunista Nicolae Ceaucescu, cuya dictadura se extendió entre 1967 y 1989 y aniquiló cualquier recodo de luz o disidencia. “Hay grandes autores como Emil Cioran o Eugène Ionesco que vivieron en Francia y escribieron en francés”, resume Anghel.
Esta circunstancia sigue reproduciéndose. Alina Popescu publicó hace unos meses su primera novela, Un pie entre dos mundos (Tandaia), y abordó la aventura de un emigrante rumano que abandona su país con la esperanza de un futuro mejor, como tantos de sus compatriotas. Popescu lleva 17 años viviendo en España y escribió la novela en castellano en una editorial española. Una de las razones por las que escogió nuestra lengua fue simplemente por placer. Pero es su segunda razón la que guarda un hecho sintomático: “Si lo escribo en rumano, luego es más complicado”.
Anghel matiza que, pese a todo, ahora comienzan a levantar cabeza y España es una muestra dignificante de este esfuerzo: “Hay que decir que la literatura rumana está muy traducida al español y cada vez hay más títulos”. Tanto es así que somos el país que más títulos traduce del país que marcó la frontera del Imperio de Roma. Esto es algo que Redel celebra: “Puedo decir claramente que tiene el nivel de la francesa, la alemana o la italiana”.
¿Cuáles son sus autores a reivindicar?
Regel, pensando en presente, pone sobre la mesa un nombre por encima de todos: “En cada generación se produce la irrupción de un autor que ensancha los límites de la literatura. Hay autores como Kafka, García Márquez, Vargas Llosa o Pynchon que amplían el marco, y creo que Cartarescu es uno de esos autores. Nos habla de cosas de las que nunca nos han hablado, o lo hace de una manera absolutamente novedosa. Muy inspirado en la tradición, tiene una cultura enciclopédica, y ha hecho de su vida un oficio: escribir”.
Luego, mirando hacia atrás, incorpora a otros gigantes: Tristan Tzara, Eugène Ionesco, Emil Cioran, Mircea Eliade, Norman Manea. A Anghel le gusta ampliar el marco a los contemporáneos: “Hay voces muy interesantes que todavía no se han traducido al español, hay una literatura infantil estupenda. Es interesante hablar de Matei Visniec, un dramaturgo muy conocido en Francia que escribe en francés y en rumano, o Cecilia Stefanescu, que hace literatura feminista”. Anghel ha invitado a 40 autores, algunos de la talla del propio Mircea Cartarescu o la poeta Ana Blandiana, para participar en distintos actos de la Feria.
Y entre ellos también está Alina Popescu, que alabando a los autores que enriquecieron su tradición, no esconde su preferencia: “Mi autor preferido es Liviu Rebreanu, sin ningún tipo de duda. Es el que más me ha sorprendido por su realismo: la vida rural me encanta y, estando lejos de mis orígenes, me interesa todavía más”.
¿Por qué es tan importante para Rumanía ser el país invitado en la Feria del Libro?
“Para mí es maravilloso”, sonríe Popescu. “Como rumana en España y como amante de las Letras, me emociona mucho que Rumanía sea el país invitado. Esto va más allá de la literatura, es precisamente para que los españoles puedan conocer otras facetas de la sociedad rumana, para que mi país se muestre más allá de tópicos como Drácula”.
Este entusiasmo lo comparte la directora del Instituto Cultural Rumano, que define la oportunidad como “inmensa” para hablar de Rumanía justo en el año del Centenario de la unión de las provincias, que constituyó la nación tal y como hoy la conocemos. También para hablar de su historia reciente. “Hay una cosa significativa”, alega, “entre Rumanía y España hubo un lapso en las relaciones de 50 años y los españoles saben poco del comunismo, igual que los rumanos saben poco del franquismo. Y es una buena ocasión para los rumanos que viven en la Comunidad de Madrid, que son alrededor de 200.000”.
Y, cómo no, para la literatura, como concluye Redel: “Hay que poner de relieve una literatura de primer nivel, colocar en el escaparate a algunos autores realmente interesantes, no solamente a Cartarescu o Blandiana. Me parece una oportunidad para los lectores”.