Cafeína, cochazos y cómicos hablando de ‘nada’: la adictiva serie de Jerry Seinfeld
‘Cómicos en cochazos tomando café’, cuya última temporada Netflix lanzará en julio, es un éxito gracias a un efecto propio de nuestro tiempo: ‘abre la boca, no dejes de mirar y no pienses’.
Dice que su idea se basa en odiar algo tanto que quieras cambiarlo, pero la realidad es que ‘Cómicos en cochazos tomando café’, cuya última temporada Netflix lanzará en julio, es un éxito gracias a un efecto propio de nuestro tiempo: ‘abre la boca, no dejes de mirar y no pienses’.
La más que rentable mezcla de talk show y branded encubierto de Jerry Seinfeld, ‘Cómicos en cochazos tomando café’, volverá a Netflix este mes de julio con nuevos capítulos y es el momento de preguntarse qué hace a personas como yo tan adictas a un programa de 20 minutos donde el cómico más rico del mundo, según Forbes, queda con sus colegas para pasear en lujosísimos coches e inflarse de café. He tenido esta misma conversación con al menos una decena de personas y todas me dicen lo mismo: “No lo entiendo, ni siquiera me gustan los coches y la mayoría de esos tipos no me hacen ni gracia, pero me ‘bebo’ los episodios”. ¿Será el encanto de Seinfeld? ¿Un mensaje subliminal oculto en el sonido del café siendo vertido en la taza? ¿O es que estamos para que nos encierren? ¿Tú qué opinas, Jerry?
De acuerdo al magnate del humor, el secreto de su serie es la evolución del WTF, un WAYSO (‘What are you sick of?’), por decirlo de otra forma. En vez de tener una idea realmente original, coges lo que odias e innovas. “Estaba harto de los talk shows donde suena la música, alguien camina hacia el escritorio, le da un apretón de manos al presentador y se sienta. ‘¿Cómo estás? ¡Te ves genial!’ Y estoy también hasta las narices de las personas que van a vender su show o su producto”, respondió Seinfeld a Harvard Business Review cuando le preguntaron por el éxito de la serie.
Pero no solo consiste en ser un hater, también hay que buscar alternativas. Así fue como el cómico convirtió un programa de entrevistas en lo que define como una “vídeo de comedia” con color, aroma y movimiento. “Me he pasado la vida con otros cómicos haciendo justo lo que hago en mi show. Lo que les digo a los editores que empiezan a trabajar conmigo es que o la cámara se mueve, o el coche se mueve, o el café se mueve, o alguien debe estar diciendo algo gracioso. Porque los cómicos son mucho más divertidos cuando se mueven”, explica a Sprunger.
Y marea un poco con tanto movimiento, porque en realidad la mayoría del tiempo los humoristas lo pasan sentados y, o bien el propio Seinfeld habla de las bondades del coche en cuestión, o bien lo hace su voz off al estilo comercial de televisión. Por irritante que resulte, lo escuchas igual que un mantra; no tienes ni idea de lo que está diciendo ni te interesa, pero no puedes dejar de mirar. Eso es lo que hace a ‘Cómicos en cochazos tomando café’ el mejor ejercicio de publicidad sin propósito de la historia, porque a lo más que podemos aspirar la mayoría es a tener una Nespresso y no los 69 millones de dólares que convierten a Seinfeld en el cómico mejor pagado y uno de los mayores coleccionistas de Porsche del mundo; todo gracias a los ingresos millonarios que sigue percibiendo por la serie ‘Seinfield’ y por sus apariciones en los escenarios riéndose de lo que le ocurre al común de los mortales, aunque él ya no pertenezca a esta liga.
Sin embargo, las vacías charlas con sus invitados, aun carentes de gracia muchas de ellas, tienen su parte de humanidad y alto grado de voyeurismo, por qué no. Ver a Jim Carrey atiborrándose de pastillas en una cafetería y haciendo puntería en la taza mientras explica cómo metió un cheque millonario en el ataúd de su padre para que se lo llevase a la tumba o al brillante productor Mel Brooks sentado cual ancianito corriente sorbiendo su sopa frente al televisor resulta entretenido y relaja como poner el Tour de Francia cuando te vas a echar una siesta. Y descubres, por ejemplo, que hay humoristas que tienen gracia natural y otros que son menos ocurrentes de lo que parecen; por ejemplo, Ricky Gervais es más insulso que un descafeinado con leche desnatada y sacarina, y Obama ‘mola’ bastante, tanto que ha creado con su esposa Michelle, Higher Ground Productions y ha firmado un contrato con Netflix para producir series, documentales y películas que “generen empatía”.
Seinfeld ha sido demandado por el productor Christian Charles, quien alega que la idea de ‘Cómicos en cochazos tomando café’ fue de ambos y que grabaron el piloto en 2011.
A alguien le puede parecer un sin sentido que esta ‘video comedia’ empezase en Internet en 2012 como un experimento gratuito y sin ningún plan de negocio detrás y acabase siendo una mina de oro cuando la compró Netflix. Tira por la borda toda nuestra cultura del momento ‘eureka’ y del esfuerzo que lo materializa; y también los hay que se indignan por que Seinfeld siga siendo tan rico o más, como he leído por ahí, “sin mover el culo”. No debería sorprendernos si pensamos en un mundo que funciona gracias a la inercia –sí, la misma que hace que puedas dejar de apretar el acelerador de un coche y siga en movimiento-: Cuanto más tienes, más consigues; y a la inversa. Es el viejo ‘cría fama y échate a dormir’ o la explicación de por qué hay premios y becas que son concedidos a gente que ya los ha disfrutado. Es la misma inercia que te empuja a ver uno tras otro capítulos de una serie que no entiendes por qué estás viendo. La misma inercia, en suma, que lo atraviesa todo.
Curiosamente, Seinfeld ha sido demandado por el productor Christian Charles, quien alega que la idea de poner a un montón de cómicos a tomar café y pasear en cochazos fue de ambos, e incluso grabaron un piloto.
A mí solo se me ocurre pensar en otros proyectos similares como ‘Músicos en simuladores de vuelo’ y utilizando la fórmula de WAYSO, propongo una ‘vídeo comedia’ sobre un montón de espectadores adictos a millonarios que ríen o lloran y se forran gracias a la inercia y el sopor.