Martha Nussbaum: “Los estereotipos no son solo rígidos e inexactos, sino que causan un daño real a las personas”
Paidós publica Enjevecer con sentido, nuevo libro de la ganadora del Premio Príncipe de Asturias, Martha Nussbaum.
Preguntarse por la vejez, por el futuro, es un pensamiento recurrente para la mayoría de los seres humanos, un lugar común; quizás eso único que tenemos claro: la muerte. Este año, Paidós publicó en castellano Envejecer con sentido, nuevo libro de la ganadora del Premio Príncipe de Asturias, Martha Nussbaum, junto con el profesor de Derecho de la Universidad de Chicago, Saul Levmore.
Envejecer con sentido es un ensayo que responde a las preguntas de un individuo tanto a los 35 como a los 60; responde preguntas a cualquiera que esté interesado en entender por qué no le hemos dado visibilidad al tema de la vejez más allá de los comerciales de las cremas antiarrugas.
Nussbaum y Levmore responden en esta entrevista a dos voces ―al igual que su ensayo―, planteando reflexiones acerca de nuestra vejez como algo idiosincrático y universal que debería ser entendido y compartido, más allá de prejuicios y leyes inexactas.
¿Cómo escribieron este libro juntos? La estructura del libro parece una especie de diálogo entre los dos. ¿Fue así?
Nussbaum: Nos encanta discutir juntos y hemos escrito juntos antes. Queríamos mostrar que uno de los placeres del envejecimiento es la discusión animada de nuevas ideas con amigos que se quieren pero que difieren en enfoque. Es como Cicerón y su amigo Ático: las diferencias de enfoque y temperamento hacen que el intercambio sea agradable.
Levmore: Hay algo diferente y desafiante en trabajar con alguien que piensa en problemas desde una perspectiva diferente. Escribir juntos me ha enseñado a apreciar eso.
¿Es la necesidad humana de control un problema para entender nuestro proceso de envejecimiento?
Nussbaum: Totalmente. Comenzamos el libro con El rey Lear como ejemplo para demostrar que si eres adicto al control del envejecimiento es probable que te vaya mal. Lear no puede formar relaciones de reciprocidad y ayuda mutua, y este es un problema humano común, pero que dificulta particularmente el envejecimiento.
Levmore: No estoy tan seguro. Querer el control es una especie de debilidad. Cuando estoy a cargo de una institución o incluso de un viaje amistoso con familiares o amigos, me gusta delegar autoridad y, en todo caso, quiero dejar el control, tal vez porque comencé desde un punto de partida seguro. En el caso del envejecimiento, hay tantos temores que quizás es imposible comenzar desde un lugar seguro, de modo que el control de pequeñas cosas es todo lo que uno tiene. Aun así, puede que la persona que envejece no le guste renunciar a conducir un vehículo, pero a él o a ella ciertamente no le importa que alguien más se encargue de completar las declaraciones de impuestos.
En el ensayo, la profesora Nussbaum no está de acuerdo con la experiencia subjetiva del envejecimiento que planteó en sus ensayos Simone de Beauvoir. ¿Hemos permitido que ciertas corrientes filosóficas nos digan qué pensar sin cuestionar su relevancia en este momento? ¿Deberíamos reevaluar los estereotipos que se han establecido en los últimos 50 años?
Nussbaum: No es tanto que cuestione el relato de su propia experiencia. Estoy segura de que su experiencia es lo que ella describe. Lo que me molesta es que ella use eso como algo universal para todas las personas que envejecen, cuando es claramente una internalización de estereotipos culturales perniciosos. De hecho, deberíamos cuestionar esos estereotipos, y esa es una de las principales cosas que estamos haciendo en el libro. Los estereotipos no son solo rígidos e inexactos, sino que causan un daño real a las vidas de las personas.
Usted también está en desacuerdo con el fatalismo y la pasividad de Beauvoir en relación con el envejecimiento. ¿Por qué es necesario entender que somos participes de nuestras propias acciones?
Nussbaum: Beauvoir, como existencialista, debería darse cuenta de que somos agentes, y nuestra libertad es crucial para hacer que nuestras vidas vayan bien. Por supuesto que no controlamos todo, ni deberíamos esperarlo. Pero pensar en lo que somos capaces de hacer, qué oportunidades tenemos, es crucial si cada nuevo día va a ser una delicia en lugar de una miseria.
Profesor Levmore, usted sugiere que debemos dejar de victimizar y que debemos tomar las riendas de la vulnerabilidad de la conciencia. ¿Cómo podemos pensar en el futuro desde la perspectiva de la vulnerabilidad?
Levmore: Todos somos vulnerables, seamos jóvenes o viejos. Pero cuando somos jóvenes, nos concentramos en lo que la gente espera de nosotros para que el futuro parezca atractivo. Cuando somos mayores, el futuro es una amenaza, por lo que nos importa más el pasado, valoramos las fotos y los recuerdos, o nos impacientamos por lo que hacemos con el tiempo. Los jóvenes pierden el tiempo durmiendo la siesta o jugando videojuegos o haciendo alarde de las apariencias; las personas mayores son más propensas a apreciar las puestas de sol.
¿Por qué hablamos en términos de «deber» cuando nos referimos a la atención de las personas mayores? ¿Cuánto de esto atribuirías a la culpa católica?
Levmore: No hablo de deber, y no creo que el concepto tenga mucho significado. Pero quizás te refieres a un tipo de cumplimiento contractual, en cuyo caso la tradición de cuidar a los padres ancianos, por ejemplo, es sensata. Cuidamos de ellos con la comprensión de que a nuestros hijos podría importarles y que luego sea más probable que nos cuiden. Este patrón o entendimiento es mucho menos poderoso a medida que las personas se mueven por el mundo, lejos de sus padres. No veo mucho «deber» con respecto a las personas mayores no emparentadas. Por ejemplo, es más probable que seamos caritativos o insistamos en programas gubernamentales para ayudar a los niños que en ayudar a los ancianos que no están emparentados con nosotros.
Ambos reflexionan sobre la jubilación obligatoria. La profesora Nussbaum relata en uno de los capítulos la historia de una amiga que se pierde una conferencia porque se avergüenza de no ser parte de la fuerza de trabajo. ¿Cómo pueden liberarse de esa tiranía psicológica las personas jubiladas?
Nussbaum: Bueno, lo primero que quiero enfatizar es que las personas no deberían verse obligadas a retirarse. En los Estados Unidos las personas no se jubilan hasta que deciden hacerlo, y eso generalmente se debe a que ya no les interesa su trabajo, o prefieren escribir en lugar de enseñar, o les gustaría tener más tiempo para viajar, etc. A dichas personas no les importará no ir a una conferencia. De modo que el problema de mi amiga finlandesa proviene de la imprudente práctica de jubilación obligatoria de su país, ilegal según la legislación de la UE, y cada vez más abandonada.
Levmore: Veo esto de manera muy diferente. No sabemos si fue vergüenza lo que realmente sintió esa persona. Quizás sentía ansiedad porque no se había mantenido al día con el campo de investigación. Quizás ella siente el valor de retirarse y «hacer espacio» para los jóvenes. Además, cuando voy a una conferencia o taller, siempre estoy inseguro de hablar de primero, porque sé mucho sobre el tema o, más bien, me detengo y hago espacio para los colegas más jóvenes. En cualquier caso, si es vergonzoso, es tan desafortunado y tan inútil como la culpa.
Profesor Levmore, usted declara que, a medida que envejecemos, dejamos de competir por compañeros de reproducción. Sin embargo, ¿no seguimos compitiendo por compañía, tratando de no estar solos?
Levmore: Espero que no. Creo que aceptamos más a los grupos. Recuerdo que, como miembro junior de la facultad, a menudo quería la atención completa de un colega senior. A medida que envejecía, vi el valor de incluir a los demás y no sentirme competitivo con ellos. Lo mismo pasa con las amistades verdaderas. Deberíamos sentirnos como un equipo en lugar de un individuo combativo, y creo que la gente feliz crece de esta manera.
En el capítulo sobre el amor y el sexo más allá de la mediana edad, ustedes terminan citando ejemplos de películas de Hollywood y cómo estas confirman la idea de «la persona elegida», el muy utilizado the one en Estados Unidos. ¿Necesitamos ilustrar más patrones de amor libre después de los 60? ¿O deberíamos retratar a más mujeres que se sienten cómodas con su propia piel y que tengan parejas más jóvenes?
Nussbaum: Creo que necesitamos más y más ejemplos para que personas de diferentes tipos e inclinaciones encuentren modelos para sus propias vidas en los medios. En particular, creo que necesitamos ver a más mujeres que no son elegantes como Helen Mirren, Diane Keaton y Meryl Streep, y más como los hombres con los que están emparejados, Om Puri, Jack Nicholson, Alec Baldwin: cuerpos que no son perfectos para Hollywood y, sin embargo, están habitados con comodidad y orgullo.
Levmore: Esto está fuera de mi alcance. Las personas deben hacer lo que quieran, especialmente cuando no lastiman directamente a los demás. A su vez, no deberíamos herirnos cuando otros violan nuestro sentido del decoro.
Si pensamos en todos los estigmas con los que una mujer tiene que lidiar durante toda su vida, profesora Nussbaum, ¿usted cree que estamos mejor preparadas que los hombres para el proceso de envejecimiento?
Nussbaum: Bueno, todo depende de cómo la mujer ha respondido a estos estigmas a lo largo de su vida. Si ella se ha sometido a su tiranía, las cosas empeorarán a medida que envejezca. Por lo tanto, el movimiento para rebelarse contra las normas rígidas del cuerpo femenino ideal debe comenzar temprano. Sí creo, sin embargo, que los hombres son a menudo sorprendentemente fóbicos sobre cosas como la caída del cabello, lo que me parece algo bueno desde el punto de vista del atractivo sexual. Quizás esto se debe a que los hombres ni siquiera han pensado en la nefasta influencia de los estereotipos hasta que se topan con ellos a finales de la edad madura.
Y para terminar, ¿cómo creen que podemos dejar de temer a la muerte?
Nussbaum: Creo que es natural e incluso bueno temer a la muerte: es el anverso de amar la vida. Si amas tu vida, por supuesto que temes perderla. Pero el problema sería cuando el miedo se vuelve debilitante e interfiere con la alegría de vivir. El mejor remedio para eso es estar ocupado y comprometido, para que no haya tiempo de pensar en la muerte. Esta es otra razón por la que me opongo a la jubilación obligatoria.
Levmore: Si el miedo, como lo llamas, nos lleva a vivir más, entonces no deberíamos evitarlo. Por otro lado, si nos hace miserables o excesivamente cuidadosos, entonces deberíamos imaginarnos viviendo para siempre. Sin duda, esto tiene algo que ver con la creación de la vida después de la muerte de muchas religiones, ya que ayuda a las personas a evitar el miedo y a comportarse «mejor» en la vida.